¡Ay, Dios mío! Parece que el bolsillo del gobierno ha respirado un poquito, al menos eso dice Hacienda. El déficit financiero, que andaba revuelto como gallina ciega, dio una bajadita a octubre pasado. Dicen que es gracias a que se gastó menos en intereses de la deuda, lo cual, vamos, era lo de menos considerando el batacazo que le dimos los nacionales. Un alivio, sí, pero... ¿hasta dónde llega este respiro?
Según los números oficiales, estamos hablando de unos ¢1,34 billones, representando un 2,6% del Producto Interno Bruto (PIB). Eso significa que estamos medio punto porcentual mejor que el año pasado, pero oigan, no nos hagamos ilusiones que ya andamos ricos. Recordemos que la economía global no anda precisamente regalando churros y nosotros seguimos con nuestras cosillas propias.
Lo que realmente echó una manito al bolsillo estatal fue la reducción en los pagos de intereses. Menos interés pagado, menos gastos totales, simpleza. Bajaron casi ¢150 mil millones con respecto al año anterior, cortesía de, según Hacienda, menores pagos tanto en la deuda interna como en la externa. A ver si esos ahorritos se traducen en mejoras reales para el pueblo, porque así nomás, de decirnos que ahorramos, no se come ni se bebe.
Pero aquí viene la pela, mi gente. Pese a que el déficit anduvo mansito, los ingresos… ay, los ingresos. Se quedaron pegados al suelo, creciendo apenas un 0,4% interanual. ¿Se acuerdan el año pasado que crecían a un ritmo del 3,5%? Ahí sí estábamos festejando. Ahora parece que la cosa cambió, y no para bien. Como dicen por ahí, ¡qué sal!
Hacienda explica que parte de esto se debe a la transición del viejo sistema ATV al nuevo TRIBU-CR. Dicen que hubo un período de ajuste en la clasificación de los pagos por impuestos. Ya saben cómo son estos trámites, siempre hay algún lío burocrático que complica la cosa. Eso sí, es fácil culpar al sistema para justificar los malos números, pero a ver si pronto sacan esa varita mágica y lo ponen todo en orden, diay.
Y aunque el gasto total bajó en un 0,6%, la verdad es que esa reducción se concentró en los intereses. Otros rubros, como las remuneraciones y las transferencias corrientes, ¡sí subieron! Más plata para planilla y para dar vueltas, mientras los servicios básicos siguen siendo una torta para muchos. El gasto de capital tampoco se quedó atrás, impulsado por transferencias externas, lo cual plantea la interrogante: ¿de verdad estamos dependiendo de donantes para salir adelante?
En fin, todavía tenemos un superávit primario, ese número que indica que podemos cubrir nuestros gastos sin recurrir a pedir prestado, que afortunadamente se mantuvo en ¢573.600 millones. Según Hacienda, mantener esto es clave para bajar la deuda en el futuro. Pero ojo, la relación deuda/PIB sigue peligrosamente arriba, en 59,9%, muy cerquita de lo que teníamos al final del año pasado, y con una revisión a la baja del PIB. Una combinación que no suena muy chiva, para ser honestos.
Así que ya saben, compañeros del Foro, la cosa está complicada. Aunque el déficit haya dado una pequeña vuelta, los ingresos no acompañan y la deuda sigue acechándonos. ¿Será que este pequeño respiro es suficiente para evitar que la economía se vaya al traste, o necesitamos medidas más drásticas para ponerle freno? ¡Compartan sus opiniones y veamos qué piensa la comunidad!
Según los números oficiales, estamos hablando de unos ¢1,34 billones, representando un 2,6% del Producto Interno Bruto (PIB). Eso significa que estamos medio punto porcentual mejor que el año pasado, pero oigan, no nos hagamos ilusiones que ya andamos ricos. Recordemos que la economía global no anda precisamente regalando churros y nosotros seguimos con nuestras cosillas propias.
Lo que realmente echó una manito al bolsillo estatal fue la reducción en los pagos de intereses. Menos interés pagado, menos gastos totales, simpleza. Bajaron casi ¢150 mil millones con respecto al año anterior, cortesía de, según Hacienda, menores pagos tanto en la deuda interna como en la externa. A ver si esos ahorritos se traducen en mejoras reales para el pueblo, porque así nomás, de decirnos que ahorramos, no se come ni se bebe.
Pero aquí viene la pela, mi gente. Pese a que el déficit anduvo mansito, los ingresos… ay, los ingresos. Se quedaron pegados al suelo, creciendo apenas un 0,4% interanual. ¿Se acuerdan el año pasado que crecían a un ritmo del 3,5%? Ahí sí estábamos festejando. Ahora parece que la cosa cambió, y no para bien. Como dicen por ahí, ¡qué sal!
Hacienda explica que parte de esto se debe a la transición del viejo sistema ATV al nuevo TRIBU-CR. Dicen que hubo un período de ajuste en la clasificación de los pagos por impuestos. Ya saben cómo son estos trámites, siempre hay algún lío burocrático que complica la cosa. Eso sí, es fácil culpar al sistema para justificar los malos números, pero a ver si pronto sacan esa varita mágica y lo ponen todo en orden, diay.
Y aunque el gasto total bajó en un 0,6%, la verdad es que esa reducción se concentró en los intereses. Otros rubros, como las remuneraciones y las transferencias corrientes, ¡sí subieron! Más plata para planilla y para dar vueltas, mientras los servicios básicos siguen siendo una torta para muchos. El gasto de capital tampoco se quedó atrás, impulsado por transferencias externas, lo cual plantea la interrogante: ¿de verdad estamos dependiendo de donantes para salir adelante?
En fin, todavía tenemos un superávit primario, ese número que indica que podemos cubrir nuestros gastos sin recurrir a pedir prestado, que afortunadamente se mantuvo en ¢573.600 millones. Según Hacienda, mantener esto es clave para bajar la deuda en el futuro. Pero ojo, la relación deuda/PIB sigue peligrosamente arriba, en 59,9%, muy cerquita de lo que teníamos al final del año pasado, y con una revisión a la baja del PIB. Una combinación que no suena muy chiva, para ser honestos.
Así que ya saben, compañeros del Foro, la cosa está complicada. Aunque el déficit haya dado una pequeña vuelta, los ingresos no acompañan y la deuda sigue acechándonos. ¿Será que este pequeño respiro es suficiente para evitar que la economía se vaya al traste, o necesitamos medidas más drásticas para ponerle freno? ¡Compartan sus opiniones y veamos qué piensa la comunidad!
