¡Ay, Dios mío! Otra vez con esto de la Torre de la Esperanza… parece que nunca vamos a tener ese centro de cuidados críticos para los ninos. Después de tanto esfuerzo, tantos ánimos y un buen carguecito de plata, resulta que hay un problemita legal que nos deja todo medio parado. ¡Qué despiche!
Como les contaron nuestros compañeros, la Contraloría General le dio la razón a la empresa Van Der Laat y Jiménez, quienes presentaron un recurso contra la adjudicación inicial de la licitación. Resulta que, según la Contraloría, una de las empresas que formaba parte del consorcio ganador no estaba cumpliendo con todos los requisitos financieros necesarios. ¡Imagínate! Un fallo así en un brete de tamaña magnitud.
Adriana Pacheco, la jefa del departamento de Contratación Pública de la CGR, fue clara: aparentemente, la empresa presentó papeles de periodos en los que ni siquiera se dedicaban a la construcción. Entonces, ¿cómo demonios iban a cumplir con esos requisitos? Ahí nomás se vio el error, y la Contraloría tuvo que actuar. La buena noticia es que ellos, la empresa apelante, sí cumplen con las condiciones del concurso, y su exclusión fue injusta, según la resolución.
Ahora la pelota está en la cancha de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Ellos tienen que evaluar qué hacer con este revés, si pueden reintentar la adjudicación con la otra oferta que quedó en pie, o si van a tener que empezar todo de nuevo. Ya saben cómo son estos procesos, pueden demorar una eternidad. La Caja dice que ya recibió la notificación de la Contraloría y que están revisándola con lupa, pero bueno, ya sabemos que estas cosas llevan su tiempo.
Y es que la Torre de la Esperanza ha sido un sufrimiento desde que se pensó. Más de dos décadas esperando que se materialice este sueño. Imaginen la necesidad que tenemos, especialmente en esos picos de gripe que dejan colapsado el hospital. Con la nueva torre, podríamos tener lugares adecuados para atender a los niños quemados, con equipos especializados y personal capacitado. Pero a este ritmo, ¡nos moriremos de viejos antes de verla terminada!
Recordemos que para financiar esta megaobra, la CCSS tuvo que pedirle prestado unos ¢128 mil millones al Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). ¡Un dinerito considerable, eh! Hasta hubo planes de conseguir fondos del gobierno de Qatar, pero ahí se fue otro intento por la falta de liquidez. Todo esto mientras el hospital sigue funcionando a tope, con salas llenas y camas improvisadas.
La información detallada de la licitación está publicada en el SICOP, para aquellos que quieran echarse unas leis y entender mejor el embrollo burocrático. Pero siendo honestos, a veces da gusto meterse en esos expedientes, ¡uno aprende un montón de cosas que no necesita saber! El caso es que este proyecto ha sido una montaña rusa de expectativas y decepciones, y todavía no sabemos cuándo podremos verlo realidad. Parece que siempre hay algún chunche que sale a torcer la jugada.
Después de tanto lío, me pregunto: ¿Realmente la burocracia está frenando el avance de proyectos esenciales para el país, o simplemente estamos ante casos aislados de corrupción e incompetencia? ¿Ustedes creen que la Torre de la Esperanza verá la luz antes de que mis nietos lleguen a necesitarla?
Como les contaron nuestros compañeros, la Contraloría General le dio la razón a la empresa Van Der Laat y Jiménez, quienes presentaron un recurso contra la adjudicación inicial de la licitación. Resulta que, según la Contraloría, una de las empresas que formaba parte del consorcio ganador no estaba cumpliendo con todos los requisitos financieros necesarios. ¡Imagínate! Un fallo así en un brete de tamaña magnitud.
Adriana Pacheco, la jefa del departamento de Contratación Pública de la CGR, fue clara: aparentemente, la empresa presentó papeles de periodos en los que ni siquiera se dedicaban a la construcción. Entonces, ¿cómo demonios iban a cumplir con esos requisitos? Ahí nomás se vio el error, y la Contraloría tuvo que actuar. La buena noticia es que ellos, la empresa apelante, sí cumplen con las condiciones del concurso, y su exclusión fue injusta, según la resolución.
Ahora la pelota está en la cancha de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Ellos tienen que evaluar qué hacer con este revés, si pueden reintentar la adjudicación con la otra oferta que quedó en pie, o si van a tener que empezar todo de nuevo. Ya saben cómo son estos procesos, pueden demorar una eternidad. La Caja dice que ya recibió la notificación de la Contraloría y que están revisándola con lupa, pero bueno, ya sabemos que estas cosas llevan su tiempo.
Y es que la Torre de la Esperanza ha sido un sufrimiento desde que se pensó. Más de dos décadas esperando que se materialice este sueño. Imaginen la necesidad que tenemos, especialmente en esos picos de gripe que dejan colapsado el hospital. Con la nueva torre, podríamos tener lugares adecuados para atender a los niños quemados, con equipos especializados y personal capacitado. Pero a este ritmo, ¡nos moriremos de viejos antes de verla terminada!
Recordemos que para financiar esta megaobra, la CCSS tuvo que pedirle prestado unos ¢128 mil millones al Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). ¡Un dinerito considerable, eh! Hasta hubo planes de conseguir fondos del gobierno de Qatar, pero ahí se fue otro intento por la falta de liquidez. Todo esto mientras el hospital sigue funcionando a tope, con salas llenas y camas improvisadas.
La información detallada de la licitación está publicada en el SICOP, para aquellos que quieran echarse unas leis y entender mejor el embrollo burocrático. Pero siendo honestos, a veces da gusto meterse en esos expedientes, ¡uno aprende un montón de cosas que no necesita saber! El caso es que este proyecto ha sido una montaña rusa de expectativas y decepciones, y todavía no sabemos cuándo podremos verlo realidad. Parece que siempre hay algún chunche que sale a torcer la jugada.
Después de tanto lío, me pregunto: ¿Realmente la burocracia está frenando el avance de proyectos esenciales para el país, o simplemente estamos ante casos aislados de corrupción e incompetencia? ¿Ustedes creen que la Torre de la Esperanza verá la luz antes de que mis nietos lleguen a necesitarla?