Maes, en serio, ¿podemos hablar de lo que pasó anoche? Porque creo que medio país se asomó a la ventana con el celular en la mano, pensando una mezcla de "¡qué nivel!" y "ojalá no se vaya la luz". El cielo no estaba para bromas. Parecía que alguien allá arriba había encontrado el interruptor de una bola de disco celestial y lo había dejado pegado. Fue una de esas noches en que la naturaleza nos recuerda quién manda, pero esta vez, lo hizo con un espectáculo que nos dejó a todos con la boca abierta.
Y no, no era vara de uno que se sentía más fuerte que de costumbre. La vara es que fue real y masivo. El Instituto Meteorológico Nacional (IMN) se puso en el brete de contar cada uno de esos chispazos y el número es de locos: casi 6,000 rayos cayeron en todo el territorio nacional entre las 6 de la tarde y la medianoche. ¡Seis mil! La mayoría concentrados en un lapso de hora y media, entre las 8:30 p.m. y las 10:00 p.m., que fue cuando la sinfonía de luces y truenos alcanzó su clímax. Diay, con razón sentíamos que teníamos el concierto de AC/DC en el techo de la casa.
Pero aquí es donde la historia se pone todavía más tuanis. Uno ve esa cantidad de rayos y de inmediato se imagina el peor escenario: árboles caídos, el internet yéndose al traste, algún chunche electrónico quemado... lo típico. Sin embargo, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) salió a decir que, increíblemente, no recibieron reportes de afectaciones serias por las lluvias o la rayería. O sea, tuvimos un espectáculo natural de primer mundo, con efectos especiales que ni en Hollywood, y por dicha, sin las consecuencias negativas. Fue puro show, una demostración de poder sin heridos. ¡Qué chiva cuando pasa así!
Ahora, hablemos de los verdaderos cargas de la noche: todos los ticos y ticas que, en lugar de esconderse debajo de las cobijas, se armaron de valor y sacaron el celular. Las redes sociales se inundaron con unas postales apocalípticas pero chivísimas. ¡Qué nivel de fotos y videos se mandaron! Desde Guadalupe, Tibás, Calle Blancos, San Isidro... por todo lado la gente logró capturar la majestuosidad del momento. Esas imágenes de los rayos partiendo el cielo sobre la ciudad no tienen precio. Es la prueba de que, a veces, los mejores directores de fotografía no están en un set de filmación, sino en un balcón cualquiera del Valle Central esperando el momento justo.
Al final, más allá del susto inicial, noches como la del martes nos conectan. Todos estábamos viendo lo mismo, sintiendo esa misma mezcla de asombro y respeto. Fue un recordatorio de que vivimos en un país donde la naturaleza no pide permiso para montar el mejor espectáculo del mundo, y además, lo hace gratis. Nos dejó claro que, a pesar de cualquier problema o estrés del día a día, a veces solo hace falta mirar para arriba para presenciar algo verdaderamente extraordinario. Fue, sin duda, una noche para el recuerdo.
Y ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Dónde los agarró la rayería? ¿Lograron sacar alguna foto o video que esté a cachete? ¡Compartan aquí sus historias y sus mejores tomas!
Y no, no era vara de uno que se sentía más fuerte que de costumbre. La vara es que fue real y masivo. El Instituto Meteorológico Nacional (IMN) se puso en el brete de contar cada uno de esos chispazos y el número es de locos: casi 6,000 rayos cayeron en todo el territorio nacional entre las 6 de la tarde y la medianoche. ¡Seis mil! La mayoría concentrados en un lapso de hora y media, entre las 8:30 p.m. y las 10:00 p.m., que fue cuando la sinfonía de luces y truenos alcanzó su clímax. Diay, con razón sentíamos que teníamos el concierto de AC/DC en el techo de la casa.
Pero aquí es donde la historia se pone todavía más tuanis. Uno ve esa cantidad de rayos y de inmediato se imagina el peor escenario: árboles caídos, el internet yéndose al traste, algún chunche electrónico quemado... lo típico. Sin embargo, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) salió a decir que, increíblemente, no recibieron reportes de afectaciones serias por las lluvias o la rayería. O sea, tuvimos un espectáculo natural de primer mundo, con efectos especiales que ni en Hollywood, y por dicha, sin las consecuencias negativas. Fue puro show, una demostración de poder sin heridos. ¡Qué chiva cuando pasa así!
Ahora, hablemos de los verdaderos cargas de la noche: todos los ticos y ticas que, en lugar de esconderse debajo de las cobijas, se armaron de valor y sacaron el celular. Las redes sociales se inundaron con unas postales apocalípticas pero chivísimas. ¡Qué nivel de fotos y videos se mandaron! Desde Guadalupe, Tibás, Calle Blancos, San Isidro... por todo lado la gente logró capturar la majestuosidad del momento. Esas imágenes de los rayos partiendo el cielo sobre la ciudad no tienen precio. Es la prueba de que, a veces, los mejores directores de fotografía no están en un set de filmación, sino en un balcón cualquiera del Valle Central esperando el momento justo.
Al final, más allá del susto inicial, noches como la del martes nos conectan. Todos estábamos viendo lo mismo, sintiendo esa misma mezcla de asombro y respeto. Fue un recordatorio de que vivimos en un país donde la naturaleza no pide permiso para montar el mejor espectáculo del mundo, y además, lo hace gratis. Nos dejó claro que, a pesar de cualquier problema o estrés del día a día, a veces solo hace falta mirar para arriba para presenciar algo verdaderamente extraordinario. Fue, sin duda, una noche para el recuerdo.
Y ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Dónde los agarró la rayería? ¿Lograron sacar alguna foto o video que esté a cachete? ¡Compartan aquí sus historias y sus mejores tomas!