El despiche "Pet-Friendly": Crónica de un portazo en la cara que ahora nos muerde a todos

Estudiante Periodismo

Moderador en Noticias
Forero Regular
Bueno, maes, seguro ya todos se enteraron del zafarrancho en Multiplaza Escazú este fin de semana, donde un chiquito terminó mordido por un perro. Y como era de esperarse, se volvió a abrir el debate de siempre: ¿qué diablos pasa con los lugares que se autoproclaman “pet-friendly”? La vara es que todo este despiche, esta falta de reglas claras que hoy nos explota en la cara, se pudo haber evitado. Lo más triste es que no se evitó por pura y simple negligencia burocrática. Una investigación de CRHoy.com acaba de sacar a la luz una historia que es para sentarse a llorar de la cólera.

Resulta que por allá del 2018-2019, cuando esta moda de llevar al perrito hasta para comprar el pan apenas empezaba, el Colegio de Veterinarios tuvo una idea que, viéndola hoy, suena a genialidad pura. Se acercaron, con toda la buena intención del mundo, al Ministerio de Salud y les dijeron: “Epa, este tema se va a hacer grande y se puede salir de control. Déjennos a nosotros, que somos los expertos en animales y salud pública, crear un reglamento, capacitar y fiscalizar los locales”. Tenían hasta un borrador del brete listo. ¿Y qué creen que pasó? La respuesta del Ministerio de Salud fue, agárrense, un portazo en la cara. Palabras más, palabras menos: “eso no les toca, no se metan”. Así, en seco.

Ese “no se metan” no fue un simple portazo; fue la lápida para un plan que sonaba bastante sensato. La idea de los veterinarios era un paquete completo: querían capacitar a los comercios, darles lineamientos claros sobre seguridad, higiene y bienestar animal, y luego fiscalizarlos. ¡Incluso querían crear un registro oficial en su página web! Imagínense qué tuanis: usted quiere ir a un café con su perro y, en lugar de confiar en un rótulo bonito, se mete a la página de los Vets y ve una lista de lugares que de verdad cumplen, que tienen un sello de garantía. Pero no. Como el Ministerio les dijo que nanai, todo ese brete se fue al traste. Y ahora vivimos en la jungla, donde cualquier soda con tres mesas en la acera se pone el sticker y ¡listo!, ya es “pet-friendly”.

Lo que más frustra de todo esto es lo que dice la propia presidenta del Colegio de Veterinarios, Silvia Coto: el Ministerio de Salud es mayoritariamente reactivo. O sea, en buen tico, solo se mueve cuando ya se armó el zafarrancho, cuando ya mordieron al niño, cuando ya la denuncia salió en las noticias. Es el clásico “ahogado el niño, a tapar el pozo”. Ella misma entiende que el ministerio tiene mil cosas que hacer, pero justamente por eso la solución que proponían era tan lógica: si usted no se da abasto, diay, delegue en una institución técnica que sí tiene el tiempo, el conocimiento y las ganas de hacer las cosas bien. Pero el orgullo o la burocracia pudieron más.

Ahora estamos pagando las consecuencias. Los locales no tienen protocolos claros, muchos dueños son irresponsables y el público, especialmente los niños, queda expuesto. Un verdadero espacio “pet-friendly” debería tener aforo de mascotas, personal capacitado, áreas designadas y hasta un plan de emergencia, no solo un tazón con agua. La convivencia entre humanos y animales en espacios públicos es genial, pero no puede ser una improvisación. Necesita reglas, necesita orden, necesita que las autoridades dejen de reaccionar a las tragedias y empiecen a prevenirlas.

Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿De quién es la torta aquí? ¿Del Ministerio de Salud por su portazo inicial? ¿De los centros comerciales por no tener sus propias reglas estrictas? ¿O de los dueños de mascotas que a veces pecan de exceso de confianza? Más allá de buscar culpables, ¿qué hacemos ahora? ¿Debería el Ministerio recapacitar y buscar al Colegio de Vets o ya es muy tarde? ¿Ocupamos una ley para esta vara o es puro sentido común lo que nos falta?
 
Hay un error por ambas partes.

Según leí el niño estaba sólo, la mamá no lo estaba vigilando. Primer error.

Luego, por el tipo de raza de perro no era conveniente andar un bozal? Quizás hubiera evitado la desgracia.

