Ay, wey, qué historia la de Barrio Dent. Ya parece que vivimos en un estero, porque así nos sentimos a veces. Las inundaciones se han vuelto más frecuentes que los aguacates maduros en temporada alta y la paciencia de la gente se va por el caño. Lo que empezó siendo un problemita de años atrás, hoy es una crisis que afecta hogares, negocios y la tranquilidad de todos los vecinos.
Todo esto tiene sus raíces allá atrás, en tiempos de cafetales y pocas casas. La Quebrada de Los Negritos, que originalmente serpenteaba tranquila por el sector, fue entubada con la promesa de solucionar los problemas de inundación. En 1995 terminaron la obra, pero le pusieron una condición: duraría unos diez años. Bueno, pues esos diez años ya se multiplicaron por varios, y la quebrada parece que quiere vengarse de haber sido encerrada en unas tuberías.
Y ni hablar de que, según dicen algunos expertos, el problema no es solamente la quebrada, sino también cómo hemos cambiado la topografía del área. Entre edificios nuevos, condominio tras condominio y poquito espacio verde, el agua ya no sabe dónde meterse. Es como si le hubiéramos quitado el aire a la tierra, y ahora, cuando llueve un poquito más fuerte, todo se inunda como si fuera un jacuzzi gigante – pero nadie quiere estar adentro, ¡obvio!
El colapso del sistema de drenaje, allá por el 2005, fue solo el principio de una serie de percances que han ido empeorando con el tiempo. Ahora, las lagunas improvisadas que se forman a ambos lados de la Circunvalación se convierten en verdaderos espejos de agua amenazantes. Y la tubería de salida, que debería aliviar la presión, reventó de pura gana durante las lluvias de la semana pasada, dejando familias enteras con las casas inundadas y los carros varados. Un verdadero drama, diay.
El alcalde de Montes de Oca, Don Domingo, ha hablado de soluciones, como recuperar el cauce original de la quebrada. Pero eso, además de costarle una fortuna al erario público – hablamos de entre cinco y diez millones de balones –, implica expropiar tierras, y eso es harina muy fina. No hay un registro oficial de por dónde pasaban las viejas corrientes, así que encontrar el camino correcto sería como buscar una aguja en un pajar. ¡Imagínate el brete!
Otra opción es construir nuevas tuberías, pozos y alcantarillas. Más infraestructura, más gasto, más papeleo… Parece que no hay una salida fácil a esta problemática. Algunos sugieren buscar ayuda en el programa PROERI, que tiene fondos para la reconstrucción y resiliencia de la infraestructura. Pero la burocracia, como siempre, se interpone en el camino. Eso sí, mientras tanto, seguimos chapoteando.
No podemos olvidar a los vecinos, quienes ya están hartos de ver sus pertenencias perderse en el agua, de tener que evacuar sus casas y de vivir con el temor constante de una nueva inundación. Muchos han perdido todo, electrodomésticos, muebles, recuerdos familiares… Es injusto que tengan que sufrir estas consecuencias de decisiones que se tomaron hace mucho tiempo. Además, la incertidumbre sobre el futuro les quita el sueño, porque quién sabe cuándo volverá a llover y cuál será la próxima víctima.
En fin, la situación en Barrio Dent es complicada y requiere de una solución urgente. Hay que ponerle paños de hierro a este problema, antes de que se vaya de las manos. Pero me pregunto, ¿cree usted que la Municipalidad está haciendo lo suficiente para proteger a los vecinos de Barrio Dent, o deberíamos exigir medidas más drásticas para evitar futuras tragedias?
Todo esto tiene sus raíces allá atrás, en tiempos de cafetales y pocas casas. La Quebrada de Los Negritos, que originalmente serpenteaba tranquila por el sector, fue entubada con la promesa de solucionar los problemas de inundación. En 1995 terminaron la obra, pero le pusieron una condición: duraría unos diez años. Bueno, pues esos diez años ya se multiplicaron por varios, y la quebrada parece que quiere vengarse de haber sido encerrada en unas tuberías.
Y ni hablar de que, según dicen algunos expertos, el problema no es solamente la quebrada, sino también cómo hemos cambiado la topografía del área. Entre edificios nuevos, condominio tras condominio y poquito espacio verde, el agua ya no sabe dónde meterse. Es como si le hubiéramos quitado el aire a la tierra, y ahora, cuando llueve un poquito más fuerte, todo se inunda como si fuera un jacuzzi gigante – pero nadie quiere estar adentro, ¡obvio!
El colapso del sistema de drenaje, allá por el 2005, fue solo el principio de una serie de percances que han ido empeorando con el tiempo. Ahora, las lagunas improvisadas que se forman a ambos lados de la Circunvalación se convierten en verdaderos espejos de agua amenazantes. Y la tubería de salida, que debería aliviar la presión, reventó de pura gana durante las lluvias de la semana pasada, dejando familias enteras con las casas inundadas y los carros varados. Un verdadero drama, diay.
El alcalde de Montes de Oca, Don Domingo, ha hablado de soluciones, como recuperar el cauce original de la quebrada. Pero eso, además de costarle una fortuna al erario público – hablamos de entre cinco y diez millones de balones –, implica expropiar tierras, y eso es harina muy fina. No hay un registro oficial de por dónde pasaban las viejas corrientes, así que encontrar el camino correcto sería como buscar una aguja en un pajar. ¡Imagínate el brete!
Otra opción es construir nuevas tuberías, pozos y alcantarillas. Más infraestructura, más gasto, más papeleo… Parece que no hay una salida fácil a esta problemática. Algunos sugieren buscar ayuda en el programa PROERI, que tiene fondos para la reconstrucción y resiliencia de la infraestructura. Pero la burocracia, como siempre, se interpone en el camino. Eso sí, mientras tanto, seguimos chapoteando.
No podemos olvidar a los vecinos, quienes ya están hartos de ver sus pertenencias perderse en el agua, de tener que evacuar sus casas y de vivir con el temor constante de una nueva inundación. Muchos han perdido todo, electrodomésticos, muebles, recuerdos familiares… Es injusto que tengan que sufrir estas consecuencias de decisiones que se tomaron hace mucho tiempo. Además, la incertidumbre sobre el futuro les quita el sueño, porque quién sabe cuándo volverá a llover y cuál será la próxima víctima.
En fin, la situación en Barrio Dent es complicada y requiere de una solución urgente. Hay que ponerle paños de hierro a este problema, antes de que se vaya de las manos. Pero me pregunto, ¿cree usted que la Municipalidad está haciendo lo suficiente para proteger a los vecinos de Barrio Dent, o deberíamos exigir medidas más drásticas para evitar futuras tragedias?