¡Ay, Dios mío! Se armó la bronca en la Asamblea Legislativa, comadres. Resulta que la fracción del gobierne, liderada por la diputada Cisneros, y los de Nueva República se pusieron pesimistas y le dieron un portazo al Poder Judicial, negándole respaldo en la investigación de Randall Zúñiga, el exjefe del OIJ que anda metido en un buen lío por unas denuncias de cositas no tan bonitas. Parece que hasta los políticos tienen miedo de apoyar al Poder Judicial cuando se tocan temas delicados, ¿verdad?
Para ponerlos en el contexto, hace poquito la Corte Suprema de Justicia, con toda la calma del mundo, decidió separarle temporalmente a Zúñiga de su brete, con su sueldito completo, mientras investigan esas acusaciones de violaciones. Una medida precautoria, pa' que no siga haciendo travesuras, digamos. Pero eso no calmó las aguas, ni mucho menos.
Diez diputados afines al gobierne – Cisneros, Vargas, Acuña, Barrantes, Nájera, Rojas, Brown, Salas, Segura y Morera – se encaramaron a la tribuna para decir que no estaban a favor de respaldar al Poder Judicial. Según Cisneros, darle apoyo sería validar que hagan bien su trabajo, ¡como si fuera un favorazo! A ver, comadres, ahí hay algo raro, ¿no creen? Un poco exagerado, diría yo.
En cambio, una mayoría abrumadora – 32 diputados de PLN, Frente Amplio, PUSC y algunas caras nuevas como Kattia Cambronero y compañía – sí le dieron el voto de confianza al Poder Judicial. Pa’ ellos, respaldarlo es justo demostrarle que pueden trabajar tranquilos y hacer su trabajo sin que les estén pisando los talones. La diputada liberacionista Montserrat Ruiz, además, soltó la bomba diciendo que parece que Yerling Zúñiga, la jefa del Inamu, andaba instigando a las denuncias contra Zúñiga. ¡Imagínense la novela!
Y Rocío Alfaro, del Frente Amplio, tampoco se quedó callada. Dijo que el Poder Ejecutivo ha estado mostrando un interés peculiar en este caso, especialmente porque parece que no actúan con tanta rapidez cuando se trata de denuncias contra jerarcas del propio gobierno. Recordemos el caso del ministro Arnold Zamora, que tardaron una eternidad en investigar. ¡Se nota la doble vara, comadres!
Ahora, la Corte Plena sigue revisando el caso de Randall Zúñiga. Dicen que están buscando pruebas, entrevistando gente... toda la onda. Lo cierto es que este asunto promete dar para rato y ya tiene a medio país con la mosca detrás de la oreja. La transparencia y la rendición de cuentas, señores, parecen estar en cuidados intensivos en nuestro país. ¡Qué pena!
Esta maraña de acusaciones, investigaciones y posturas políticas deja claro que la confianza en las instituciones del Estado está más maltrecha que un chinchorro viejo. No es solamente la imagen del OIJ la que está en juego, sino también la credibilidad de todo el sistema judicial costarricense. Además, nos pone a pensar qué tan independiente puede ser realmente el Poder Judicial cuando hay intereses políticos moviéndose entre bambalinas. A veces me pregunto si alguien va a salir limpio de esta vaina.
Con todo este drama, no puedo evitar preguntarme: ¿Podemos realmente esperar que nuestras autoridades actúen con rectitud y transparencia cuando hay agendas ocultas y presiones políticas en juego? ¿O estamos condenados a vivir en un país donde la justicia se compra y se vende? ¡Déjenme saber su opinión en los comentarios, comadres! Estoy ansiosa por leer lo que piensan ustedes sobre esta bronca.
	
		
			
		
		
	
				
			Para ponerlos en el contexto, hace poquito la Corte Suprema de Justicia, con toda la calma del mundo, decidió separarle temporalmente a Zúñiga de su brete, con su sueldito completo, mientras investigan esas acusaciones de violaciones. Una medida precautoria, pa' que no siga haciendo travesuras, digamos. Pero eso no calmó las aguas, ni mucho menos.
Diez diputados afines al gobierne – Cisneros, Vargas, Acuña, Barrantes, Nájera, Rojas, Brown, Salas, Segura y Morera – se encaramaron a la tribuna para decir que no estaban a favor de respaldar al Poder Judicial. Según Cisneros, darle apoyo sería validar que hagan bien su trabajo, ¡como si fuera un favorazo! A ver, comadres, ahí hay algo raro, ¿no creen? Un poco exagerado, diría yo.
En cambio, una mayoría abrumadora – 32 diputados de PLN, Frente Amplio, PUSC y algunas caras nuevas como Kattia Cambronero y compañía – sí le dieron el voto de confianza al Poder Judicial. Pa’ ellos, respaldarlo es justo demostrarle que pueden trabajar tranquilos y hacer su trabajo sin que les estén pisando los talones. La diputada liberacionista Montserrat Ruiz, además, soltó la bomba diciendo que parece que Yerling Zúñiga, la jefa del Inamu, andaba instigando a las denuncias contra Zúñiga. ¡Imagínense la novela!
Y Rocío Alfaro, del Frente Amplio, tampoco se quedó callada. Dijo que el Poder Ejecutivo ha estado mostrando un interés peculiar en este caso, especialmente porque parece que no actúan con tanta rapidez cuando se trata de denuncias contra jerarcas del propio gobierno. Recordemos el caso del ministro Arnold Zamora, que tardaron una eternidad en investigar. ¡Se nota la doble vara, comadres!
Ahora, la Corte Plena sigue revisando el caso de Randall Zúñiga. Dicen que están buscando pruebas, entrevistando gente... toda la onda. Lo cierto es que este asunto promete dar para rato y ya tiene a medio país con la mosca detrás de la oreja. La transparencia y la rendición de cuentas, señores, parecen estar en cuidados intensivos en nuestro país. ¡Qué pena!
Esta maraña de acusaciones, investigaciones y posturas políticas deja claro que la confianza en las instituciones del Estado está más maltrecha que un chinchorro viejo. No es solamente la imagen del OIJ la que está en juego, sino también la credibilidad de todo el sistema judicial costarricense. Además, nos pone a pensar qué tan independiente puede ser realmente el Poder Judicial cuando hay intereses políticos moviéndose entre bambalinas. A veces me pregunto si alguien va a salir limpio de esta vaina.
Con todo este drama, no puedo evitar preguntarme: ¿Podemos realmente esperar que nuestras autoridades actúen con rectitud y transparencia cuando hay agendas ocultas y presiones políticas en juego? ¿O estamos condenados a vivir en un país donde la justicia se compra y se vende? ¡Déjenme saber su opinión en los comentarios, comadres! Estoy ansiosa por leer lo que piensan ustedes sobre esta bronca.