A ver, maes, para que no digan que en el foro solo se habla de presas y del precio del dólar. Hay varas que de verdad le alegran a uno el día, y esta es una de ellas. Resulta que el Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi) soltó una cifra que es para ponerla en un marco: desde que se inventó el Sistema Financiero para la Vivienda, le han dado el bono para casa propia a 191.657 mujeres que son la cabeza de su familia. ¡Casi 200.000! ¡Qué tuanis la noticia!
Y para que la vara no se quede en puros números fríos, pongámosle cara y nombre. Una de las historias más recientes es la de Kristel Díjeres, una mamá de dos güilas en Liberia. Mae, cualquiera que viva o haya intentado buscar algo en Liberia sabe que los alquileres allá no juegan. Son un sablazo que lo deja a uno viendo para el ciprés a media quincena. Ella misma lo dijo clarito: "vamos a poder respirar más económicamente". Y diay, de eso se trata, ¿no? De que el brete de todos los días no se vaya completo en pagar un techo que ni siquiera es suyo, sino que alcance para vivir un poco mejor y darle más oportunidades a los chiquitos.
Lo más interesante es que esto no es pura casualidad o suerte. Según el gerente del Banhvi, Dagoberto Hidalgo, hay una directriz clarísima de darle prioridad a este grupo. Y la verdad, tiene todo el sentido del mundo. El mismo Hidalgo lo puso en palabras un poco formales, pero el mensaje de fondo es que la realidad es que estas mujeres son unas cargas. Se fajan dentro y fuera de la casa, hacen malabares con el tiempo y la plata, y sacan adelante a sus familias contra viento y marea. Darles la seguridad de una choza propia no es un regalo, es una inversión en estabilidad para todo el núcleo familiar y, por extensión, para el país. ¡Qué nivel de enfoque!
Ahora, si alguno está pensando que esto es un beneficio para gente con buenos salarios, mejor siéntese. El 73% de esas casi 200.000 mujeres, o sea, unas 139.400, tienen un ingreso familiar que no llega ni a los ¢477.000 al mes. Estamos hablando del segmento que más la pulsea para llegar a fin de mes. Y el beneficio no se queda pegado en la GAM; aunque San José y Alajuela lideran, Limón y Puntarenas les pisan los talones con más de 30.000 bonos cada una. La tendencia, además, va para arriba. Solo en lo que llevamos de este año, el 64% de todos los bonos entregados han sido para jefaturas femeninas. ¡A cachete!
Al final del día, mae, esta es una de esas noticias que demuestran que, a veces, las políticas públicas sí le llegan a quien tienen que llegarle. No es la solución mágica para todo el déficit habitacional, claro que no, pero es un paso gigante en la dirección correcta, enfocado en uno de los grupos que históricamente ha tenido más obstáculos. Es un empujón directo a la independencia económica y a la seguridad de miles de familias ticas. Y eso, se ponga como se ponga, es algo que vale la pena celebrar.
La pregunta para el foro es: ¿Conocen a alguien que se haya beneficiado con el bono? ¿Creen que este tipo de políticas focalizadas son la clave para empezar a morderle de verdad al déficit de vivienda en el país, o es apenas una gota en el mar? ¡Los leo!
Y para que la vara no se quede en puros números fríos, pongámosle cara y nombre. Una de las historias más recientes es la de Kristel Díjeres, una mamá de dos güilas en Liberia. Mae, cualquiera que viva o haya intentado buscar algo en Liberia sabe que los alquileres allá no juegan. Son un sablazo que lo deja a uno viendo para el ciprés a media quincena. Ella misma lo dijo clarito: "vamos a poder respirar más económicamente". Y diay, de eso se trata, ¿no? De que el brete de todos los días no se vaya completo en pagar un techo que ni siquiera es suyo, sino que alcance para vivir un poco mejor y darle más oportunidades a los chiquitos.
Lo más interesante es que esto no es pura casualidad o suerte. Según el gerente del Banhvi, Dagoberto Hidalgo, hay una directriz clarísima de darle prioridad a este grupo. Y la verdad, tiene todo el sentido del mundo. El mismo Hidalgo lo puso en palabras un poco formales, pero el mensaje de fondo es que la realidad es que estas mujeres son unas cargas. Se fajan dentro y fuera de la casa, hacen malabares con el tiempo y la plata, y sacan adelante a sus familias contra viento y marea. Darles la seguridad de una choza propia no es un regalo, es una inversión en estabilidad para todo el núcleo familiar y, por extensión, para el país. ¡Qué nivel de enfoque!
Ahora, si alguno está pensando que esto es un beneficio para gente con buenos salarios, mejor siéntese. El 73% de esas casi 200.000 mujeres, o sea, unas 139.400, tienen un ingreso familiar que no llega ni a los ¢477.000 al mes. Estamos hablando del segmento que más la pulsea para llegar a fin de mes. Y el beneficio no se queda pegado en la GAM; aunque San José y Alajuela lideran, Limón y Puntarenas les pisan los talones con más de 30.000 bonos cada una. La tendencia, además, va para arriba. Solo en lo que llevamos de este año, el 64% de todos los bonos entregados han sido para jefaturas femeninas. ¡A cachete!
Al final del día, mae, esta es una de esas noticias que demuestran que, a veces, las políticas públicas sí le llegan a quien tienen que llegarle. No es la solución mágica para todo el déficit habitacional, claro que no, pero es un paso gigante en la dirección correcta, enfocado en uno de los grupos que históricamente ha tenido más obstáculos. Es un empujón directo a la independencia económica y a la seguridad de miles de familias ticas. Y eso, se ponga como se ponga, es algo que vale la pena celebrar.
La pregunta para el foro es: ¿Conocen a alguien que se haya beneficiado con el bono? ¿Creen que este tipo de políticas focalizadas son la clave para empezar a morderle de verdad al déficit de vivienda en el país, o es apenas una gota en el mar? ¡Los leo!