¡Ay, Dios mío, qué vaina! La política nacional se puso más caliente que un gallo en feria este lunes, con Fabricio Alvarado, el candidato de Nueva República, soltando cañonazos contra el partido en el poder. Parece que la campaña para las elecciones del 2026 ya empezó a hervir, y vaya que los ánimos andan calientes.
Resulta que el oficialismo anda diciendo por ahí que Alvarado cuenta con el respaldo de los sectores conservadores del país, un dato que, según el propio legislador, es puro cuento chino. Alvarado salió al frente, furioso, negando rotundamente esas afirmaciones y acusando al gobierno de inventar historias para desprestigiarlo, típico de ellos, diay.
En declaraciones a la prensa, Alvarado fue claro: el supuesto compromiso de la aspirante Laura Fernández con ciertos líderes religiosos es una invención. Afirmó que ella solamente tuvo un encuentro con “un grupo pequeño de pastores”, ni siquiera la representación completa de la comunidad evangélica. Eso, señores, es importante recalcarlo, porque andar mintiendo así es de poca monta.
Pero ahí no quedó la cosa. Alvarado no se quedó callado y procedió a desenmascarar a algunos miembros del equipo de Fernández, sacando a relucir nombres que, a su juicio, tienen ideas que van en contra de la visión conservadora que él defiende. Citó específicamente a Marta Esquivel, exmagistrada de la Sala IV, que en 2018 votó a favor del matrimonio igualitario, una decisión que, según Alvarado, contradice los principios fundamentales de su movimiento.
Y siguió golpeando: también mencionó a Nayuribe Guadamuz, la ministra de Cultura, quien en 2024 declaró de interés público la marcha LGBTIQ+. Según Alvarado, estas acciones demuestran que el equipo de Fernández está lejos de representar los valores conservadores que él dice defender, y esto, mis amigos, es motivo de preocupación para muchos.
“No es tiempo de andar con rodeos ni de estar tibios”, sentenció Alvarado con vehemencia. “O estamos del lado de lo correcto, de lo bueno, de la familia tradicional, o estamos del otro lado”. Sus palabras resonaron con fuerza entre sus seguidores, quienes ven en él una voz firme y decidida en medio de un panorama político cada vez más turbio. La verdad, uno siente que las cosas se van a poner interesantes, ¿eh?
Este intercambio de acusaciones plantea interrogantes importantes sobre la estrategia de campaña del oficialismo y su capacidad para movilizar a diferentes sectores de la población. Además, pone de manifiesto las tensiones existentes dentro del espectro político costarricense, donde los valores tradicionales chocan con nuevas formas de pensar y vivir. Es evidente que la polarización se acentúa, y la búsqueda de consensos parece cada vez más difícil.
Ahora bien, con toda esta polémica, me pregunto: ¿cree usted que esta contienda electoral será determinante para definir el futuro rumbo de Costa Rica, o simplemente estamos presenciando un juego de estrategias políticas sin mayores consecuencias a largo plazo? Déjeme saber su opinión en los comentarios, ¡quiero leer sus puntos de vista!
Resulta que el oficialismo anda diciendo por ahí que Alvarado cuenta con el respaldo de los sectores conservadores del país, un dato que, según el propio legislador, es puro cuento chino. Alvarado salió al frente, furioso, negando rotundamente esas afirmaciones y acusando al gobierno de inventar historias para desprestigiarlo, típico de ellos, diay.
En declaraciones a la prensa, Alvarado fue claro: el supuesto compromiso de la aspirante Laura Fernández con ciertos líderes religiosos es una invención. Afirmó que ella solamente tuvo un encuentro con “un grupo pequeño de pastores”, ni siquiera la representación completa de la comunidad evangélica. Eso, señores, es importante recalcarlo, porque andar mintiendo así es de poca monta.
Pero ahí no quedó la cosa. Alvarado no se quedó callado y procedió a desenmascarar a algunos miembros del equipo de Fernández, sacando a relucir nombres que, a su juicio, tienen ideas que van en contra de la visión conservadora que él defiende. Citó específicamente a Marta Esquivel, exmagistrada de la Sala IV, que en 2018 votó a favor del matrimonio igualitario, una decisión que, según Alvarado, contradice los principios fundamentales de su movimiento.
Y siguió golpeando: también mencionó a Nayuribe Guadamuz, la ministra de Cultura, quien en 2024 declaró de interés público la marcha LGBTIQ+. Según Alvarado, estas acciones demuestran que el equipo de Fernández está lejos de representar los valores conservadores que él dice defender, y esto, mis amigos, es motivo de preocupación para muchos.
“No es tiempo de andar con rodeos ni de estar tibios”, sentenció Alvarado con vehemencia. “O estamos del lado de lo correcto, de lo bueno, de la familia tradicional, o estamos del otro lado”. Sus palabras resonaron con fuerza entre sus seguidores, quienes ven en él una voz firme y decidida en medio de un panorama político cada vez más turbio. La verdad, uno siente que las cosas se van a poner interesantes, ¿eh?
Este intercambio de acusaciones plantea interrogantes importantes sobre la estrategia de campaña del oficialismo y su capacidad para movilizar a diferentes sectores de la población. Además, pone de manifiesto las tensiones existentes dentro del espectro político costarricense, donde los valores tradicionales chocan con nuevas formas de pensar y vivir. Es evidente que la polarización se acentúa, y la búsqueda de consensos parece cada vez más difícil.
Ahora bien, con toda esta polémica, me pregunto: ¿cree usted que esta contienda electoral será determinante para definir el futuro rumbo de Costa Rica, o simplemente estamos presenciando un juego de estrategias políticas sin mayores consecuencias a largo plazo? Déjeme saber su opinión en los comentarios, ¡quiero leer sus puntos de vista!