¡Ay, Dios mío, qué bronca! La capital amaneció sacudida con la noticia del incendio en el Hotel El Oriente, allá por la Merced. Cinco personas perdieron la vida, y ahora resulta que no fue un descuido, sino un acto provocado. Sí, mire usted, alguien decidió prenderle fuego al hotel y eso, diay, nos deja a todos boquiabiertos.
Las investigaciones del OIJ y del cuerpo de bomberos han destapado una trama oscura. Resulta que Michael Soto, el director a.i. de la policía judicial, confirmó que encontraron rastros de un líquido inflamable dentro de una de las habitaciones. Agarraron a un personaje, de apellido Hernández Pérez, de unos 42 años, y ya lo están acusando de un quíntuple homicidio. ¡Imagínese la barbaridad!
Según lo que contaron, el tipo usó gasolina, aguarrás, o cualquier otro acelerante para encender las cosas. El incendio se inició en una habitación específica donde se hospedaba solamente una persona, lo cual levanta muchas sospechas. Ahora, la gran incógnita es: ¿por qué hizo esto? ¿Tenía problemas con alguna de las víctimas? Ahí todavía no tienen claro, dicen, pero sí aseguran que fue un hecho intencional, sin lugar a dudas.
El fatídico día 2 de octubre, alrededor de las 2:33 a.m., el hotel quedó envuelto en llamas. El tercer piso, que contaba con 20 habitaciones, dos baños y una lavandería, prácticamente desapareció. Y pa’ rematar, la salida de emergencia estaba bloqueada con alambre, ¡qué descuido!, o peor aún, ¿qué intención tenían?
Entre las víctimas mortales, encontramos a una pareja de adultos mayores, cuyos nombres todavía no han sido revelados por el OIJ. También había otras personas, todas encontradas desafortunadamente en los pasillos. Uno piensa en la desgracia de esas familias, en cómo van a sobrellevar esto... ¡Que sal picón!
Lo que más preocupa es la vulnerabilidad de estos hoteles pequeños, muchos de ellos sirviendo también como cuarteles. ¿Cómo es posible que haya salidas de emergencia bloqueadas? ¿Se hacen las inspecciones necesarias? Parece que hubo fallas graves en la seguridad del lugar, y eso pone en riesgo a muchos más costarricenses. Tenemos que exigir mayor control y regulación, porque esto no puede seguir pasando, ¡me queda la piel de gallina solo de pensar en ello!.
Ahora mismo, la gente está hablando de todo: de la negligencia, de la inseguridad, de la posibilidad de venganzas pasadas… Hay mucha especulación, pero poco concreto. Lo cierto es que la comunidad de la Merced está consternada, y la ciudad entera siente el peso de esta terrible tragedia. Este caso debería servirnos de alerta para fortalecer nuestros sistemas de prevención y respuesta ante emergencias. Necesitamos revisar a fondo los protocolos de seguridad en todos los establecimientos similares, para evitar que algo así vuelva a suceder.
Es un caso que da mucho que pensar, ¿verdad? Con tanto misterio y tanta dolor, me pregunto: ¿Creen ustedes que las autoridades están haciendo lo suficiente para investigar a fondo este caso y asegurar que el responsable reciba una justicia ejemplar, o creen que hay factores ocultos que aún no han salido a la luz?
Las investigaciones del OIJ y del cuerpo de bomberos han destapado una trama oscura. Resulta que Michael Soto, el director a.i. de la policía judicial, confirmó que encontraron rastros de un líquido inflamable dentro de una de las habitaciones. Agarraron a un personaje, de apellido Hernández Pérez, de unos 42 años, y ya lo están acusando de un quíntuple homicidio. ¡Imagínese la barbaridad!
Según lo que contaron, el tipo usó gasolina, aguarrás, o cualquier otro acelerante para encender las cosas. El incendio se inició en una habitación específica donde se hospedaba solamente una persona, lo cual levanta muchas sospechas. Ahora, la gran incógnita es: ¿por qué hizo esto? ¿Tenía problemas con alguna de las víctimas? Ahí todavía no tienen claro, dicen, pero sí aseguran que fue un hecho intencional, sin lugar a dudas.
El fatídico día 2 de octubre, alrededor de las 2:33 a.m., el hotel quedó envuelto en llamas. El tercer piso, que contaba con 20 habitaciones, dos baños y una lavandería, prácticamente desapareció. Y pa’ rematar, la salida de emergencia estaba bloqueada con alambre, ¡qué descuido!, o peor aún, ¿qué intención tenían?
Entre las víctimas mortales, encontramos a una pareja de adultos mayores, cuyos nombres todavía no han sido revelados por el OIJ. También había otras personas, todas encontradas desafortunadamente en los pasillos. Uno piensa en la desgracia de esas familias, en cómo van a sobrellevar esto... ¡Que sal picón!
Lo que más preocupa es la vulnerabilidad de estos hoteles pequeños, muchos de ellos sirviendo también como cuarteles. ¿Cómo es posible que haya salidas de emergencia bloqueadas? ¿Se hacen las inspecciones necesarias? Parece que hubo fallas graves en la seguridad del lugar, y eso pone en riesgo a muchos más costarricenses. Tenemos que exigir mayor control y regulación, porque esto no puede seguir pasando, ¡me queda la piel de gallina solo de pensar en ello!.
Ahora mismo, la gente está hablando de todo: de la negligencia, de la inseguridad, de la posibilidad de venganzas pasadas… Hay mucha especulación, pero poco concreto. Lo cierto es que la comunidad de la Merced está consternada, y la ciudad entera siente el peso de esta terrible tragedia. Este caso debería servirnos de alerta para fortalecer nuestros sistemas de prevención y respuesta ante emergencias. Necesitamos revisar a fondo los protocolos de seguridad en todos los establecimientos similares, para evitar que algo así vuelva a suceder.
Es un caso que da mucho que pensar, ¿verdad? Con tanto misterio y tanta dolor, me pregunto: ¿Creen ustedes que las autoridades están haciendo lo suficiente para investigar a fondo este caso y asegurar que el responsable reciba una justicia ejemplar, o creen que hay factores ocultos que aún no han salido a la luz?