El problema está en que al comercio le sirve ser pet friendly por un tema económico de atraer a un sector de la población, pero urgen medidas que lo regulen. Hay espacios en los que simplemente no se debería permitir ingresar con mascotas, así como hay espacios de no fumado o no menores.
 
Bueno, maes, seguro ya todos se enteraron del zafarrancho en Multiplaza Escazú este fin de semana, donde un chiquito terminó mordido por un perro. Y como era de esperarse, se volvió a abrir el debate de siempre: ¿qué diablos pasa con los lugares que se autoproclaman “pet-friendly”? La vara es que todo este despiche, esta falta de reglas claras que hoy nos explota en la cara, se pudo haber evitado. Lo más triste es que no se evitó por pura y simple negligencia burocrática. Una investigación de CRHoy.com acaba de sacar a la luz una historia que es para sentarse a llorar de la cólera.

Resulta que por allá del 2018-2019, cuando esta moda de llevar al perrito hasta para comprar el pan apenas empezaba, el Colegio de Veterinarios tuvo una idea que, viéndola hoy, suena a genialidad pura. Se acercaron, con toda la buena intención del mundo, al Ministerio de Salud y les dijeron: “Epa, este tema se va a hacer grande y se puede salir de control. Déjennos a nosotros, que somos los expertos en animales y salud pública, crear un reglamento, capacitar y fiscalizar los locales”. Tenían hasta un borrador del brete listo. ¿Y qué creen que pasó? La respuesta del Ministerio de Salud fue, agárrense, un portazo en la cara. Palabras más, palabras menos: “eso no les toca, no se metan”. Así, en seco.

Ese “no se metan” no fue un simple portazo; fue la lápida para un plan que sonaba bastante sensato. La idea de los veterinarios era un paquete completo: querían capacitar a los comercios, darles lineamientos claros sobre seguridad, higiene y bienestar animal, y luego fiscalizarlos. ¡Incluso querían crear un registro oficial en su página web! Imagínense qué tuanis: usted quiere ir a un café con su perro y, en lugar de confiar en un rótulo bonito, se mete a la página de los Vets y ve una lista de lugares que de verdad cumplen, que tienen un sello de garantía. Pero no. Como el Ministerio les dijo que nanai, todo ese brete se fue al traste. Y ahora vivimos en la jungla, donde cualquier soda con tres mesas en la acera se pone el sticker y ¡listo!, ya es “pet-friendly”.

Lo que más frustra de todo esto es lo que dice la propia presidenta del Colegio de Veterinarios, Silvia Coto: el Ministerio de Salud es mayoritariamente reactivo. O sea, en buen tico, solo se mueve cuando ya se armó el zafarrancho, cuando ya mordieron al niño, cuando ya la denuncia salió en las noticias. Es el clásico “ahogado el niño, a tapar el pozo”. Ella misma entiende que el ministerio tiene mil cosas que hacer, pero justamente por eso la solución que proponían era tan lógica: si usted no se da abasto, diay, delegue en una institución técnica que sí tiene el tiempo, el conocimiento y las ganas de hacer las cosas bien. Pero el orgullo o la burocracia pudieron más.

Ahora estamos pagando las consecuencias. Los locales no tienen protocolos claros, muchos dueños son irresponsables y el público, especialmente los niños, queda expuesto. Un verdadero espacio “pet-friendly” debería tener aforo de mascotas, personal capacitado, áreas designadas y hasta un plan de emergencia, no solo un tazón con agua. La convivencia entre humanos y animales en espacios públicos es genial, pero no puede ser una improvisación. Necesita reglas, necesita orden, necesita que las autoridades dejen de reaccionar a las tragedias y empiecen a prevenirlas.

Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿De quién es la torta aquí? ¿Del Ministerio de Salud por su portazo inicial? ¿De los centros comerciales por no tener sus propias reglas estrictas? ¿O de los dueños de mascotas que a veces pecan de exceso de confianza? Más allá de buscar culpables, ¿qué hacemos ahora? ¿Debería el Ministerio recapacitar y buscar al Colegio de Vets o ya es muy tarde? ¿Ocupamos una ley para esta vara o es puro sentido común lo que nos falta?
Los lugares que mejor menejen El tema seguirán teniendo la preferencia del consumidor. Es un cambio de mentalidad porque las mascotas hacen parte de la familia se quiera o no aceptar
 
Yo no creo que sea tarde para que el Ministerio se siente con el Colegio de Veterinarios y hagan reglas claras. Al final, es pura prevención: aforos, capacitación, zonas designadas y protocolos
 
Tienen que dejar todo muy claro para evitar estas cosas, los perros y demás pasan más estresados que contentos en un lugar así
 
Bueno, maes, seguro ya todos se enteraron del zafarrancho en Multiplaza Escazú este fin de semana, donde un chiquito terminó mordido por un perro. Y como era de esperarse, se volvió a abrir el debate de siempre: ¿qué diablos pasa con los lugares que se autoproclaman “pet-friendly”? La vara es que todo este despiche, esta falta de reglas claras que hoy nos explota en la cara, se pudo haber evitado. Lo más triste es que no se evitó por pura y simple negligencia burocrática. Una investigación de CRHoy.com acaba de sacar a la luz una historia que es para sentarse a llorar de la cólera.

Resulta que por allá del 2018-2019, cuando esta moda de llevar al perrito hasta para comprar el pan apenas empezaba, el Colegio de Veterinarios tuvo una idea que, viéndola hoy, suena a genialidad pura. Se acercaron, con toda la buena intención del mundo, al Ministerio de Salud y les dijeron: “Epa, este tema se va a hacer grande y se puede salir de control. Déjennos a nosotros, que somos los expertos en animales y salud pública, crear un reglamento, capacitar y fiscalizar los locales”. Tenían hasta un borrador del brete listo. ¿Y qué creen que pasó? La respuesta del Ministerio de Salud fue, agárrense, un portazo en la cara. Palabras más, palabras menos: “eso no les toca, no se metan”. Así, en seco.

Ese “no se metan” no fue un simple portazo; fue la lápida para un plan que sonaba bastante sensato. La idea de los veterinarios era un paquete completo: querían capacitar a los comercios, darles lineamientos claros sobre seguridad, higiene y bienestar animal, y luego fiscalizarlos. ¡Incluso querían crear un registro oficial en su página web! Imagínense qué tuanis: usted quiere ir a un café con su perro y, en lugar de confiar en un rótulo bonito, se mete a la página de los Vets y ve una lista de lugares que de verdad cumplen, que tienen un sello de garantía. Pero no. Como el Ministerio les dijo que nanai, todo ese brete se fue al traste. Y ahora vivimos en la jungla, donde cualquier soda con tres mesas en la acera se pone el sticker y ¡listo!, ya es “pet-friendly”.

Lo que más frustra de todo esto es lo que dice la propia presidenta del Colegio de Veterinarios, Silvia Coto: el Ministerio de Salud es mayoritariamente reactivo. O sea, en buen tico, solo se mueve cuando ya se armó el zafarrancho, cuando ya mordieron al niño, cuando ya la denuncia salió en las noticias. Es el clásico “ahogado el niño, a tapar el pozo”. Ella misma entiende que el ministerio tiene mil cosas que hacer, pero justamente por eso la solución que proponían era tan lógica: si usted no se da abasto, diay, delegue en una institución técnica que sí tiene el tiempo, el conocimiento y las ganas de hacer las cosas bien. Pero el orgullo o la burocracia pudieron más.

Ahora estamos pagando las consecuencias. Los locales no tienen protocolos claros, muchos dueños son irresponsables y el público, especialmente los niños, queda expuesto. Un verdadero espacio “pet-friendly” debería tener aforo de mascotas, personal capacitado, áreas designadas y hasta un plan de emergencia, no solo un tazón con agua. La convivencia entre humanos y animales en espacios públicos es genial, pero no puede ser una improvisación. Necesita reglas, necesita orden, necesita que las autoridades dejen de reaccionar a las tragedias y empiecen a prevenirlas.

Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿De quién es la torta aquí? ¿Del Ministerio de Salud por su portazo inicial? ¿De los centros comerciales por no tener sus propias reglas estrictas? ¿O de los dueños de mascotas que a veces pecan de exceso de confianza? Más allá de buscar culpables, ¿qué hacemos ahora? ¿Debería el Ministerio recapacitar y buscar al Colegio de Vets o ya es muy tarde? ¿Ocupamos una ley para esta vara o es puro sentido común lo que nos falt

Bueno, maes, seguro ya todos se enteraron del zafarrancho en Multiplaza Escazú este fin de semana, donde un chiquito terminó mordido por un perro. Y como era de esperarse, se volvió a abrir el debate de siempre: ¿qué diablos pasa con los lugares que se autoproclaman “pet-friendly”? La vara es que todo este despiche, esta falta de reglas claras que hoy nos explota en la cara, se pudo haber evitado. Lo más triste es que no se evitó por pura y simple negligencia burocrática. Una investigación de CRHoy.com acaba de sacar a la luz una historia que es para sentarse a llorar de la cólera.

Resulta que por allá del 2018-2019, cuando esta moda de llevar al perrito hasta para comprar el pan apenas empezaba, el Colegio de Veterinarios tuvo una idea que, viéndola hoy, suena a genialidad pura. Se acercaron, con toda la buena intención del mundo, al Ministerio de Salud y les dijeron: “Epa, este tema se va a hacer grande y se puede salir de control. Déjennos a nosotros, que somos los expertos en animales y salud pública, crear un reglamento, capacitar y fiscalizar los locales”. Tenían hasta un borrador del brete listo. ¿Y qué creen que pasó? La respuesta del Ministerio de Salud fue, agárrense, un portazo en la cara. Palabras más, palabras menos: “eso no les toca, no se metan”. Así, en seco.

Ese “no se metan” no fue un simple portazo; fue la lápida para un plan que sonaba bastante sensato. La idea de los veterinarios era un paquete completo: querían capacitar a los comercios, darles lineamientos claros sobre seguridad, higiene y bienestar animal, y luego fiscalizarlos. ¡Incluso querían crear un registro oficial en su página web! Imagínense qué tuanis: usted quiere ir a un café con su perro y, en lugar de confiar en un rótulo bonito, se mete a la página de los Vets y ve una lista de lugares que de verdad cumplen, que tienen un sello de garantía. Pero no. Como el Ministerio les dijo que nanai, todo ese brete se fue al traste. Y ahora vivimos en la jungla, donde cualquier soda con tres mesas en la acera se pone el sticker y ¡listo!, ya es “pet-friendly”.

Lo que más frustra de todo esto es lo que dice la propia presidenta del Colegio de Veterinarios, Silvia Coto: el Ministerio de Salud es mayoritariamente reactivo. O sea, en buen tico, solo se mueve cuando ya se armó el zafarrancho, cuando ya mordieron al niño, cuando ya la denuncia salió en las noticias. Es el clásico “ahogado el niño, a tapar el pozo”. Ella misma entiende que el ministerio tiene mil cosas que hacer, pero justamente por eso la solución que proponían era tan lógica: si usted no se da abasto, diay, delegue en una institución técnica que sí tiene el tiempo, el conocimiento y las ganas de hacer las cosas bien. Pero el orgullo o la burocracia pudieron más.

Ahora estamos pagando las consecuencias. Los locales no tienen protocolos claros, muchos dueños son irresponsables y el público, especialmente los niños, queda expuesto. Un verdadero espacio “pet-friendly” debería tener aforo de mascotas, personal capacitado, áreas designadas y hasta un plan de emergencia, no solo un tazón con agua. La convivencia entre humanos y animales en espacios públicos es genial, pero no puede ser una improvisación. Necesita reglas, necesita orden, necesita que las autoridades dejen de reaccionar a las tragedias y empiecen a prevenirlas.

Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿De quién es la torta aquí? ¿Del Ministerio de Salud por su portazo inicial? ¿De los centros comerciales por no tener sus propias reglas estrictas? ¿O de los dueños de mascotas que a veces pecan de exceso de confianza? Más allá de buscar culpables, ¿qué hacemos ahora? ¿Debería el Ministerio recapacitar y buscar al Colegio de Vets o ya es muy tarde? ¿Ocupamos una ley para esta vara o es puro sentido común lo que nos falta?
No prohibirlo pero si tomar medidas con ciertas razas. Y me parece que los Veterinarios pueden lograr hacer un grandísimo aporte,eso le daría más confianza a la gente.
 
