¡Ay, Dios mío! El Hospital Nacional de Niños volvió a darle vida a la Navidad con el encendido de su tradicional árbol. Este juevito, ya saben, cumpliendo 61 añitos de iluminar esperanzas, aunque este año tuvimos que adaptarnos un poco, ¿eh?
La verdad es que el árbol luce espectacular, miles de lucitas LED brillando como si fueran estrellas bajadas directamente del cielo. Se hicieron actividades chivísimas para los pajaritos, música alegre, dibujitos... pura magia para estos peques que están pasando por cosas difíciles, diay.
Pero hay un brete que me preocupa, mae. Por temas de salud y seguridad, como nos han contado, la actividad fue privada. Esto quiere decir que muchos otros nenes y familias que suelen venir a disfrutar de este momento especial, pues se quedaron fuera. Entiendo las precauciones, claro, pero a veces parece que se pone la barrera muy alta, ¿no creen?
Y hablando de precauciones, me acuerdo de cómo era antes, cuando mi hermana pequeña iba al hospital. Era un pachanga total, la plaza llena de gente, rifas, comida rica... ahora es mucho más tranquilo, sí, pero también un poquito más triste, ¿entienden qué quiero decir? Uno extraña esa vibra de comunidad, de compartir alegría.
Este año, los que pudieron entrar fueron algunos pacientes ambulatorios y los que estaban internados con sus familiares. Me comentan que les puso la piel de gallina ver el árbol encendido desde adentro, sintiendo el cariño de todo el personal médico y enfermeras. ¡Son unos héroes!, la verdad.
Lo bueno es que la tradición sigue viva, eso sí importa. El árbol es símbolo de esperanza, de que incluso en medio de la adversidad siempre hay luz. Y es lindo ver cómo los niños, a pesar de todo, siguen creyendo en la Navidad, en los Reyes Magos, en Papá Noel... ¡Qué privilegio!
Sin embargo, creo que sería importante pensar en formas de hacer que este espíritu navideño llegue a más personas. Tal vez organizar actividades virtuales, transmisiones en vivo, o buscar maneras creativas de llevar un pedacito de ese ambiente mágico a quienes no pueden estar físicamente allí. Porque, al final, la Navidad es de todos, ¿no?
Ahora dime, compañeros del Foro: ¿Ustedes creen que, con todas estas restricciones, estamos perdiendo parte del verdadero significado de la Navidad? ¿Cómo podríamos asegurar que la alegría y la esperanza del árbol del Hospital lleguen a todos los nenes de Costa Rica, independientemente de si están dentro o fuera de sus muros?
La verdad es que el árbol luce espectacular, miles de lucitas LED brillando como si fueran estrellas bajadas directamente del cielo. Se hicieron actividades chivísimas para los pajaritos, música alegre, dibujitos... pura magia para estos peques que están pasando por cosas difíciles, diay.
Pero hay un brete que me preocupa, mae. Por temas de salud y seguridad, como nos han contado, la actividad fue privada. Esto quiere decir que muchos otros nenes y familias que suelen venir a disfrutar de este momento especial, pues se quedaron fuera. Entiendo las precauciones, claro, pero a veces parece que se pone la barrera muy alta, ¿no creen?
Y hablando de precauciones, me acuerdo de cómo era antes, cuando mi hermana pequeña iba al hospital. Era un pachanga total, la plaza llena de gente, rifas, comida rica... ahora es mucho más tranquilo, sí, pero también un poquito más triste, ¿entienden qué quiero decir? Uno extraña esa vibra de comunidad, de compartir alegría.
Este año, los que pudieron entrar fueron algunos pacientes ambulatorios y los que estaban internados con sus familiares. Me comentan que les puso la piel de gallina ver el árbol encendido desde adentro, sintiendo el cariño de todo el personal médico y enfermeras. ¡Son unos héroes!, la verdad.
Lo bueno es que la tradición sigue viva, eso sí importa. El árbol es símbolo de esperanza, de que incluso en medio de la adversidad siempre hay luz. Y es lindo ver cómo los niños, a pesar de todo, siguen creyendo en la Navidad, en los Reyes Magos, en Papá Noel... ¡Qué privilegio!
Sin embargo, creo que sería importante pensar en formas de hacer que este espíritu navideño llegue a más personas. Tal vez organizar actividades virtuales, transmisiones en vivo, o buscar maneras creativas de llevar un pedacito de ese ambiente mágico a quienes no pueden estar físicamente allí. Porque, al final, la Navidad es de todos, ¿no?
Ahora dime, compañeros del Foro: ¿Ustedes creen que, con todas estas restricciones, estamos perdiendo parte del verdadero significado de la Navidad? ¿Cómo podríamos asegurar que la alegría y la esperanza del árbol del Hospital lleguen a todos los nenes de Costa Rica, independientemente de si están dentro o fuera de sus muros?
