Maes, paren rotativas y sírvanse un cafecito, porque la cosa en Liberación Nacional se acaba de poner color de hormiga. Parece que a Álvaro Ramos, el candidato verdiblanco, por fin le cayó la peseta de que estamos en 2025 y que esa costumbre de que el apellido es el mejor atestado para conseguir un puestito ya no pega. La noticia es un bombazo: Ramos acaba de cerrar la puerta, con candado y todo, a las aspiraciones de Franggi Nicolás de volver a ser diputada por Puntarenas.
La jugada es directa, sin anestesia. Ramos básicamente dijo en una entrevista que ni lo sueñen, que Franggi —hija del actual y muy vocal diputado Francisco Nicolás— no va en la papeleta. “Yo ya le dije: doña Franggi Nicolás no va a ser diputada de nuevo, y yo creo que no hay más que hablar en ese punto”, soltó el candidato. Diay, más claro, ni el agua de la Lizano. Es un veto en toda la jacha, un mensaje que busca gritarle al país: "¡Vean, yo sí lucho contra el nepotismo!".
Y seamos honestos, el PLN necesitaba una señal así con urgencia. Para un partido que viene de jalarse cada torta electoral y que carga con la fama de ser una agencia de colocaciones para las mismas familias de siempre, esta vara es un intento de oxígeno puro. La palabra clave aquí es “nepotismo”, ese chunche que a todos nos enoja pero que en política tica parece tan común como el gallo pinto. Ramos está tratando de matar la argolla antes de que nazca, o al menos, esa es la imagen que quiere vender.
La justificación oficial, como era de esperar, es la famosa “renovación”. Ramos dice que su prioridad es una nómina “refrescada” en Puntarenas y que, supuestamente, hasta el propio Francisco Nicolás está de acuerdo con dejar a su hija por fuera. Aquí es donde uno arquea la ceja. ¿De verdad el papá está feliz con la noticia o es que lo pusieron entre la espada y la pared? Porque el plan de la dinastía Nicolás en el puerto parecía tan obvio que solo le faltaba un lazo de regalo. Con esta decisión, ese proyecto político familiar podría irse al traste.
Ahora, analicemos el otro lado. Para Franggi, la verdad, ¡qué sal! Ya fue legisladora una vez (2018-2022) y claramente le estaba poniendo para volver al brete en la Asamblea. Quedar fuera de la jugada por una decisión tan tajante de su propio candidato presidencial tiene que doler. Esto la convierte en el sacrificio que Ramos ofrece en el altar de la transparencia para ganar credibilidad. La pregunta es si el sacrificio será suficiente para convencer a un electorado que ya está hasta la coronilla de las mismas caras y las mismas mañas.
Al final, esta movida de Ramos es una apuesta de altísimo riesgo. Por un lado, se anota un punto con los que piden a gritos un cambio y un alto a los privilegios. Se muestra como un líder con carácter, dispuesto a enfrentarse a las estructuras de poder de su propio partido. Pero por otro, se está echando encima a un sector influyente del PLN y sentando un precedente que podría generarle un despiche interno de proporciones épicas. El poder de los Nicolás en Puntarenas no es cualquier cosa.
Así que, foro, les lanzo la pregunta del millón: ¿Estamos viendo una jugada política genuina y valiente para sanear al PLN, o es puro show para la galería que le puede salir el tiro por la culata a Ramos? ¿Es un carga por atreverse a tanto o un iluso que no mide las consecuencias?
La jugada es directa, sin anestesia. Ramos básicamente dijo en una entrevista que ni lo sueñen, que Franggi —hija del actual y muy vocal diputado Francisco Nicolás— no va en la papeleta. “Yo ya le dije: doña Franggi Nicolás no va a ser diputada de nuevo, y yo creo que no hay más que hablar en ese punto”, soltó el candidato. Diay, más claro, ni el agua de la Lizano. Es un veto en toda la jacha, un mensaje que busca gritarle al país: "¡Vean, yo sí lucho contra el nepotismo!".
Y seamos honestos, el PLN necesitaba una señal así con urgencia. Para un partido que viene de jalarse cada torta electoral y que carga con la fama de ser una agencia de colocaciones para las mismas familias de siempre, esta vara es un intento de oxígeno puro. La palabra clave aquí es “nepotismo”, ese chunche que a todos nos enoja pero que en política tica parece tan común como el gallo pinto. Ramos está tratando de matar la argolla antes de que nazca, o al menos, esa es la imagen que quiere vender.
La justificación oficial, como era de esperar, es la famosa “renovación”. Ramos dice que su prioridad es una nómina “refrescada” en Puntarenas y que, supuestamente, hasta el propio Francisco Nicolás está de acuerdo con dejar a su hija por fuera. Aquí es donde uno arquea la ceja. ¿De verdad el papá está feliz con la noticia o es que lo pusieron entre la espada y la pared? Porque el plan de la dinastía Nicolás en el puerto parecía tan obvio que solo le faltaba un lazo de regalo. Con esta decisión, ese proyecto político familiar podría irse al traste.
Ahora, analicemos el otro lado. Para Franggi, la verdad, ¡qué sal! Ya fue legisladora una vez (2018-2022) y claramente le estaba poniendo para volver al brete en la Asamblea. Quedar fuera de la jugada por una decisión tan tajante de su propio candidato presidencial tiene que doler. Esto la convierte en el sacrificio que Ramos ofrece en el altar de la transparencia para ganar credibilidad. La pregunta es si el sacrificio será suficiente para convencer a un electorado que ya está hasta la coronilla de las mismas caras y las mismas mañas.
Al final, esta movida de Ramos es una apuesta de altísimo riesgo. Por un lado, se anota un punto con los que piden a gritos un cambio y un alto a los privilegios. Se muestra como un líder con carácter, dispuesto a enfrentarse a las estructuras de poder de su propio partido. Pero por otro, se está echando encima a un sector influyente del PLN y sentando un precedente que podría generarle un despiche interno de proporciones épicas. El poder de los Nicolás en Puntarenas no es cualquier cosa.
Así que, foro, les lanzo la pregunta del millón: ¿Estamos viendo una jugada política genuina y valiente para sanear al PLN, o es puro show para la galería que le puede salir el tiro por la culata a Ramos? ¿Es un carga por atreverse a tanto o un iluso que no mide las consecuencias?