¡Ay, Dios mío, qué pena! Otra vez tenemos que salir a las calles a pedir lo que debería ser un derecho básico: vivir seguras. Este martes 25 de noviembre, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, varias organizaciones están convocando a una marcha que promete ser fuerte, porque necesitamos sacudirnos el polvo y demostrarle al país que esto no se puede seguir tragando.
La convocatoria, como bien saben, surge tras una serie de casos horribles que han conmocionado al país. Desde Limón hasta Upala, la violencia machista sigue dejando cicatrices profundas, familias destrozadas y un miedo constante en muchas mujeres. Ya no hablamos solo de agresiones físicas, sino también de abuso psicológico, económico y sexual, que dejan secuelas igual de devastadoras. La cantidad de bretes que se pierden en la burocracia para proteger a las víctimas es alarmante; parece que a veces hay más interés en taparle el ojo que en solucionar el problema.
La marcha, que iniciará puntualmente a las cuatro de la tarde en el Parque Central de San José, busca visibilizar estas problemáticas y exigir acciones contundentes por parte del gobierno. No basta con discursos bonitos y campañas publicitarias, necesitamos políticas públicas efectivas que prevengan la violencia, protejan a las víctimas y sancionen a los agresores. Las organizaciones convocantes están claras: quieren un aborto legal, seguro y gratuito, porque la decisión sobre nuestro cuerpo es nuestra y nadie más debe tenerla en sus manos. Y también exigen una vida libre de violencias para todas, sin excepciones.
Pero no es solo eso. La invitación a la marcha, que ha corrido como reguero de pólvora por redes sociales, también incluye un llamado a solidarizarse con la lucha del pueblo palestino. Sí, diay, es un tema delicado, pero las organizaciones argumentan que la violencia machista y la opresión ejercida por el Estado de Israel en la Franja de Gaza comparten raíces comunes: la discriminación, la desigualdad y la negación de derechos fundamentales. Un mae podría decir que no tienen nada que ver, pero si nos ponemos a analizarlo, ambas situaciones implican la vulneración de la dignidad humana.
Para darle aún más fuerza a la movilización, se pide a los asistentes vestir de negro en señal de duelo por todas las víctimas de la violencia machista. Además, se invita a llevar flores, velas y ofrendas para montar un altar colectivo en el Parque Central. Imaginen la imagen: un mar de gente vestida de negro, portando símbolos de esperanza y justicia, alzando la voz contra la impunidad y la indiferencia. ¡Eso sí que da pa’l orgullo!
Muchos analistas políticos señalan que esta marcha llega en un momento crucial, justo cuando el gobierno está implementando nuevas medidas para combatir la violencia contra la mujer. Algunos ven estas medidas como un avance significativo, mientras que otros las consideran insuficientes y poco ambiciosas. Lo cierto es que la presión social es fundamental para impulsar cambios reales y garantizar que las promesas hechas por las autoridades se cumplan. Veremos si el gobierno escucha el clamor popular y toma cartas en el asunto con seriedad.
Y claro, no podemos dejar pasar por alto el rol de los hombres en esta lucha. La erradicación de la violencia machista requiere un compromiso activo por parte de todos los miembros de la sociedad, hombres y mujeres. Necesitamos educar a nuestros hijos desde temprana edad en valores de igualdad, respeto y tolerancia. Necesitamos cuestionar los estereotipos de género y desafiar las normas sociales que legitiman la dominación masculina. Necesitamos construir un futuro donde todas las personas puedan vivir libres de miedo y discriminación. En fin, un reto grande, pero no imposible, ¿verdad?
Ahora bien, amigos y amigas, con todo este panorama que hemos pintado: ¿creen que las marchas y manifestaciones son realmente efectivas para cambiar las cosas, o sería mejor enfocarse en otras estrategias para combatir la violencia contra la mujer en Costa Rica? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre este tema tan importante.
La convocatoria, como bien saben, surge tras una serie de casos horribles que han conmocionado al país. Desde Limón hasta Upala, la violencia machista sigue dejando cicatrices profundas, familias destrozadas y un miedo constante en muchas mujeres. Ya no hablamos solo de agresiones físicas, sino también de abuso psicológico, económico y sexual, que dejan secuelas igual de devastadoras. La cantidad de bretes que se pierden en la burocracia para proteger a las víctimas es alarmante; parece que a veces hay más interés en taparle el ojo que en solucionar el problema.
La marcha, que iniciará puntualmente a las cuatro de la tarde en el Parque Central de San José, busca visibilizar estas problemáticas y exigir acciones contundentes por parte del gobierno. No basta con discursos bonitos y campañas publicitarias, necesitamos políticas públicas efectivas que prevengan la violencia, protejan a las víctimas y sancionen a los agresores. Las organizaciones convocantes están claras: quieren un aborto legal, seguro y gratuito, porque la decisión sobre nuestro cuerpo es nuestra y nadie más debe tenerla en sus manos. Y también exigen una vida libre de violencias para todas, sin excepciones.
Pero no es solo eso. La invitación a la marcha, que ha corrido como reguero de pólvora por redes sociales, también incluye un llamado a solidarizarse con la lucha del pueblo palestino. Sí, diay, es un tema delicado, pero las organizaciones argumentan que la violencia machista y la opresión ejercida por el Estado de Israel en la Franja de Gaza comparten raíces comunes: la discriminación, la desigualdad y la negación de derechos fundamentales. Un mae podría decir que no tienen nada que ver, pero si nos ponemos a analizarlo, ambas situaciones implican la vulneración de la dignidad humana.
Para darle aún más fuerza a la movilización, se pide a los asistentes vestir de negro en señal de duelo por todas las víctimas de la violencia machista. Además, se invita a llevar flores, velas y ofrendas para montar un altar colectivo en el Parque Central. Imaginen la imagen: un mar de gente vestida de negro, portando símbolos de esperanza y justicia, alzando la voz contra la impunidad y la indiferencia. ¡Eso sí que da pa’l orgullo!
Muchos analistas políticos señalan que esta marcha llega en un momento crucial, justo cuando el gobierno está implementando nuevas medidas para combatir la violencia contra la mujer. Algunos ven estas medidas como un avance significativo, mientras que otros las consideran insuficientes y poco ambiciosas. Lo cierto es que la presión social es fundamental para impulsar cambios reales y garantizar que las promesas hechas por las autoridades se cumplan. Veremos si el gobierno escucha el clamor popular y toma cartas en el asunto con seriedad.
Y claro, no podemos dejar pasar por alto el rol de los hombres en esta lucha. La erradicación de la violencia machista requiere un compromiso activo por parte de todos los miembros de la sociedad, hombres y mujeres. Necesitamos educar a nuestros hijos desde temprana edad en valores de igualdad, respeto y tolerancia. Necesitamos cuestionar los estereotipos de género y desafiar las normas sociales que legitiman la dominación masculina. Necesitamos construir un futuro donde todas las personas puedan vivir libres de miedo y discriminación. En fin, un reto grande, pero no imposible, ¿verdad?
Ahora bien, amigos y amigas, con todo este panorama que hemos pintado: ¿creen que las marchas y manifestaciones son realmente efectivas para cambiar las cosas, o sería mejor enfocarse en otras estrategias para combatir la violencia contra la mujer en Costa Rica? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre este tema tan importante.