Bueno, maes, seguro ya todos se enteraron del zafarrancho en Multiplaza Escazú este fin de semana, donde un chiquito terminó mordido por un perro. Y como era de esperarse, se volvió a abrir el debate de siempre: ¿qué diablos pasa con los lugares que se autoproclaman “pet-friendly”? La vara es que todo este despiche, esta falta de reglas claras que hoy nos explota en la cara, se pudo haber evitado. Lo más triste es que no se evitó por pura y simple negligencia burocrática. Una investigación de CRHoy.com acaba de sacar a la luz una historia que es para sentarse a llorar de la cólera.

Resulta que por allá del 2018-2019, cuando esta moda de llevar al perrito hasta para comprar el pan apenas empezaba, el Colegio de Veterinarios tuvo una idea que, viéndola hoy, suena a genialidad pura. Se acercaron, con toda la buena intención del mundo, al Ministerio de Salud y les dijeron: “Epa, este tema se va a hacer grande y se puede salir de control. Déjennos a nosotros, que somos los expertos en animales y salud pública, crear un reglamento, capacitar y fiscalizar los locales”. Tenían hasta un borrador del brete listo. ¿Y qué creen que pasó? La respuesta del Ministerio de Salud fue, agárrense, un portazo en la cara. Palabras más, palabras menos: “eso no les toca, no se metan”. Así, en seco.

Ese “no se metan” no fue un simple portazo; fue la lápida para un plan que sonaba bastante sensato. La idea de los veterinarios era un paquete completo: querían capacitar a los comercios, darles lineamientos claros sobre seguridad, higiene y bienestar animal, y luego fiscalizarlos. ¡Incluso querían crear un registro oficial en su página web! Imagínense qué tuanis: usted quiere ir a un café con su perro y, en lugar de confiar en un rótulo bonito, se mete a la página de los Vets y ve una lista de lugares que de verdad cumplen, que tienen un sello de garantía. Pero no. Como el Ministerio les dijo que nanai, todo ese brete se fue al traste. Y ahora vivimos en la jungla, donde cualquier soda con tres mesas en la acera se pone el sticker y ¡listo!, ya es “pet-friendly”.

Lo que más frustra de todo esto es lo que dice la propia presidenta del Colegio de Veterinarios, Silvia Coto: el Ministerio de Salud es mayoritariamente reactivo. O sea, en buen tico, solo se mueve cuando ya se armó el zafarrancho, cuando ya mordieron al niño, cuando ya la denuncia salió en las noticias. Es el clásico “ahogado el niño, a tapar el pozo”. Ella misma entiende que el ministerio tiene mil cosas que hacer, pero justamente por eso la solución que proponían era tan lógica: si usted no se da abasto, diay, delegue en una institución técnica que sí tiene el tiempo, el conocimiento y las ganas de hacer las cosas bien. Pero el orgullo o la burocracia pudieron más.

Ahora estamos pagando las consecuencias. Los locales no tienen protocolos claros, muchos dueños son irresponsables y el público, especialmente los niños, queda expuesto. Un verdadero espacio “pet-friendly” debería tener aforo de mascotas, personal capacitado, áreas designadas y hasta un plan de emergencia, no solo un tazón con agua. La convivencia entre humanos y animales en espacios públicos es genial, pero no puede ser una improvisación. Necesita reglas, necesita orden, necesita que las autoridades dejen de reaccionar a las tragedias y empiecen a prevenirlas.

Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿De quién es la torta aquí? ¿Del Ministerio de Salud por su portazo inicial? ¿De los centros comerciales por no tener sus propias reglas estrictas? ¿O de los dueños de mascotas que a veces pecan de exceso de confianza? Más allá de buscar culpables, ¿qué hacemos ahora? ¿Debería el Ministerio recapacitar y buscar al Colegio de Vets o ya es muy tarde? ¿Ocupamos una ley para esta vara o es puro sentido común lo que nos falta?
Interesante propuesta, sin embargo, prefiero que sea los propios comercios que se organicen al respecto, si el Ministerio se mete solo falta que ahora hayan toda una escuadra de inspectores de lo "pet friendly"
 
Cargando...
Bueno, maes, seguro ya todos se enteraron del zafarrancho en Multiplaza Escazú este fin de semana, donde un chiquito terminó mordido por un perro. Y como era de esperarse, se volvió a abrir el debate de siempre: ¿qué diablos pasa con los lugares que se autoproclaman “pet-friendly”? La vara es que todo este despiche, esta falta de reglas claras que hoy nos explota en la cara, se pudo haber evitado. Lo más triste es que no se evitó por pura y simple negligencia burocrática. Una investigación de CRHoy.com acaba de sacar a la luz una historia que es para sentarse a llorar de la cólera.

