Bueno, pues mijo, parece que tenemos un pequeño milagro demográfico en España, y eso nos toca pensar acá en Costa Rica, porque la vaina anda parecida. Después de años de ver cómo la fertilidad se desplomaba más rápido que un caimán bajando el río Pacuare, ¡de repente aparecieron unos números arriba!, un aumentocito en los nacimientos, dicen los expertos del INE allá. No es que estemos hablando de una invasión de bebes, claro, pero sí es suficiente pa’ que los economistas se rasquen la cabeza y digan ‘¿qué onda?’.
Y la respuesta, resulta, no está en las jovencitas mamaderas, ni mucho menos. Sino en las señoras con canas y en los recién llegados al país. Sí, lean bien: más de 33 mil nacimientos el año pasado fueron de mujeres con cuarenta años o más – ¡esa es una buena lana de bebés!. Esto, combinado con la llegada constante de extranjeros, le ha dado un respiro a la tasa de natalidad ibérica, aunque todavía estamos lejos de cubrir el déficit, mi pana. Porque mientras nacen esos angelitos, mueren más de lo que aparecen, te digo yo.
Aquí en Costa Rica, la cosa pinta similar. Nos hemos ido acostumbrando a ver menos carretoncitos por la calle y a escuchar más lamentaciones sobre el envejecimiento de la población. Las jóvenes, agobiadas por el brete del trabajo, los estudios y el costo de vivir, posponen la maternidad indefinidamente, o directamente la descartan. Ya nadie quiere echarse una torta con la responsabilidad de sacar cuatro criaturas a este mundo, y yo qué sé, tal vez tengan razón... ¡Qué plata cuesta mantener a un nene!
Lo interesante de este panorama español es que nos obliga a preguntarnos qué está pasando realmente. ¿Es que ya no queremos ser padres? ¿Se acabó el sueño del nido lleno? ¿O simplemente estamos buscando otras formas de construir nuestras vidas, de darle prioridad a nuestros proyectos personales y profesionales? La licenciada Kaufman, una socióloga experta, dice que ya ni nos preocupa el “nido vacío”, sino el síndrome de la cuna vacía. ¡Tremendo, verdad?! Una vez fuimos una nación de familias numerosas, llenas de primos y tíos; hoy, la meta es encontrar un buen trabajo y pagar el alquiler, diay.
No olvidemos que el contexto histórico cuenta mucho. Atrás quedaron los tiempos del Franquismo, cuando tener muchos hijos era casi obligatorio. Con la democracia llegó la píldora, la planificación familiar y, sobre todo, la independencia económica de la mujer. Ahora podemos elegir si queremos tener hijos o no, y muchas optan por no hacerlo, y eso es totalmente respetable. Laura Muñoz, la trabajadora social, lo pone clarísimo: “La sociedad sigue diseñada para encajarte en el mismo molde, pero muchas preferimos valorar nuestra libertad”. ¡Así debe ser, mi querida!
Ahora, volviendo a la noticia de España, lo cierto es que esta leve recuperación de la natalidad podría ser solo una ilusión pasajera. La inmigración, que ha sido clave para contrarrestar la mortalidad, puede verse afectada por crisis económicas o cambios políticos. Además, la economía mundial sigue siendo un maje, y eso afecta directamente la decisión de formar una familia. Imagínate, con los precios que andan, ¡hasta pa' comprar pañales hay que pedir prestado!.
En fin, mijo, esta historia de España nos da que reflexionar. ¿Estamos condenados a ver cómo nuestra población se achica día tras día? ¿Dependeremos siempre de la inmigración para sostener nuestro sistema económico y social? ¿Serán las madres mayores y los extranjeros los únicos capaces de asegurar el futuro demográfico de nuestros países?
