¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, el Banco Central se mandó de narices con una compra masiva de dólares que dejó boquiabiertos hasta a los más expertos. Resulta que la semana pasada, el BCCR se fajó con unos $142.169.000 en el Monex, una cifra que ni en el 2006, allá por el lejano 2006, habían visto así. ¡Un brete!
Y no es cualquier compra, amigos míos. Hablamos de un 80% del total que se movió ese día, es decir, $114.997.000 directamente del bolsillo del Central. Se acuerdan cuando, justo el año pasado, en diciembre, hicieron otra jugada importante con $107.854.000? Pues esta última le da unas cuantas vueltas. Parecía que el Banco Central se había echado un sopor profundo desde marzo del 2025, enfocándose únicamente en las operaciones para el ICE y Recope, pero ahora ha resucitado con toda su fuerza.
Lo más sorprendente es que, como dicen por ahí, “el Central andaba pensando”. La compra masiva vino acompañada de un aumento récord en las reservas internacionales, llegando a unos impresionantes $17.257 millones. Eso representa un crecimiento de $3.000 millones respecto a lo que teníamos en enero de este año. ¡Una verdadera ganga para el país, aunque a algunos les pueda parecer que estamos jugando con fuego!
Pero, ¿por qué esta repentina necesidad de acumular tantos dólares? Según el economista José Luis Arce de FCS Capital, la respuesta es simple: “si no la hicieran, el tipo de cambio caería más”. Parece que noviembre es un mes especial, con un exceso de oferta de divisas y un “ruido mediático” que acelera las cosas. En pocas palabras, la gente está nerviosa por el tipo de cambio y eso se nota en las ventanillas de los bancos, generando más dólares en el Monex.
Adriana Rodríguez, gerente general de Acobo Puesto de Bolsa, añade que esto es una práctica común del BCCR: “No se trata de evitar una caída brusca, sino de que sin la participación del Banco Central, no habría mercado”. Es decir, el Central juega un papel fundamental para mantener el equilibrio y facilitar las transacciones entre los diferentes actores, especialmente en momentos como este donde empresas y particulares necesitan deshacerse de sus dólares para pagar salarios, aguinaldos e impuestos. ¡El sector privado, como bien dice Rodríguez, es el que genera más divisas!
Ahora viene lo interesante: el Estado de la Nación nos avisa que esta depreciación del dólar podría estar afectando nuestra competitividad internacional. Al bajar el precio del dólar, los productos costarricenses se vuelven más caros en comparación con los de otros países como Chile, República Dominicana o México. Esto podría erosionar las ventajas que hemos ganado gracias al sector externo, nuestro principal motor de crecimiento. Pero ojo, los importadores y aquellos con deudas en dólares sí están festejando esta bonanza.
Sumemos más factores a la ecuación. Las empresas transnacionales están trayendo dólares para pagar aguinaldos, que es un gasto anual importante. También están pagando impuestos, lo que implica un flujo extra de divisas hacia el país. Y, por supuesto, tenemos la temporada alta del turismo, que inyecta aún más dólares a nuestra economía. Un cóctel perfecto… o quizás demasiado dulce?
Entonces, con todos estos datos en la mesa, me pregunto: ¿esta estrategia agresiva del Banco Central es la solución a largo plazo para estabilizar el tipo de cambio y proteger nuestra economía, o estamos corriendo un riesgo innecesario que podría tener consecuencias negativas en el futuro cercano? ¿Creen que el Central debería seguir comprando dólares, o es hora de cambiar de rumbo?
Y no es cualquier compra, amigos míos. Hablamos de un 80% del total que se movió ese día, es decir, $114.997.000 directamente del bolsillo del Central. Se acuerdan cuando, justo el año pasado, en diciembre, hicieron otra jugada importante con $107.854.000? Pues esta última le da unas cuantas vueltas. Parecía que el Banco Central se había echado un sopor profundo desde marzo del 2025, enfocándose únicamente en las operaciones para el ICE y Recope, pero ahora ha resucitado con toda su fuerza.
Lo más sorprendente es que, como dicen por ahí, “el Central andaba pensando”. La compra masiva vino acompañada de un aumento récord en las reservas internacionales, llegando a unos impresionantes $17.257 millones. Eso representa un crecimiento de $3.000 millones respecto a lo que teníamos en enero de este año. ¡Una verdadera ganga para el país, aunque a algunos les pueda parecer que estamos jugando con fuego!
Pero, ¿por qué esta repentina necesidad de acumular tantos dólares? Según el economista José Luis Arce de FCS Capital, la respuesta es simple: “si no la hicieran, el tipo de cambio caería más”. Parece que noviembre es un mes especial, con un exceso de oferta de divisas y un “ruido mediático” que acelera las cosas. En pocas palabras, la gente está nerviosa por el tipo de cambio y eso se nota en las ventanillas de los bancos, generando más dólares en el Monex.
Adriana Rodríguez, gerente general de Acobo Puesto de Bolsa, añade que esto es una práctica común del BCCR: “No se trata de evitar una caída brusca, sino de que sin la participación del Banco Central, no habría mercado”. Es decir, el Central juega un papel fundamental para mantener el equilibrio y facilitar las transacciones entre los diferentes actores, especialmente en momentos como este donde empresas y particulares necesitan deshacerse de sus dólares para pagar salarios, aguinaldos e impuestos. ¡El sector privado, como bien dice Rodríguez, es el que genera más divisas!
Ahora viene lo interesante: el Estado de la Nación nos avisa que esta depreciación del dólar podría estar afectando nuestra competitividad internacional. Al bajar el precio del dólar, los productos costarricenses se vuelven más caros en comparación con los de otros países como Chile, República Dominicana o México. Esto podría erosionar las ventajas que hemos ganado gracias al sector externo, nuestro principal motor de crecimiento. Pero ojo, los importadores y aquellos con deudas en dólares sí están festejando esta bonanza.
Sumemos más factores a la ecuación. Las empresas transnacionales están trayendo dólares para pagar aguinaldos, que es un gasto anual importante. También están pagando impuestos, lo que implica un flujo extra de divisas hacia el país. Y, por supuesto, tenemos la temporada alta del turismo, que inyecta aún más dólares a nuestra economía. Un cóctel perfecto… o quizás demasiado dulce?
Entonces, con todos estos datos en la mesa, me pregunto: ¿esta estrategia agresiva del Banco Central es la solución a largo plazo para estabilizar el tipo de cambio y proteger nuestra economía, o estamos corriendo un riesgo innecesario que podría tener consecuencias negativas en el futuro cercano? ¿Creen que el Central debería seguir comprando dólares, o es hora de cambiar de rumbo?