¡Ay, Dios mío! Qué situación estamos viviendo, raza. Las lluvias no dan tregua y ahora toca suspender clases en un montón de escuelas por toda la zona de Puntarenas y Occidente. El MEP tuvo que sacar la lista de los planteles que no podrán recibir alumnos este lunes, y la verdad es que la cosa está bastante seria.
Desde temprano, la información comenzó a circular como reguero de pólvora. Parece que la alerta número 33 de la CNE pegó duro, así que el Ministerio de Educación Público no dudó en tomar medidas precautoria. La saturación de los suelos, los deslizamientos y los accesos dañados… todo pinta feo para poder garantizar la seguridad de los niños, los profes y todo el personal administrativo. No se andan jugando con esto, y ni bien les muerde la lengua.
La lista es larga, vamos. Tenemos escuelas cerradas en circuitos de casi todos los cantones de la región. Desde Bajo San Antonio hasta Piedades del Sur, pasando por Río Landia y el Liceo Magallanes. Un verdadero pulmón de escuelas afectadas. La Dirección Regional de Occidente, especialmente, recibió el peor golpe, con un buen puñado de instituciones educativas teniendo que bajar las cortinas. Imagínate el pinchazo que le da a los padres tener que buscar qué hacer con los chamacos de última hora.
Y hablando de eso, el Ministro de Educación, Leonardo Sánchez, salió a dar declaraciones diciendo que la decisión no fue fácil, pero necesaria. “Llegamos a la conclusión, luego de realizar ese análisis y con base en el último reporte de la Comisión Nacional de Emergencias, de que las zonas donde ameritaba el cierre este lunes, por cuestiones de riesgo y para resguardar la seguridad no solo del estudiantado, sino también del cuerpo docente y administrativo”, declaró. Parecía que lo decía con el corazón en la mano, tratando de darle tranquilidad a los ticos.
Según el comunicado oficial, solamente los centros educativos que aparecen listados en la página web del MEP tendrán clases suspendidas. Para el resto, la idea es retomar las actividades a partir del martes 7 de octubre. Esperemos que el clima coopere y podamos ver a los nenes regresando a sus aulas sin mayores contratiempos, porque esto de pasarles las clases virtuales no es lo mismo, ¿verdad? Además, a algunos profes seguro ya se les acabó la paciencia explicando trigonometría por Zoom.
Ahora bien, hay que reconocer que estas situaciones nos recuerdan lo vulnerable que somos ante la naturaleza. Nos tocó vivir unas temporadas muy fuertes y los efectos todavía se sienten, tanto en infraestructura como en la economía familiar. La inversión en obras de mitigación de riesgos es fundamental, ¡pero parece que siempre quedamos a medio camino! Hay que exigirle más a nuestros representantes, o si no, seguiremos viendo cómo la lluvia se lleva nuestras esperanzas... y también las papeleras de los colegios, qué pena.
Más allá de los temas técnicos y burocráticos, lo importante es pensar en los niños y las familias afectadas. Muchos de ellos dependen de la escuela para alimentarse y recibir atención. Es un brete tener que reorganizar toda la rutina, buscar alternativas para cuidar a los pequeños y tratar de mantener la calma en medio del caos. ¡Un saludo enorme a esos padres que se rifan día y noche!
En fin, mientras esperamos que las lluvias disminuyan y las cosas vuelvan a la normalidad, les pregunto, compañeros: ¿Cómo creen que podríamos fortalecer la prevención de desastres en nuestras comunidades escolares y asegurar que las futuras generaciones estén mejor preparadas para enfrentar este tipo de situaciones extremas?
Desde temprano, la información comenzó a circular como reguero de pólvora. Parece que la alerta número 33 de la CNE pegó duro, así que el Ministerio de Educación Público no dudó en tomar medidas precautoria. La saturación de los suelos, los deslizamientos y los accesos dañados… todo pinta feo para poder garantizar la seguridad de los niños, los profes y todo el personal administrativo. No se andan jugando con esto, y ni bien les muerde la lengua.
La lista es larga, vamos. Tenemos escuelas cerradas en circuitos de casi todos los cantones de la región. Desde Bajo San Antonio hasta Piedades del Sur, pasando por Río Landia y el Liceo Magallanes. Un verdadero pulmón de escuelas afectadas. La Dirección Regional de Occidente, especialmente, recibió el peor golpe, con un buen puñado de instituciones educativas teniendo que bajar las cortinas. Imagínate el pinchazo que le da a los padres tener que buscar qué hacer con los chamacos de última hora.
Y hablando de eso, el Ministro de Educación, Leonardo Sánchez, salió a dar declaraciones diciendo que la decisión no fue fácil, pero necesaria. “Llegamos a la conclusión, luego de realizar ese análisis y con base en el último reporte de la Comisión Nacional de Emergencias, de que las zonas donde ameritaba el cierre este lunes, por cuestiones de riesgo y para resguardar la seguridad no solo del estudiantado, sino también del cuerpo docente y administrativo”, declaró. Parecía que lo decía con el corazón en la mano, tratando de darle tranquilidad a los ticos.
Según el comunicado oficial, solamente los centros educativos que aparecen listados en la página web del MEP tendrán clases suspendidas. Para el resto, la idea es retomar las actividades a partir del martes 7 de octubre. Esperemos que el clima coopere y podamos ver a los nenes regresando a sus aulas sin mayores contratiempos, porque esto de pasarles las clases virtuales no es lo mismo, ¿verdad? Además, a algunos profes seguro ya se les acabó la paciencia explicando trigonometría por Zoom.
Ahora bien, hay que reconocer que estas situaciones nos recuerdan lo vulnerable que somos ante la naturaleza. Nos tocó vivir unas temporadas muy fuertes y los efectos todavía se sienten, tanto en infraestructura como en la economía familiar. La inversión en obras de mitigación de riesgos es fundamental, ¡pero parece que siempre quedamos a medio camino! Hay que exigirle más a nuestros representantes, o si no, seguiremos viendo cómo la lluvia se lleva nuestras esperanzas... y también las papeleras de los colegios, qué pena.
Más allá de los temas técnicos y burocráticos, lo importante es pensar en los niños y las familias afectadas. Muchos de ellos dependen de la escuela para alimentarse y recibir atención. Es un brete tener que reorganizar toda la rutina, buscar alternativas para cuidar a los pequeños y tratar de mantener la calma en medio del caos. ¡Un saludo enorme a esos padres que se rifan día y noche!
En fin, mientras esperamos que las lluvias disminuyan y las cosas vuelvan a la normalidad, les pregunto, compañeros: ¿Cómo creen que podríamos fortalecer la prevención de desastres en nuestras comunidades escolares y asegurar que las futuras generaciones estén mejor preparadas para enfrentar este tipo de situaciones extremas?