Y aquí va la gran pregunta para el foro: Considerando la realidad actual, ¿cree usted que el gobierno debería implementar políticas públicas específicas para fomentar la natalidad, como subsidios a las familias, guarderías gratuitas o permisos parentales extendidos? ¿O cree que es mejor dejar que cada quien decida libremente si quiere tener o no hijos, aceptando las consecuencias demográficas que esto pueda traer? ¡Déjenme sus opiniones, quiero leerlas!
Y la respuesta, resulta, no está en las jovencitas mamaderas, ni mucho menos. Sino en las señoras con canas y en los recién llegados al país. Sí, lean bien: más de 33 mil nacimientos el año pasado fueron de mujeres con cuarenta años o más – ¡esa es una buena lana de bebés!. Esto, combinado con la llegada constante de extranjeros, le ha dado un respiro a la tasa de natalidad ibérica, aunque todavía estamos lejos de cubrir el déficit, mi pana. Porque mientras nacen esos angelitos, mueren más de lo que aparecen, te digo yo.
Aquí en Costa Rica, la cosa pinta similar. Nos hemos ido acostumbrando a ver menos carretoncitos por la calle y a escuchar más lamentaciones sobre el envejecimiento de la población. Las jóvenes, agobiadas por el brete del trabajo, los estudios y el costo de vivir, posponen la maternidad indefinidamente, o directamente la descartan. Ya nadie quiere echarse una torta con la responsabilidad de sacar cuatro criaturas a este mundo, y yo qué sé, tal vez tengan razón... ¡Qué plata cuesta mantener a un nene!
Lo interesante de este panorama español es que nos obliga a preguntarnos qué está pasando realmente. ¿Es que ya no queremos ser padres? ¿Se acabó el sueño del nido lleno? ¿O simplemente estamos buscando otras formas de construir nuestras vidas, de darle prioridad a nuestros proyectos personales y profesionales? La licenciada Kaufman, una socióloga experta, dice que ya ni nos preocupa el “nido vacío”, sino el síndrome de la cuna vacía. ¡Tremendo, verdad?! Una vez fuimos una nación de familias numerosas, llenas de primos y tíos; hoy, la meta es encontrar un buen trabajo y pagar el alquiler, diay.
No olvidemos que el contexto histórico cuenta mucho. Atrás quedaron los tiempos del Franquismo, cuando tener muchos hijos era casi obligatorio. Con la democracia llegó la píldora, la planificación familiar y, sobre todo, la independencia económica de la mujer. Ahora podemos elegir si queremos tener hijos o no, y muchas optan por no hacerlo, y eso es totalmente respetable. Laura Muñoz, la trabajadora social, lo pone clarísimo: “La sociedad sigue diseñada para encajarte en el mismo molde, pero muchas preferimos valorar nuestra libertad”. ¡Así debe ser, mi querida!
Ahora, volviendo a la noticia de España, lo cierto es que esta leve recuperación de la natalidad podría ser solo una ilusión pasajera. La inmigración, que ha sido clave para contrarrestar la mortalidad, puede verse afectada por crisis económicas o cambios políticos. Además, la economía mundial sigue siendo un maje, y eso afecta directamente la decisión de formar una familia. Imagínate, con los precios que andan, ¡hasta pa' comprar pañales hay que pedir prestado!.
En fin, mijo, esta historia de España nos da que reflexionar. ¿Estamos condenados a ver cómo nuestra población se achica día tras día? ¿Dependeremos siempre de la inmigración para sostener nuestro sistema económico y social? ¿Serán las madres mayores y los extranjeros los únicos capaces de asegurar el futuro demográfico de nuestros países?
Y aquí va la gran pregunta para el foro: Considerando la realidad actual, ¿cree usted que el gobierno debería implementar políticas públicas específicas para fomentar la natalidad, como subsidios a las familias, guarderías gratuitas o permisos parentales extendidos? ¿O cree que es mejor dejar que cada quien decida libremente si quiere tener o no hijos, aceptando las consecuencias demográficas que esto pueda traer? ¡Déjenme sus opiniones, quiero leerlas!
