¡Qué panorama el que tenemos encima, raza! Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, la Fundación Casa de los Niños les ha puesto el dedo en el acelerador a los veinte aspirantes que quieren llegar a dirigir este país. No van jugando, diay; les piden abiertamente que se comprometan de verdad con la niñez, porque basta ya de promesas vacías y soluciones a medias.
Si nos ponemos a ver, la realidad es dura: casi el 37% de los puros seanitos acá en Costa Rica vive en condiciones de pobreza. Eso sí que es una vara bien salada, y no podemos seguirlo ignorando. Ya no sirven más los bandazos, necesitamos soluciones reales que vayan a la raíz del problema, más allá de dar unas fotitas y unos cheques ocasionales.
Casa de los Niños, ubicada en Tirrases de Curridabat – ahí tienen más de quince años demostrando cómo se hace – lleva ratones y queso comprobando que se puede romper ese círculo vicioso de la pobreza si trabajas con el niño y su familia de manera integral. Olvídate de esas ayudas que llegan y se van, ellos buscan cambiar la mentalidad desde adentro.
Catalina Chaves, la directora de la fundación, lo dejó clarito: “La pobreza es más un modo de pensar que un problema económico”. Y tiene razón, maquina. Mientras no entendamos que hay cosas emocionales y culturales detrás de todo esto, vamos a estar tirándole dinero a proyectos que no cambian nada. Necesitamos voltear a ver qué pasa dentro de los hogares, qué les falla a nuestros niños y jóvenes para que puedan tener un futuro digno.
Y pa’ darle más color a la vaina, el programa de Casa de los Niños ahorita está atendiendo a 340 muchachos, desde el kinder hasta la universidad. ¡Imagínate la dedicación! No solamente les dan comida y techo, sino también apoyo emocional, cursos para los padres y actividades culturales. Todo eso suma, chunche, para construir una base sólida y duradera.
Por eso, la invitación a los candidatos es: vayan a conocer el programa, vean cómo funciona, tomen nota. Y luego, hagan un compromiso público: destinen recursos e implementen políticas que realmente apoyen a los niños y adolescentes de Costa Rica. Que no sea solo campaña, ¡que haya convicción!
Los números hablan por sí solos. Mira tú: el 98% de los nenes de primaria aprueban el curso, el 95% de los adolescentes siguen estudiando o trabajando, el 82% de los que terminan el colegio ya están metidos en alguna actividad productiva y, ¡lo mejor de todo!, solo un 9% ha caído en problemas serios como embarazos tempranos, drogas o delito. Y encima, tienen 21 estudiantes universitarios activos y 5 ya graduados. ¡Eso sí es hacer las cosas bien!
En comparación con otras iniciativas estatales, Casa de los Niños hace mucho más con menos plata. Por ejemplo, el Estado le inyecta alrededor de ¢130.000 al mes por niño en las Redes de Cuido, pero ahí el apoyo se acaba a los 12 años. En cambio, Casa de los Niños invierte ¢85.000 mensuales y acompaña al muchacho desde la infancia hasta la universidad. Un brete de diferencia, ¿no?
Si nos ponemos a ver, la realidad es dura: casi el 37% de los puros seanitos acá en Costa Rica vive en condiciones de pobreza. Eso sí que es una vara bien salada, y no podemos seguirlo ignorando. Ya no sirven más los bandazos, necesitamos soluciones reales que vayan a la raíz del problema, más allá de dar unas fotitas y unos cheques ocasionales.
Casa de los Niños, ubicada en Tirrases de Curridabat – ahí tienen más de quince años demostrando cómo se hace – lleva ratones y queso comprobando que se puede romper ese círculo vicioso de la pobreza si trabajas con el niño y su familia de manera integral. Olvídate de esas ayudas que llegan y se van, ellos buscan cambiar la mentalidad desde adentro.
Catalina Chaves, la directora de la fundación, lo dejó clarito: “La pobreza es más un modo de pensar que un problema económico”. Y tiene razón, maquina. Mientras no entendamos que hay cosas emocionales y culturales detrás de todo esto, vamos a estar tirándole dinero a proyectos que no cambian nada. Necesitamos voltear a ver qué pasa dentro de los hogares, qué les falla a nuestros niños y jóvenes para que puedan tener un futuro digno.
Y pa’ darle más color a la vaina, el programa de Casa de los Niños ahorita está atendiendo a 340 muchachos, desde el kinder hasta la universidad. ¡Imagínate la dedicación! No solamente les dan comida y techo, sino también apoyo emocional, cursos para los padres y actividades culturales. Todo eso suma, chunche, para construir una base sólida y duradera.
Por eso, la invitación a los candidatos es: vayan a conocer el programa, vean cómo funciona, tomen nota. Y luego, hagan un compromiso público: destinen recursos e implementen políticas que realmente apoyen a los niños y adolescentes de Costa Rica. Que no sea solo campaña, ¡que haya convicción!
Los números hablan por sí solos. Mira tú: el 98% de los nenes de primaria aprueban el curso, el 95% de los adolescentes siguen estudiando o trabajando, el 82% de los que terminan el colegio ya están metidos en alguna actividad productiva y, ¡lo mejor de todo!, solo un 9% ha caído en problemas serios como embarazos tempranos, drogas o delito. Y encima, tienen 21 estudiantes universitarios activos y 5 ya graduados. ¡Eso sí es hacer las cosas bien!
En comparación con otras iniciativas estatales, Casa de los Niños hace mucho más con menos plata. Por ejemplo, el Estado le inyecta alrededor de ¢130.000 al mes por niño en las Redes de Cuido, pero ahí el apoyo se acaba a los 12 años. En cambio, Casa de los Niños invierte ¢85.000 mensuales y acompaña al muchacho desde la infancia hasta la universidad. Un brete de diferencia, ¿no?