Resulta que por allá del 2018-2019, cuando esta moda de llevar al perrito hasta para comprar el pan apenas empezaba, el Colegio de Veterinarios tuvo una idea que, viéndola hoy, suena a genialidad pura. Se acercaron, con toda la buena intención del mundo, al Ministerio de Salud y les dijeron: “Epa, este tema se va a hacer grande y se puede salir de control. Déjennos a nosotros, que somos los expertos en animales y salud pública, crear un reglamento, capacitar y fiscalizar los locales”. Tenían hasta un borrador del brete listo. ¿Y qué creen que pasó? La respuesta del Ministerio de Salud fue, agárrense, un portazo en la cara. Palabras más, palabras menos: “eso no les toca, no se metan”. Así, en seco.

Ese “no se metan” no fue un simple portazo; fue la lápida para un plan que sonaba bastante sensato. La idea de los veterinarios era un paquete completo: querían capacitar a los comercios, darles lineamientos claros sobre seguridad, higiene y bienestar animal, y luego fiscalizarlos. ¡Incluso querían crear un registro oficial en su página web! Imagínense qué tuanis: usted quiere ir a un café con su perro y, en lugar de confiar en un rótulo bonito, se mete a la página de los Vets y ve una lista de lugares que de verdad cumplen, que tienen un sello de garantía. Pero no. Como el Ministerio les dijo que nanai, todo ese brete se fue al traste. Y ahora vivimos en la jungla, donde cualquier soda con tres mesas en la acera se pone el sticker y ¡listo!, ya es “pet-friendly”.

Lo que más frustra de todo esto es lo que dice la propia presidenta del Colegio de Veterinarios, Silvia Coto: el Ministerio de Salud es mayoritariamente reactivo. O sea, en buen tico, solo se mueve cuando ya se armó el zafarrancho, cuando ya mordieron al niño, cuando ya la denuncia salió en las noticias. Es el clásico “ahogado el niño, a tapar el pozo”. Ella misma entiende que el ministerio tiene mil cosas que hacer, pero justamente por eso la solución que proponían era tan lógica: si usted no se da abasto, diay, delegue en una institución técnica que sí tiene el tiempo, el conocimiento y las ganas de hacer las cosas bien. Pero el orgullo o la burocracia pudieron más.

Ahora estamos pagando las consecuencias. Los locales no tienen protocolos claros, muchos dueños son irresponsables y el público, especialmente los niños, queda expuesto. Un verdadero espacio “pet-friendly” debería tener aforo de mascotas, personal capacitado, áreas designadas y hasta un plan de emergencia, no solo un tazón con agua. La convivencia entre humanos y animales en espacios públicos es genial, pero no puede ser una improvisación. Necesita reglas, necesita orden, necesita que las autoridades dejen de reaccionar a las tragedias y empiecen a prevenirlas.

Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿De quién es la torta aquí? ¿Del Ministerio de Salud por su portazo inicial? ¿De los centros comerciales por no tener sus propias reglas estrictas? ¿O de los dueños de mascotas que a veces pecan de exceso de confianza? Más allá de buscar culpables, ¿qué hacemos ahora? ¿Debería el Ministerio recapacitar y buscar al Colegio de Vets o ya es muy tarde? ¿Ocupamos una ley para esta vara o es puro sentido común lo que nos falta?
Los malls no son lugares convenientes para llevar perros
 
Concuerdo con el compa los malls no es para llevar perros hay muchas variantes que los pueden detonar.
Por otro lado el dueno del perro es una animal, el deberia llevar al perro si quiere llevarlo con bozal. Multi todo por que sin protocolos sin reglas es tierra de nadie. Pero segun la ley ellos son responsables
 
Los lugares que mejor menejen El tema seguirán teniendo la preferencia del consumidor. Es un cambio de mentalidad porque las mascotas hacen parte de la familia se quiera o no aceptar

Para muchas familias si, pero juridicamente no lo es, aunque no se quiera aceptar

Lo que digo es: la persona a cargo de un medio de transporte o de un establecimiento puede negar la entrada a una mascota por mas que la familia diga que es un miembro mas.

