¡Ay, papá! Aquí seguimos, celebrando el Día de la Democracia, y Orlando Aguirre, el big boss de la Corte, le echó un discurso duro pa'l lote. Dijo que la democracia necesita controles, vigilancias y resultados tangibles pa’ la gente. Lo bueno es que reconoce que la justicia tiene que estar cerquita del pueblo, quitándose esos modos de aristócratas que parecían tenernos olvidados.
El rollo es que, si le ponemos lupa, hace rato que estamos viendo cómo se manejan las cosas por acá. Cambios de mando a la vista, elecciones presidenciales rondando la esquina... y parece que la política sigue siendo un brete bien complicado donde los intereses personales a veces opacan el bienestar general. Todos hablan de transparencia y rendición de cuentas, pero la práctica... bueno, ahí es donde a veces se empantanaba el río.
Aguirre, quien ha sido bastante critico con algunos aspectos del sistema, recalcó que defender la democracia hoy no es solo hablar bonito, sino también asegurarse de que las instituciones funcionen como dicen y que la gente realmente sienta que sus derechos están protegidos. Más que discursos, necesitamos acciones que demuestren que los que están arriba sí les importa el país y no solamente su propio bolsillo.
Lo que me pregunto es si estos llamados a fortalecer los controles son suficientes. Porque, díganme, ¿cómo hacemos para evitar que el poder se concentre en pocas manos? ¿Cómo evitamos la corrupción rampante que tanto nos duele como país? Con leyes nuevas, claro, pero también con una ciudadanía más activa, más informada y dispuesta a exigir lo que le corresponde, ¿no?
Y hablando de eso, recordemos el caso de la Caja Costarricense de Seguro Social. Un verdadero desmadre, un tortazo pa’la cara de todos los asegurados. Robos, manejos sospechosos… una lista interminable de problemas que minan la confianza en las instituciones públicas. Aguirre mencionó la necesidad de ‘resultados tangibles’, pero la verdad es que muchos todavía ven poco progreso en esa área.
Otro punto clave es la independencia del Poder Judicial, algo que Aguirre defendió con uñas y dientes. Y razón tiene. Un juez que no puede tomar decisiones sin temor a represalias políticas o presiones externas no es un juez libre. Es un títere, un muñeco al que mueven los hilos otros. Si perdemos eso, hemos perdido la partida, mi hermano. Ya estábamos regados desde antes.
Pero no todo es negativo, eh. Hay gente comprometida trabajando por un cambio real. Jóvenes activistas, organizaciones sociales, periodistas investigativos… todos ellos luchando contra viento y marea para hacer de Costa Rica un lugar más justo y equitativo. Su labor es vital, y merecen todo nuestro apoyo.
En fin, la democracia es un proceso continuo, una lucha constante. No podemos dormirnos en los laureles ni pensar que ya ganamos la batalla. Tenemos mucho que mejorar, muchas varas por recorrer. Así que, dime tú, ¿crees que las medidas propuestas por el Presidente Cortes y el discurso de Aguirre serán suficientes para garantizar una democracia sólida y transparente en Costa Rica, o necesitamos algo más radical, un cambio profundo en nuestra forma de entender la política y el gobierno?
El rollo es que, si le ponemos lupa, hace rato que estamos viendo cómo se manejan las cosas por acá. Cambios de mando a la vista, elecciones presidenciales rondando la esquina... y parece que la política sigue siendo un brete bien complicado donde los intereses personales a veces opacan el bienestar general. Todos hablan de transparencia y rendición de cuentas, pero la práctica... bueno, ahí es donde a veces se empantanaba el río.
Aguirre, quien ha sido bastante critico con algunos aspectos del sistema, recalcó que defender la democracia hoy no es solo hablar bonito, sino también asegurarse de que las instituciones funcionen como dicen y que la gente realmente sienta que sus derechos están protegidos. Más que discursos, necesitamos acciones que demuestren que los que están arriba sí les importa el país y no solamente su propio bolsillo.
Lo que me pregunto es si estos llamados a fortalecer los controles son suficientes. Porque, díganme, ¿cómo hacemos para evitar que el poder se concentre en pocas manos? ¿Cómo evitamos la corrupción rampante que tanto nos duele como país? Con leyes nuevas, claro, pero también con una ciudadanía más activa, más informada y dispuesta a exigir lo que le corresponde, ¿no?
Y hablando de eso, recordemos el caso de la Caja Costarricense de Seguro Social. Un verdadero desmadre, un tortazo pa’la cara de todos los asegurados. Robos, manejos sospechosos… una lista interminable de problemas que minan la confianza en las instituciones públicas. Aguirre mencionó la necesidad de ‘resultados tangibles’, pero la verdad es que muchos todavía ven poco progreso en esa área.
Otro punto clave es la independencia del Poder Judicial, algo que Aguirre defendió con uñas y dientes. Y razón tiene. Un juez que no puede tomar decisiones sin temor a represalias políticas o presiones externas no es un juez libre. Es un títere, un muñeco al que mueven los hilos otros. Si perdemos eso, hemos perdido la partida, mi hermano. Ya estábamos regados desde antes.
Pero no todo es negativo, eh. Hay gente comprometida trabajando por un cambio real. Jóvenes activistas, organizaciones sociales, periodistas investigativos… todos ellos luchando contra viento y marea para hacer de Costa Rica un lugar más justo y equitativo. Su labor es vital, y merecen todo nuestro apoyo.
En fin, la democracia es un proceso continuo, una lucha constante. No podemos dormirnos en los laureles ni pensar que ya ganamos la batalla. Tenemos mucho que mejorar, muchas varas por recorrer. Así que, dime tú, ¿crees que las medidas propuestas por el Presidente Cortes y el discurso de Aguirre serán suficientes para garantizar una democracia sólida y transparente en Costa Rica, o necesitamos algo más radical, un cambio profundo en nuestra forma de entender la política y el gobierno?