¡Ay, mi gente! Aquí estamos, otra vez frente a una belleza que se escapa entre los dedos, ¿sabé? Hoy la Agencia nos trajo una postal desde Tamarindo que te llega al alma, un atardecer que parece sacado de postal, pero que, pa’ muchos de nosotros, pasa desapercibido en medio del brete diario. La fotografía de Marta Teodora Ramírez Henderson, capturada justo cuando el sol decide despedirse, realmente te hace parar y pensar.
Marta, con su ojo de artista, logró congelar ese instante mágico, ese momento donde el cielo, la tierra y el mar se funden en una danza cósmica. Y hablando de Tamarindo, ese lugar es pura vibra, pura energía positiva. Pero también es un recordatorio de cómo el turismo ha transformado Guanacaste; de cómo esos paisajes paradisíacos enfrentan la presión del desarrollo, buscando un equilibrio que a veces se siente bien difícil de lograr. Es un ejemplo perfecto de cómo debemos cuidar nuestros recursos naturales, porque una vez que se van, ¡se fueron!
Lo que me lleva a preguntarme si realmente apreciamos estas cosas tan sencillas. Vivimos a toda velocidad, persiguiendo metas, estresándonos por el trabajo y el chunche, y olvidamos levantar la cabeza para ver la maravilla que nos rodea. ¿Cuántas veces hemos pasado por la playa sin siquiera notar cómo el sol se hunde en el océano, pintando el cielo de mil colores? ¡Una barbaridad, diay!
La frase que acompaña la foto – 'Cuando el sol busca ocultarse, se da un momento mágico: único y reiterado' – me dio justo en el clavo. Es verdad, ocurre todos los días, pero rara vez nos tomamos el tiempo para experimentarlo plenamente. Nos perdemos en el celular, en las preocupaciones… Nos desconectamos de la naturaleza y, en consecuencia, de nosotros mismos. Deberíamos tomar nota, aprender de los animales, de esas gaviotas que parecen entender mejor el ritmo de la vida.
Y es que, ahí va la verdadera vaina, este país nuestro es un tesoro escondido. Playas, volcanes, bosques lluviosos... una riqueza inigualable. Pero a veces, la ceguera es voluntaria, diay. Estamos tan enfocados en buscar lo nuevo, lo diferente, lo exótico, que ignoramos la belleza que tenemos a la puerta de casa. Un paseo por el Parque Nacional Volcán Poás, unas aguas termales en Tabacon, una caminata por Monteverde… ¡Todo eso está aquí, listo para disfrutarse!
Ahora, hay que hablar de la importancia de apoyar a los artistas locales como Marta. Gente que le pone amor y pasión a lo que hacen. Su fotografía no es solo una imagen bonita, es una invitación a la reflexión, una ventana a la conexión con la naturaleza. Promover el talento nacional es fundamental para fortalecer nuestra identidad cultural y para mostrarle al mundo la magia de Costa Rica. ¡Y qué bueno que la Agencia abrió el espacio para esto, le vamos a dar una chincha de apoyo!
Este atardecer en Tamarindo, esta foto de Marta, es un llamado de atención, un recordatorio de que necesitamos bajar el acelerador, respirar hondo y apreciar las pequeñas cosas de la vida. Dejar a un lado la prisa, el estrés, y simplemente estar presentes en el momento. Porque al final, estos momentos mágicos son los que realmente importan, los que construyen recuerdos imborrables, los que llenan el alma de paz y alegría.
Entonces, mi gente, les pregunto: ¿Qué haces tú para reconectar contigo mismo y con la belleza que te rodea? ¿Te tomas el tiempo para apreciar los pequeños instantes de la vida cotidiana o estás atrapado en la rutina?
Marta, con su ojo de artista, logró congelar ese instante mágico, ese momento donde el cielo, la tierra y el mar se funden en una danza cósmica. Y hablando de Tamarindo, ese lugar es pura vibra, pura energía positiva. Pero también es un recordatorio de cómo el turismo ha transformado Guanacaste; de cómo esos paisajes paradisíacos enfrentan la presión del desarrollo, buscando un equilibrio que a veces se siente bien difícil de lograr. Es un ejemplo perfecto de cómo debemos cuidar nuestros recursos naturales, porque una vez que se van, ¡se fueron!
Lo que me lleva a preguntarme si realmente apreciamos estas cosas tan sencillas. Vivimos a toda velocidad, persiguiendo metas, estresándonos por el trabajo y el chunche, y olvidamos levantar la cabeza para ver la maravilla que nos rodea. ¿Cuántas veces hemos pasado por la playa sin siquiera notar cómo el sol se hunde en el océano, pintando el cielo de mil colores? ¡Una barbaridad, diay!
La frase que acompaña la foto – 'Cuando el sol busca ocultarse, se da un momento mágico: único y reiterado' – me dio justo en el clavo. Es verdad, ocurre todos los días, pero rara vez nos tomamos el tiempo para experimentarlo plenamente. Nos perdemos en el celular, en las preocupaciones… Nos desconectamos de la naturaleza y, en consecuencia, de nosotros mismos. Deberíamos tomar nota, aprender de los animales, de esas gaviotas que parecen entender mejor el ritmo de la vida.
Y es que, ahí va la verdadera vaina, este país nuestro es un tesoro escondido. Playas, volcanes, bosques lluviosos... una riqueza inigualable. Pero a veces, la ceguera es voluntaria, diay. Estamos tan enfocados en buscar lo nuevo, lo diferente, lo exótico, que ignoramos la belleza que tenemos a la puerta de casa. Un paseo por el Parque Nacional Volcán Poás, unas aguas termales en Tabacon, una caminata por Monteverde… ¡Todo eso está aquí, listo para disfrutarse!
Ahora, hay que hablar de la importancia de apoyar a los artistas locales como Marta. Gente que le pone amor y pasión a lo que hacen. Su fotografía no es solo una imagen bonita, es una invitación a la reflexión, una ventana a la conexión con la naturaleza. Promover el talento nacional es fundamental para fortalecer nuestra identidad cultural y para mostrarle al mundo la magia de Costa Rica. ¡Y qué bueno que la Agencia abrió el espacio para esto, le vamos a dar una chincha de apoyo!
Este atardecer en Tamarindo, esta foto de Marta, es un llamado de atención, un recordatorio de que necesitamos bajar el acelerador, respirar hondo y apreciar las pequeñas cosas de la vida. Dejar a un lado la prisa, el estrés, y simplemente estar presentes en el momento. Porque al final, estos momentos mágicos son los que realmente importan, los que construyen recuerdos imborrables, los que llenan el alma de paz y alegría.
Entonces, mi gente, les pregunto: ¿Qué haces tú para reconectar contigo mismo y con la belleza que te rodea? ¿Te tomas el tiempo para apreciar los pequeños instantes de la vida cotidiana o estás atrapado en la rutina?