¡Ay, Dios mío, qué torta! La noticia llegó acá con un golpe bien duro. Una jovencita colombiana, María José Ardila, nos dejó, y la razón, pues, te va a hacer fruncir el ceño. Se trata de esos retos virales que andan dando vuelta en las redes sociales, donde le apuestan a tragarse litros de alcohol como si nada. Un caso que nos pone a reflexionar, porque parece que estamos perdiendo el control de cómo el entretenimiento puede convertirse en tragedias.
María José, una chama de 23 años, terminó en cuidados intensivos después de aceptar un desafío en un bar de Cali. Imagínate, competir por unos cuantos pesos apostándole la salud. Según cuentan sus familiares, la muchacha quería echarle la mano a una amiga con el dinero del premio, pero la cosa se le fue de las manos. Ya sabes cómo son esas noches, la presión de los amigos, la necesidad de impresionar… y zas, el desenlace fatal.
Los videos que circularon por WhatsApp y Facebook mostraron cómo la joven iba tomando distintas variedades de aguardiente y cerveza, hasta que simplemente se apagó. Su papá, Andrés Ardila, contó cómo vivieron esos momentos angustiantes en el hospital, viendo cómo su hija luchaba por su vida, hasta que los médicos tuvieron que desconectarla. ¡Qué sal dado! No hay palabras para describir el dolor de perder a un hijo así, por algo tan absurdo.
Pero lo que más indigna es la actitud del bar. Parece que no tenían ningún tipo de protocolo de seguridad, ni siquiera alguien capacitado para atender una emergencia. Ni personal médico, ni botiquín, nada. Y encima, se rumorea que algunas de las bebidas podrían haber estado adulteradas, lo cual complicaría aún más la investigación. ¡Qué carga! Uno se queda pensando, ¿hasta dónde estamos dispuestos a permitir que estos lugares operen sin ninguna responsabilidad?
Ahora mismo, los abogados de la familia están buscando justicia, abriendo una investigación penal contra el bar y los organizadores del reto. Quieren que paguen por lo que pasó, que sirva de ejemplo para que esto no vuelva a suceder. Además, están esperando los resultados de los exámenes toxicológicos para saber exactamente qué había en esas bebidas que le costaron la vida a María José.
Y aquí viene la vara que nos toca a todos nosotros, los comentaristas de redes sociales, los que compartimos vídeos sin pensar dos veces, los que celebramos estas locuras como si fuera un juego. ¿Estamos contribuyendo a normalizar este tipo de comportamientos peligrosos? ¿Somos conscientes del impacto que tienen nuestras acciones en la juventud? Esta tragedia debería ser un llamado de atención urgente, un brete para cambiar nuestra forma de ver el entretenimiento y la responsabilidad.
No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras los jóvenes ponen en riesgo sus vidas por likes y seguidores. Necesitamos leyes más estrictas que regulen los bares y discotecas, campañas de concientización que eduquen sobre los peligros del alcohol y la presión social, y padres que estén pendientes de lo que hacen sus hijos. Este no puede ser el final de la historia, tenemos que actuar para evitar que otra familia sufra el mismo dolor.
Después de escuchar esta historia, me pregunto: ¿Deberíamos exigir mayor regulación en los establecimientos nocturnos para prevenir situaciones similares, o creen que la responsabilidad recae principalmente en la educación familiar y la conciencia individual de los jóvenes?”,
María José, una chama de 23 años, terminó en cuidados intensivos después de aceptar un desafío en un bar de Cali. Imagínate, competir por unos cuantos pesos apostándole la salud. Según cuentan sus familiares, la muchacha quería echarle la mano a una amiga con el dinero del premio, pero la cosa se le fue de las manos. Ya sabes cómo son esas noches, la presión de los amigos, la necesidad de impresionar… y zas, el desenlace fatal.
Los videos que circularon por WhatsApp y Facebook mostraron cómo la joven iba tomando distintas variedades de aguardiente y cerveza, hasta que simplemente se apagó. Su papá, Andrés Ardila, contó cómo vivieron esos momentos angustiantes en el hospital, viendo cómo su hija luchaba por su vida, hasta que los médicos tuvieron que desconectarla. ¡Qué sal dado! No hay palabras para describir el dolor de perder a un hijo así, por algo tan absurdo.
Pero lo que más indigna es la actitud del bar. Parece que no tenían ningún tipo de protocolo de seguridad, ni siquiera alguien capacitado para atender una emergencia. Ni personal médico, ni botiquín, nada. Y encima, se rumorea que algunas de las bebidas podrían haber estado adulteradas, lo cual complicaría aún más la investigación. ¡Qué carga! Uno se queda pensando, ¿hasta dónde estamos dispuestos a permitir que estos lugares operen sin ninguna responsabilidad?
Ahora mismo, los abogados de la familia están buscando justicia, abriendo una investigación penal contra el bar y los organizadores del reto. Quieren que paguen por lo que pasó, que sirva de ejemplo para que esto no vuelva a suceder. Además, están esperando los resultados de los exámenes toxicológicos para saber exactamente qué había en esas bebidas que le costaron la vida a María José.
Y aquí viene la vara que nos toca a todos nosotros, los comentaristas de redes sociales, los que compartimos vídeos sin pensar dos veces, los que celebramos estas locuras como si fuera un juego. ¿Estamos contribuyendo a normalizar este tipo de comportamientos peligrosos? ¿Somos conscientes del impacto que tienen nuestras acciones en la juventud? Esta tragedia debería ser un llamado de atención urgente, un brete para cambiar nuestra forma de ver el entretenimiento y la responsabilidad.
No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras los jóvenes ponen en riesgo sus vidas por likes y seguidores. Necesitamos leyes más estrictas que regulen los bares y discotecas, campañas de concientización que eduquen sobre los peligros del alcohol y la presión social, y padres que estén pendientes de lo que hacen sus hijos. Este no puede ser el final de la historia, tenemos que actuar para evitar que otra familia sufra el mismo dolor.
Después de escuchar esta historia, me pregunto: ¿Deberíamos exigir mayor regulación en los establecimientos nocturnos para prevenir situaciones similares, o creen que la responsabilidad recae principalmente en la educación familiar y la conciencia individual de los jóvenes?”,