¡Ay, Dios mío! Quién lo iba a decir... El sistema SAP de la CCSS, que prometía ser la solución mágica para todos nuestros males administrativos, terminó siendo un verdadero chin keen. Resulta que la Contraloría General, con toda la razón del mundo, le dio un buen coscorrón a la Caja, calificando la situación como una 'crisis institucional' y ordenándoles a sus líderes ponerle un brete a este asunto.
Todo empezó hace unos años, con la ilusión de modernizar la gestión de la salud pública, abrazando el ERP-SAP como si fuera el Santo Grial tecnológico. Se invirtieron millones, se hicieron capacitaciones… pero parece que el resultado final es más parecido a un ajonjolí que a un relojito suiizo. Según la Contraloría, la implementación del sistema ha ido escalando, pasando de simples alertas a una crisis que pone en riesgo la operatividad básica de la Caja. ¡Qué pena!
La Junta Directiva de la CCSS ahora tiene unas cuantas tareas pendientes, cortesía de la Contraloría. Le pidieron que instruyan a las gerencias financiera y logística para que armen un plan de recuperación “a toda madre”. Esto implica identificar qué salió mal, cómo corregirlo y asegurarse de que tengan todos los recursos necesarios – gente capacitada, plata y tecnología – para llevarlo a cabo. Además, tendrán que devolverle las riendas del Plan de Innovación a las áreas que realmente saben del tema, en lugar de dejarlo flotando a la deriva.
Y ni hablar de las gerencias financiera y de logística, quienes ahora tienen la misión de elaborar este plan de recuperación. La Contraloría les recomendó buscar ayuda experta, alguien que entienda de estos sistemas ERP a fondo y pueda guiarlos para salir del lío. También sugieren contratar una auditoría externa para verificar que el sistema esté seguro y que los datos sean confiables, porque ahí hay mucha información sensible y no queremos que nadie se la juegue.
Lo cierto es que este bache en la CCSS no es nuevo. Ya veníamos escuchando quejas desde hace tiempo sobre problemas con el sistema, lentitud en los trámites y errores en facturación. Pero parece que nadie quiso hacer caso hasta que la Contraloría tocó las alarmas. Esta situación nos recuerda que invertir en tecnología no es suficiente; también necesitamos planificación adecuada, capacitación constante y supervisión continua. Sino, terminamos con un mamotreto inútil que nos cuesta una fortuna.
Además, la Contraloría detalló una línea de tiempo preocupante: desde la puesta en marcha sin las condiciones mínimas necesarias hasta llegar a esta crisis actual. Parece que se intentó correr demasiado rápido sin sentar bien las bases, y eso siempre termina saliendo caro. Ahora, toca remangarse y trabajar duro para solucionar este problema, porque al final, somos todos los asegurados los que sufrimos las consecuencias.
Este revés en la CCSS levanta muchas interrogantes sobre la capacidad de gestión de nuestros funcionarios públicos y la importancia de tomar decisiones informadas antes de embarcarse en proyectos tan costosos y complejos. Recordemos que estamos hablando de la salud de miles de personas, así que cualquier error puede tener graves repercusiones. Por eso, es fundamental exigir transparencia y rendición de cuentas a quienes toman estas decisiones.
En fin, este panorama es bastante agridulce. Por un lado, es bueno que la Contraloría haya puesto luz roja a esta situación y haya obligado a la CCSS a actuar. Por otro lado, es lamentable tener que enfrentarnos a este tipo de problemas, que afectan directamente nuestra calidad de vida y nuestro acceso a la atención médica. Pero bueno, dicen que “el que ríe último, ríe mejor”. ¿Ustedes creen que la CCSS logrará sacarse de esta con palo de agua, o deberíamos estar pensando en alternativas más radicales, como revisar completamente el modelo de gestión de la Caja?
Todo empezó hace unos años, con la ilusión de modernizar la gestión de la salud pública, abrazando el ERP-SAP como si fuera el Santo Grial tecnológico. Se invirtieron millones, se hicieron capacitaciones… pero parece que el resultado final es más parecido a un ajonjolí que a un relojito suiizo. Según la Contraloría, la implementación del sistema ha ido escalando, pasando de simples alertas a una crisis que pone en riesgo la operatividad básica de la Caja. ¡Qué pena!
La Junta Directiva de la CCSS ahora tiene unas cuantas tareas pendientes, cortesía de la Contraloría. Le pidieron que instruyan a las gerencias financiera y logística para que armen un plan de recuperación “a toda madre”. Esto implica identificar qué salió mal, cómo corregirlo y asegurarse de que tengan todos los recursos necesarios – gente capacitada, plata y tecnología – para llevarlo a cabo. Además, tendrán que devolverle las riendas del Plan de Innovación a las áreas que realmente saben del tema, en lugar de dejarlo flotando a la deriva.
Y ni hablar de las gerencias financiera y de logística, quienes ahora tienen la misión de elaborar este plan de recuperación. La Contraloría les recomendó buscar ayuda experta, alguien que entienda de estos sistemas ERP a fondo y pueda guiarlos para salir del lío. También sugieren contratar una auditoría externa para verificar que el sistema esté seguro y que los datos sean confiables, porque ahí hay mucha información sensible y no queremos que nadie se la juegue.
Lo cierto es que este bache en la CCSS no es nuevo. Ya veníamos escuchando quejas desde hace tiempo sobre problemas con el sistema, lentitud en los trámites y errores en facturación. Pero parece que nadie quiso hacer caso hasta que la Contraloría tocó las alarmas. Esta situación nos recuerda que invertir en tecnología no es suficiente; también necesitamos planificación adecuada, capacitación constante y supervisión continua. Sino, terminamos con un mamotreto inútil que nos cuesta una fortuna.
Además, la Contraloría detalló una línea de tiempo preocupante: desde la puesta en marcha sin las condiciones mínimas necesarias hasta llegar a esta crisis actual. Parece que se intentó correr demasiado rápido sin sentar bien las bases, y eso siempre termina saliendo caro. Ahora, toca remangarse y trabajar duro para solucionar este problema, porque al final, somos todos los asegurados los que sufrimos las consecuencias.
Este revés en la CCSS levanta muchas interrogantes sobre la capacidad de gestión de nuestros funcionarios públicos y la importancia de tomar decisiones informadas antes de embarcarse en proyectos tan costosos y complejos. Recordemos que estamos hablando de la salud de miles de personas, así que cualquier error puede tener graves repercusiones. Por eso, es fundamental exigir transparencia y rendición de cuentas a quienes toman estas decisiones.
En fin, este panorama es bastante agridulce. Por un lado, es bueno que la Contraloría haya puesto luz roja a esta situación y haya obligado a la CCSS a actuar. Por otro lado, es lamentable tener que enfrentarnos a este tipo de problemas, que afectan directamente nuestra calidad de vida y nuestro acceso a la atención médica. Pero bueno, dicen que “el que ríe último, ríe mejor”. ¿Ustedes creen que la CCSS logrará sacarse de esta con palo de agua, o deberíamos estar pensando en alternativas más radicales, como revisar completamente el modelo de gestión de la Caja?
