¡Duro, bien duro, mi gente! La prueba PISA nos cayó como balde de agua fría. Nuestros jóvenes, los que están entrando al mundo laboral o buscando chambear en la u, están mostrando un nivel de lectura parecido al de un nene de tercer grado de primaria. Sí, así como lo escucharon. Un batacazo que nos pone a pensar qué le pasa a nuestra educación.
Y no es que los números mientan. Según el último informe, los estudiantes de 15 años – esos que deberían estar dominando temas complejos – apenas alcanzan los niveles uno y dos de desempeño en comprensión lectora. Estamos hablando de que tienen dificultades pa’ entender un texto sencillo, pa’ sacar conclusiones o pa’ analizar información básica. Una verdadera lata, porque eso limita sus oportunidades en todo sentido.
Lo que preocupa aún más es que esto no es novedad. Ya habíamos tenido alertas en 2021, pero parece que nadie le dio mucha bola. Ahora, los resultados de PISA confirman que seguimos cayendo en picada, mientras que otros países, como si nada, van recuperándose. ¡Nos vamos quedando atrás a pasos agigantados!
Y la cosa no pinta pretty en ningún rubro. Además de la lectura, también estamos flaqueando en matemáticas y ciencias. La brecha con los países de la OCDE es enorme: hablamos de unos 95 puntos en matemáticas, 67 en lectura y 80 en ciencias. Eso quiere decir que nuestros muchachos están llegando al final del ciclo básico sin tener las habilidades necesarias pa’ afrontar los retos del siglo XXI. ¡Una calamidad!
Expertos como Jennyfer León Mena, investigadora del Estado de la Educación, no andan con rodeos: dicen que esto refleja los rezagos acumulados durante años. Que tenemos que ponernos las pilas y encontrar soluciones urgentes, porque la situación es crítica. No podemos seguir viendo cómo nuestros jóvenes se quedan sin oportunidades debido a la falta de preparación.
Pero, díganme, ¿quién es el responsable de este fiasco? ¿Son los maestros, los padres, el gobierno, el sistema educativo en general? Todos somos cómplices, sin duda alguna. Desde la falta de inversión en infraestructura y materiales didácticos, hasta la ausencia de un plan estratégico claro y efectivo pa’ mejorar la calidad de la enseñanza. Tenemos que asumir nuestras responsabilidades y trabajar juntos pa’ darle una vuelta a esta tortilla.
Ahora, algunos dirán que culpa del COVID-19 y la pandemia. Y sí, seguro que afectó la educación, pero no es excusa pa’ justificar este panorama tan sombrío. Otros argumentarán que hay factores socioeconómicos que influyen en el rendimiento académico. Y también es cierto, pero no podemos dejar que eso nos paralice. Tenemos que buscar maneras de cerrar esas brechas y garantizar que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad, sin importar dónde nazcan ni cuál sea su condición social.
Este es un momento crucial para Costa Rica. Necesitamos definir una meta nacional clara y ambiciosa pa’ mejorar los resultados de PISA a mediano plazo. Y no basta con promesas vacías, sino que necesitamos implementar estrategias concretas y evaluarlas constantemente. Así que les pregunto, mi gente: ¿Qué medidas creen que debemos tomar urgentemente para rescatar la educación de nuestros jóvenes y evitar que sigamos siendo la burla de Latinoamérica?
Y no es que los números mientan. Según el último informe, los estudiantes de 15 años – esos que deberían estar dominando temas complejos – apenas alcanzan los niveles uno y dos de desempeño en comprensión lectora. Estamos hablando de que tienen dificultades pa’ entender un texto sencillo, pa’ sacar conclusiones o pa’ analizar información básica. Una verdadera lata, porque eso limita sus oportunidades en todo sentido.
Lo que preocupa aún más es que esto no es novedad. Ya habíamos tenido alertas en 2021, pero parece que nadie le dio mucha bola. Ahora, los resultados de PISA confirman que seguimos cayendo en picada, mientras que otros países, como si nada, van recuperándose. ¡Nos vamos quedando atrás a pasos agigantados!
Y la cosa no pinta pretty en ningún rubro. Además de la lectura, también estamos flaqueando en matemáticas y ciencias. La brecha con los países de la OCDE es enorme: hablamos de unos 95 puntos en matemáticas, 67 en lectura y 80 en ciencias. Eso quiere decir que nuestros muchachos están llegando al final del ciclo básico sin tener las habilidades necesarias pa’ afrontar los retos del siglo XXI. ¡Una calamidad!
Expertos como Jennyfer León Mena, investigadora del Estado de la Educación, no andan con rodeos: dicen que esto refleja los rezagos acumulados durante años. Que tenemos que ponernos las pilas y encontrar soluciones urgentes, porque la situación es crítica. No podemos seguir viendo cómo nuestros jóvenes se quedan sin oportunidades debido a la falta de preparación.
Pero, díganme, ¿quién es el responsable de este fiasco? ¿Son los maestros, los padres, el gobierno, el sistema educativo en general? Todos somos cómplices, sin duda alguna. Desde la falta de inversión en infraestructura y materiales didácticos, hasta la ausencia de un plan estratégico claro y efectivo pa’ mejorar la calidad de la enseñanza. Tenemos que asumir nuestras responsabilidades y trabajar juntos pa’ darle una vuelta a esta tortilla.
Ahora, algunos dirán que culpa del COVID-19 y la pandemia. Y sí, seguro que afectó la educación, pero no es excusa pa’ justificar este panorama tan sombrío. Otros argumentarán que hay factores socioeconómicos que influyen en el rendimiento académico. Y también es cierto, pero no podemos dejar que eso nos paralice. Tenemos que buscar maneras de cerrar esas brechas y garantizar que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad, sin importar dónde nazcan ni cuál sea su condición social.
Este es un momento crucial para Costa Rica. Necesitamos definir una meta nacional clara y ambiciosa pa’ mejorar los resultados de PISA a mediano plazo. Y no basta con promesas vacías, sino que necesitamos implementar estrategias concretas y evaluarlas constantemente. Así que les pregunto, mi gente: ¿Qué medidas creen que debemos tomar urgentemente para rescatar la educación de nuestros jóvenes y evitar que sigamos siendo la burla de Latinoamérica?