Maes, a ver, seamos honestos. Siempre nos llenamos la boca con el "Pura Vida", la bandera azul ecológica y que somos el paraíso verde del planeta. Y sí, mucho de eso es cierto y qué orgullo. Pero de vez en cuando nos llega un estudio que nos da una cachetada de realidad y nos recuerda que debajo de la alfombra verde tenemos un despiche montado. La última bomba la soltó el Colegio de Químicos junto a la gente del CIMAR, y la vara es para sentarse a llorar: nuestras playas, nuestro mar y hasta el pescado que nos comemos están hasta el cuello de microplásticos. ¡Qué torta nos estamos jalando como país!
Los datos son de esos que uno lee y tiene que volver a leer porque no se la cree. El estudio preliminar dice que más del 90% de las muestras de arena y agua están contaminadas. O sea, vaya a la playa que vaya, lo más seguro es que esté pisando y nadando entre pedacitos microscópicos de plástico. Y para ponerle la cereza al pastel del desastre, en Puntarenas midieron hasta 2,934 de estas partículas por metro cuadrado. ¡Casi tres mil chunches de plástico en un cuadrito de un metro por un metro! Diay, ¿de dónde sale tanto cochinero? Pues de la ropa que lavamos todos los días y, cómo no, de las redes de pesca que algún genio deja botadas en el mar. El paseíto a la playa se nos está yendo al traste, y lo peor es que nosotros mismos lo estamos causando.
Pero aquí es donde la vara se pone realmente fea, porque esto no es solo un problema estético de ver la playa sucia. El estudio encontró estos microplásticos en pescados, camarones y hasta langostas. Sí, mae, en el ceviche del fin de semana, en el arroz con camarones de mamá, en el gallo pinto con pescado frito. Y no es solo que los pobres bichos se coman el plástico y se mueran; es que esas partículas vienen con un combo de químicos tóxicos, como el famoso Bisfenol-A (BPA), que los científicos vinculan con cáncer y un montón de broncas hormonales. Como dijo uno de los químicos del brete, Juan Guillermo Sagot, esa basura que tiramos nos está regresando directo al plato. Es un círculo vicioso perfecto y nosotros estamos en el menú.
Y uno se pregunta, ¿cómo llegamos a esto? La respuesta es tan deprimente como predecible: nuestra gestión de la basura es un chiste. Se estima que en Costa Rica reciclamos menos del 5% del plástico que usamos. ¡Menos del 5%! El resto termina en botaderos o, peor aún, en ríos como el Tárcoles, que funciona como una autopista de basura directo al Pacífico, especialmente ahora que entran los baldazos de la época lluviosa. Estamos matando la gallinita de los huevos de oro, porque el turismo, nuestro motor económico, depende de playas limpias y de esa imagen de paraíso natural que estamos manchando con nuestra propia mugre. Sencillamente, estamos salados si seguimos por este camino.
Lo más alarmante es que esto ya no es una teoría lejana. Estudios en otras partes del mundo ya han encontrado microplásticos en sangre, pulmones y hasta en placentas humanas. Aquí el estudio sigue, pero los primeros resultados son una sirena de emergencia que no podemos ignorar. El Colegio de Químicos está haciendo un llamado para que esta investigación no se quede en un PDF bonito en un escritorio. Necesitamos acciones, políticas serias y, sobre todo, un cambio de mentalidad. Así que les pregunto, gente del foro: más allá de echarle la culpa al gobierno de turno o a la empresa de la esquina, ¿qué carajos vamos a hacer nosotros? ¿O vamos a seguir haciéndonos los locos hasta que el ceviche venga con advertencia de salud del Ministerio?
Los datos son de esos que uno lee y tiene que volver a leer porque no se la cree. El estudio preliminar dice que más del 90% de las muestras de arena y agua están contaminadas. O sea, vaya a la playa que vaya, lo más seguro es que esté pisando y nadando entre pedacitos microscópicos de plástico. Y para ponerle la cereza al pastel del desastre, en Puntarenas midieron hasta 2,934 de estas partículas por metro cuadrado. ¡Casi tres mil chunches de plástico en un cuadrito de un metro por un metro! Diay, ¿de dónde sale tanto cochinero? Pues de la ropa que lavamos todos los días y, cómo no, de las redes de pesca que algún genio deja botadas en el mar. El paseíto a la playa se nos está yendo al traste, y lo peor es que nosotros mismos lo estamos causando.
Pero aquí es donde la vara se pone realmente fea, porque esto no es solo un problema estético de ver la playa sucia. El estudio encontró estos microplásticos en pescados, camarones y hasta langostas. Sí, mae, en el ceviche del fin de semana, en el arroz con camarones de mamá, en el gallo pinto con pescado frito. Y no es solo que los pobres bichos se coman el plástico y se mueran; es que esas partículas vienen con un combo de químicos tóxicos, como el famoso Bisfenol-A (BPA), que los científicos vinculan con cáncer y un montón de broncas hormonales. Como dijo uno de los químicos del brete, Juan Guillermo Sagot, esa basura que tiramos nos está regresando directo al plato. Es un círculo vicioso perfecto y nosotros estamos en el menú.
Y uno se pregunta, ¿cómo llegamos a esto? La respuesta es tan deprimente como predecible: nuestra gestión de la basura es un chiste. Se estima que en Costa Rica reciclamos menos del 5% del plástico que usamos. ¡Menos del 5%! El resto termina en botaderos o, peor aún, en ríos como el Tárcoles, que funciona como una autopista de basura directo al Pacífico, especialmente ahora que entran los baldazos de la época lluviosa. Estamos matando la gallinita de los huevos de oro, porque el turismo, nuestro motor económico, depende de playas limpias y de esa imagen de paraíso natural que estamos manchando con nuestra propia mugre. Sencillamente, estamos salados si seguimos por este camino.
Lo más alarmante es que esto ya no es una teoría lejana. Estudios en otras partes del mundo ya han encontrado microplásticos en sangre, pulmones y hasta en placentas humanas. Aquí el estudio sigue, pero los primeros resultados son una sirena de emergencia que no podemos ignorar. El Colegio de Químicos está haciendo un llamado para que esta investigación no se quede en un PDF bonito en un escritorio. Necesitamos acciones, políticas serias y, sobre todo, un cambio de mentalidad. Así que les pregunto, gente del foro: más allá de echarle la culpa al gobierno de turno o a la empresa de la esquina, ¿qué carajos vamos a hacer nosotros? ¿O vamos a seguir haciéndonos los locos hasta que el ceviche venga con advertencia de salud del Ministerio?