¡Ay, Dios mío! Esto sí que está feo, mi gente. Resulta que un contenedor lleno a reventar de cocaína y metanfetaminas, con sello de Costa Rica, fue interceptado en el Puerto de Róterdam. Y no cualquier contenedor, uno con una estructura de acero más complicada que el trámites del INS, ¡diay! El director del OIJ, Michael Soto, ya soltó unas verdades que nos hacen fruncir el ceño.
Según el Ministerio Público de Países Bajos, se encontraron 583 kilos de cocaína y 3 kilos de metanfetamina escondidos ahí. Pero lo que realmente me da qué pensar es que la metanfetamina esté llegando a Europa desde nuestro país. No es joda, la Policía de Control de Drogas (PCD) ya había decomisado 47 kilos hace unos meses, y el mismo OIJ atrapó otros 51. ¡Qué carga!
Soto, con toda la razón del mundo, advierte que ya no solo somos un punto de partida para la cocaína, sino que estamos convirtiéndonos en un centro neurálgico para las llamadas “drogas de diseño” o NPS. Imagínense, estaríamos alimentando una moda peligrosa allá afuera. Esto requiere coordinación con los holandeses para entender cómo demonios está pasando esto, de dónde sale la mercadería y hacia dónde se dirige, ¿eh?
Como les contábamos ayer por la noche, el cargamento salió del puerto de Moín, en Limón, un lugar que parece que a veces se nos escapa de las manos. El decomiso se realizó el 29 de octubre, pero la información tardó en llegar. Hay que meterle lupa a los controles de seguridad de nuestros puertos, porque así no avanzamos ni un palmo. Es evidente que alguien está poniendo mucho esfuerzo en pasar estas cosas, y con recursos considerables, ¿me entienden?
Las autoridades holandesas también han estado picando piedra: en la última semana, decomisaron un total de 783 kilogramos de estupefacientes. Plátanos de Perú, cocaína de Perú y Ecuador... Parece que Europa es el gran comprador final. Y lo peor es que las empresas receptoras, aparentemente, ni siquiera saben que están recibiendo droga. ¡Se van dando maullazos ahí, eh!
Pero la metanfetamina, amigos, es otra liga. Un kilo de esta sustancia puede valer unos 60 mil dólares en dosis. Eso te dice cuánto dinero se mueve detrás de esto. Michael Soto lo dejó clarito: es un negocio extremadamente lucrativo que sigue creciendo. ¡Y eso no pinta bien para nosotros! Un gramo te cuesta casi 30 mil colones en la calle... un robo a mano armada, vamos.
No solo es el tema económico, mijos. La metanfetamina es un químico peligroso que afecta el sistema nervioso central. Aumento de temperatura, daño cerebral, problemas cardíacos… ¡una lista larga de calamidades! Además, ahora están mezclando químicos horribles y vendiéndolos como “drogas de diseño”. Podrían ser letales para los usuarios, y estamos hablando de gente joven, ¿entienden la gravedad de la situación?
Mauricio Boraschi, el fiscal adjunto, ya había lanzado una alerta: la cantidad de droga que entra al país es “enorme”, gracias al crecimiento de la producción en Colombia. Ahora, ¿qué hacemos nosotros? ¿Seguimos pensando que nada malo va a pasar? ¿Vamos a esperar a que la situación se salga de control? Yo pregunto: ¿Qué medidas urgentes deberían tomar el gobierno y las fuerzas policiales para combatir este flagelo y proteger a nuestra juventud?
Según el Ministerio Público de Países Bajos, se encontraron 583 kilos de cocaína y 3 kilos de metanfetamina escondidos ahí. Pero lo que realmente me da qué pensar es que la metanfetamina esté llegando a Europa desde nuestro país. No es joda, la Policía de Control de Drogas (PCD) ya había decomisado 47 kilos hace unos meses, y el mismo OIJ atrapó otros 51. ¡Qué carga!
Soto, con toda la razón del mundo, advierte que ya no solo somos un punto de partida para la cocaína, sino que estamos convirtiéndonos en un centro neurálgico para las llamadas “drogas de diseño” o NPS. Imagínense, estaríamos alimentando una moda peligrosa allá afuera. Esto requiere coordinación con los holandeses para entender cómo demonios está pasando esto, de dónde sale la mercadería y hacia dónde se dirige, ¿eh?
Como les contábamos ayer por la noche, el cargamento salió del puerto de Moín, en Limón, un lugar que parece que a veces se nos escapa de las manos. El decomiso se realizó el 29 de octubre, pero la información tardó en llegar. Hay que meterle lupa a los controles de seguridad de nuestros puertos, porque así no avanzamos ni un palmo. Es evidente que alguien está poniendo mucho esfuerzo en pasar estas cosas, y con recursos considerables, ¿me entienden?
Las autoridades holandesas también han estado picando piedra: en la última semana, decomisaron un total de 783 kilogramos de estupefacientes. Plátanos de Perú, cocaína de Perú y Ecuador... Parece que Europa es el gran comprador final. Y lo peor es que las empresas receptoras, aparentemente, ni siquiera saben que están recibiendo droga. ¡Se van dando maullazos ahí, eh!
Pero la metanfetamina, amigos, es otra liga. Un kilo de esta sustancia puede valer unos 60 mil dólares en dosis. Eso te dice cuánto dinero se mueve detrás de esto. Michael Soto lo dejó clarito: es un negocio extremadamente lucrativo que sigue creciendo. ¡Y eso no pinta bien para nosotros! Un gramo te cuesta casi 30 mil colones en la calle... un robo a mano armada, vamos.
No solo es el tema económico, mijos. La metanfetamina es un químico peligroso que afecta el sistema nervioso central. Aumento de temperatura, daño cerebral, problemas cardíacos… ¡una lista larga de calamidades! Además, ahora están mezclando químicos horribles y vendiéndolos como “drogas de diseño”. Podrían ser letales para los usuarios, y estamos hablando de gente joven, ¿entienden la gravedad de la situación?
Mauricio Boraschi, el fiscal adjunto, ya había lanzado una alerta: la cantidad de droga que entra al país es “enorme”, gracias al crecimiento de la producción en Colombia. Ahora, ¿qué hacemos nosotros? ¿Seguimos pensando que nada malo va a pasar? ¿Vamos a esperar a que la situación se salga de control? Yo pregunto: ¿Qué medidas urgentes deberían tomar el gobierno y las fuerzas policiales para combatir este flagelo y proteger a nuestra juventud?