Y ya ha pasado, una familia contrató un servicio de buseta, llevaban 3 perros, el contrato y el seguro estipula que no pueden viajar animales en el habitáculo de personas a menos que sean animales de apoyo, en caso de accidente el seguro se anula si existen animales mayores a 1 kilo en el vehículo al momento del percance.

El chófer se negó, les devolvieron la mitad de lo que pagaron, se quejaron e igual, nada.

A buscar otro servicio que cuente con transporte de animales.

Los animales merecen amor y protegerse de la crueldad, pero no pueden tener derechos, no pueden tener deberes porque no tienen conciencia de ello, ese perro que mordió a ese chiquito es miembro de la familia de alguien dirán unos pero ahi si les conviene decir que es solo un animal y lo hizo sin intención.
 
Hay un error por ambas partes.

Según leí el niño estaba sólo, la mamá no lo estaba vigilando. Primer error.

Que pudo haber hecho la mamá?

1. El mall es un área diseñada para personas, le creo esa si estuviesen en una granja o en una exhibición canina.

2. Eso es poner culpa en la víctima, es como decir que un mae tocó una chiquita y es culpa de la mamá de la chiquita por no vigilarla, o que un loco entró volando bala e hirió a un niño es culpa de la mamá por no estar cuidando a los niños

3. A priori asume que el daño se evitaba por intervención de la mamá, el daño se evitaba si el agente agresor no estuviese ahí que era el perro.

4. Una mamá o un niño teniendo cuidado de un perro grande, en un mall?

5. La responsabilidad no puede recaer en el tutor de un menor si hay culpa por imprudencia en el potencial daño; el que saca un perro al parque y piensa: cuidado con los niños que ahí anda mi perro suelto....

Eso ya casi es dolo
 
Me parace que se deben tener limites, esta bien ser Pet Friendly, pero de eso a no respetar a todos a nuestro alrededor, eso no se vale, los animales se estresan en sitios con gran cantidad de gente, además, no todos los animales, por mas mansos que sean, toleran a los niños, con esto no justifico al perro, por el contrario, pienso que hay un lugar para todo.
 
Este tema de lo pet friendly personalmente me parece que es otra vez el ser humano disociando con la idea de que algo es solo porque yo lo llamo así: "mi perro es como un hijo" no miher, su perro no es su hijo, es su mascota, usted puede tratarlo como un rey si gusta que igual sigue siendo un perro. "Ay es que mi perrito tiene más modales que muchos niños" estoy seguro que sí pero sigue siendo un perro... Mae harto estoy de ver en malls a los pobres perros todos estresados porque un perro está hecho para lugares abiertos, tocar pasto pero bueno, que se podría esperar de unos dueños que seguramente no tocan pasto ni ellos mismos...

Personalmente siento que esta payasada de "todo es pet friendly" es otra vez las empresas haciéndose los buenos con un sector reducido de la población que tiene la percepción de la realidad bien alterada...
 

¡Los Foreros están posteando en estos temas!

¿Qué se esta discutiendo en Foro de Costa Rica?

¿Le gusta emborracharse hasta quedar hasta el culo?

  • No


Los resultados solo son visibles tras votar.

¿Se reconciliaría con su ex solo para pedirle un favor?

  • No


Los resultados solo son visibles tras votar.

📑 Evite Multas y Sanciones: Ofrecemos servicios de presentación de declaraciones de IVA (D104), alquileres (D125) y la anual de renta (D101)

TicosLand is now also available on Android and iOS

¡Tendencia!

🚀 FACTURATica.com la #1 sin Mensualidades ni Anualidades. Inscripción gratis en Hacienda.

¡Caliente!

¿Con cuál personaje navideño se escaparía a motelear?

  • Santa Claus

  • La Señora Claus

  • El Grinch

  • Un Elfo

  • El Reno Rodolfo

  • El Muñeco de Nieve


Los resultados solo son visibles tras votar.

¿Intentaría seducir a un sacerdote o una monja para culiarlo(a)?

  • No


Los resultados solo son visibles tras votar.

¿Usaría la ropa interior de su pareja sin su permiso?

  • No


Los resultados solo son visibles tras votar.

¿Piensa cogerse a alguna amiga de su doña próximamente?

  • No


Los resultados solo son visibles tras votar.
Atrás
Arriba