Me entró curiosidad. ¿De qué trata el famoso libro?
algo asi
El Emperador Tertuliano, el Asceta
Minofén, el Roco Estándar y su Homólogo, el Sobrinillo Mío del Roco Estándar y
su Homólogo, la Gurrumina, la Mimosa Púdica, el Capitán Austerín, la Bola Oval,
Cayo Tranquilo Suetonio, el Jefe Anti Tertulio, Pollo Hermoso, Vespasiano por
aquello de la Vespa, Papito Rich, Archi Tertulio, Extra Tertulio, Super
Tertulio, Recontra Tertulio, Mini Tertulio, el Típico Calvo con Bigote, Altura o
Pelos alguna de las dos, Albaferro y Testafea, Sexy Tos, la Mao Menón, la Chuby
de Míchigan, el Jefe de Otro Departamento, la Barbi Quiú, un Tal Onario…
Estos son los personajes de “El Emperador
Tertuliano y La Legión de los Superlimpios” de Rodolfo Arias Formoso. Un racimo
de entes caricaturizados dentro de un universo “concluido” que avizoran, muy a
su pesar, aguas caóticas, desconocidas.
Se trata de un grupo de funcionarios menores de
alguna institución pública costarricense, digamos en los ochentas, cuando las
promesas de la socialdemocracia y la llamada Segunda República ya no dan más de
sí y la conurbada clase media y sus náufragos con pretensiones, comienzan a ser
desahuciados de la isla Barataria que les dieron en renta.
Ideales defraudados, la incertidumbre de llegar
a fin de mes, borracheras como misas, planes sin futuro, electrodomésticos para
amueblar el reino y domesticar la reina, decálogos de las buenas maneras en el
sanitario, existencialismo nihilista de calendario de cantina: San José y sus
vecinos de barrio. La comarca del perdedor, donde todos disimulamos el carné de
ciudadano.
Escrita a punta de fragmentos y viñetas que,
como en las páginas de un periódico, la coherencia al contenido está dada por la
supuesta simultaneidad de los eventos-vidas de los personajes, El Emperador
Tertuliano es una novela tragicómica, una oda amorosa y al revés a la
mediocridad y el conformismo social y cultural. Satírica, pero no cruel. Tierna,
pero sin cursilerías.
El humor hace equilibrio con la desesperanza
del libro, en donde esa instantánea de la corrupción -en términos generales- de
lo público, encuentra salida en ese otro anonimato que puede ser la resignación
del individuo (El Emperador) ante su circunstancia y que, frente a un amor
rejuvenecido y la frustración existencial, se ve “arrinconado” a elegir entre la
desesperación o redirigir todas sus apuestas hacia sí mismo.