¡Ay, pata negra! Las carreteras costaricenses no dan tregua. Según los últimos datos de la Policía de Tránsito, hemos cerrado el conteo de casi un añito con 497 vidas perdidas en accidentes viales. Un número que, aunque ha mostrado una ligera bajada en los últimos meses, sigue siendo preocupante y nos deja un saborcito amargo en la boca.
Y hablando de motivos, pues ahí tenemos la verdad cruda y dura: la velocidad es la reina del desastre. De esas casi quinientas muertes, 196 se debieron al exceso de velocidad. ¡Imagínate la desesperación de esos familiares! Parece que algunos conductores creen que la autopista es una pista de carreras, ¡y el resultado es tragedia!
Pero no todo es culpa de la velocidad, claro que no. La invasión de carril también ha pasado factura, arrebatando la vida a 108 personas. Ahí entra la falta de atención, el querer meterse donde no cabemos, y la creencia equivocada de que siempre vamos a tener la razón en la vía pública. Además, tenemos a los imprudentes peatones, con 57 fallecimientos, muchos de ellos distraídos con sus celulares o perritos, totalmente ajenos al peligro que les rodea. ¡Qué descuido, mae!
Lo bueno es que hay una pequeña luz al final del túnel. Desde la Policía de Tránsito nos aseguran que estamos viendo una tendencia a la baja, especialmente durante septiembre, octubre y noviembre. En esos meses se registraron menos de cuarenta defunciones, algo que no pasaba desde junio hasta agosto del 2024. ¡Eso sí da esperanzas! Martín Sánchez, subdirector de la Policía de Tránsito, celebró estos resultados, diciendo que finalmente estamos viendo tres meses consecutivos con cifras más bajas –aunque todavía lejanas a lo ideal, obvio–.
Sin embargo, no podemos relajarnos ni un poquito, porque diciembre es la prueba de fuego. Ese mes, la combinación de alcohol, prisa y festividades se convierte en una bomba peligrosa. Recordemos que el año pasado tuvimos 69 fallecidos en diciembre, y el anterior, 65. ¡Un horror! Por eso, desde la Policía nos piden ser bien responsables: no manejar bajo efectos del alcohol, planificar los viajes con tiempo, y ponerle cuidado a la velocidad. No vale la pena arriesgarse por llegar cinco minutos antes a una fiesta.
Y hablando de precaución, una recomendación importante para los peatones: pónganse visibles, mándenle señales claras a los conductores, y desconéctense del celular cuando estén cruzando la calle. No se crean que nadie va a detenerse si están mirando TikTok. ¡Presten atención a lo que hacen! Y para los motociclistas, recuerden que son ustedes quienes tienen menos protección, así que sean extra cuidadosos y eviten maniobras arriesgadas. ¡Pongan casco y revisen su moto antes de salir a rodar!
Este brete de la seguridad vial nos recuerda que todos somos responsables de cuidar nuestras vidas y las de los demás. No basta con que la policía ponga multas y haga campañas; necesitamos un cambio cultural, una actitud más responsable y respetuosa en las carreteras. Tenemos que entender que conducir no es un juego, sino una actividad seria que requiere toda nuestra atención y prudencia. No queremos que la próxima tragedia ocurra por culpa de un simple despiste o una imprudencia innecesaria.
Con estas estadísticas tan lamentables en mente, me pregunto… ¿Realmente estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos de conducción para hacer nuestras carreteras más seguras? ¿Cuál crees que es la medida más efectiva que podría tomar el gobierno para reducir los accidentes de tránsito en Costa Rica?
Y hablando de motivos, pues ahí tenemos la verdad cruda y dura: la velocidad es la reina del desastre. De esas casi quinientas muertes, 196 se debieron al exceso de velocidad. ¡Imagínate la desesperación de esos familiares! Parece que algunos conductores creen que la autopista es una pista de carreras, ¡y el resultado es tragedia!
Pero no todo es culpa de la velocidad, claro que no. La invasión de carril también ha pasado factura, arrebatando la vida a 108 personas. Ahí entra la falta de atención, el querer meterse donde no cabemos, y la creencia equivocada de que siempre vamos a tener la razón en la vía pública. Además, tenemos a los imprudentes peatones, con 57 fallecimientos, muchos de ellos distraídos con sus celulares o perritos, totalmente ajenos al peligro que les rodea. ¡Qué descuido, mae!
Lo bueno es que hay una pequeña luz al final del túnel. Desde la Policía de Tránsito nos aseguran que estamos viendo una tendencia a la baja, especialmente durante septiembre, octubre y noviembre. En esos meses se registraron menos de cuarenta defunciones, algo que no pasaba desde junio hasta agosto del 2024. ¡Eso sí da esperanzas! Martín Sánchez, subdirector de la Policía de Tránsito, celebró estos resultados, diciendo que finalmente estamos viendo tres meses consecutivos con cifras más bajas –aunque todavía lejanas a lo ideal, obvio–.
Sin embargo, no podemos relajarnos ni un poquito, porque diciembre es la prueba de fuego. Ese mes, la combinación de alcohol, prisa y festividades se convierte en una bomba peligrosa. Recordemos que el año pasado tuvimos 69 fallecidos en diciembre, y el anterior, 65. ¡Un horror! Por eso, desde la Policía nos piden ser bien responsables: no manejar bajo efectos del alcohol, planificar los viajes con tiempo, y ponerle cuidado a la velocidad. No vale la pena arriesgarse por llegar cinco minutos antes a una fiesta.
Y hablando de precaución, una recomendación importante para los peatones: pónganse visibles, mándenle señales claras a los conductores, y desconéctense del celular cuando estén cruzando la calle. No se crean que nadie va a detenerse si están mirando TikTok. ¡Presten atención a lo que hacen! Y para los motociclistas, recuerden que son ustedes quienes tienen menos protección, así que sean extra cuidadosos y eviten maniobras arriesgadas. ¡Pongan casco y revisen su moto antes de salir a rodar!
Este brete de la seguridad vial nos recuerda que todos somos responsables de cuidar nuestras vidas y las de los demás. No basta con que la policía ponga multas y haga campañas; necesitamos un cambio cultural, una actitud más responsable y respetuosa en las carreteras. Tenemos que entender que conducir no es un juego, sino una actividad seria que requiere toda nuestra atención y prudencia. No queremos que la próxima tragedia ocurra por culpa de un simple despiste o una imprudencia innecesaria.
Con estas estadísticas tan lamentables en mente, me pregunto… ¿Realmente estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos de conducción para hacer nuestras carreteras más seguras? ¿Cuál crees que es la medida más efectiva que podría tomar el gobierno para reducir los accidentes de tránsito en Costa Rica?