¡Ay, Dios mío! Quién iba a decir que el cáncer oral, ese que casi nadie le da bola, se había vuelto un problemón de salud pública en nuestro país. La verdad, siempre pensé que esas cosas solo les pasaban a otros, pero los números hablan claro: estamos entrando en terreno resbaloso y necesitamos despertar, raza.
Según dicen los doctores, alrededor del 85% de los casos se descubren cuando ya está avanzado, ¡qué despache! Eso quiere decir que estamos perdiendo valiosísimas oportunidades de tratarlo a tiempo y darle al paciente una chance real de superarlo. En lugares como Chile, representa un porcentaje considerable de los casos de cáncer, así que no nos hagamos ilusiones, esto nos concierne a todos.
El doctor Felipe Cáceres Villanueva me explicó – y vaya que lo entendí – que la clave está en la detección temprana. Si pillas la vaina ahí cerquita, las posibilidades de sobrevivir son altísimas, ¡más del 80%! Pero si la dejas avanzar, eso baja drásticamente, rondando apenas el 50%. ¡Qué carga! Esa diferencia es abismal y nos hace pensar qué tanto estamos dejando pasar.
Y lo peor es que, al principio, este cáncer casi no da señales. Unas manchitas, unas llagas que tardan en curar, dificultad para tragar… uno tiende a minimizarlo, a pensar que es “la edad”, o “algo pasajero”. Ahí es donde metemos la pata, maes. No hay que hacerle caso a la vaguería, ¡aguante!
Pero ojo, no todo está perdido. Hay algunas alertas a las que sí debemos prestar atención. Si te aparece una úlcera en la boca que no sana después de dos semanas, si notas manchas blancas o rojas raras, si tienes problemas para mover la lengua o tragar, ¡corre al dentista! No le des más vueltas, busca ayuda profesional. La lengua y el piso de la boca son los sitios más frecuentes, pero también revisa los labios, las encías y el paladar.
Y hablando de profesionales, aquí entra en juego un chunche importantísimo: ¡el odontólogo! Él es la primera línea de defensa, el que te puede echar una mano antes de que la cosa se complique. Cada visita regular al dentista es una oportunidad de oro para que revise tu boca, identifique cualquier lesión sospechosa y te derive a un especialista si es necesario. ¡No lo subestimes, mae!
Ahora, hablemos de los factores de riesgo, porque tampoco es bronca de andar desprevenido. Lo más peligroso, como ya sabrán, es combinar el cigarrillo con el alcohol. ¡Qué torta! Ese combo multiplica el riesgo de forma exponencial. Además, el virus del papiloma humano (VPH), la exposición al sol en los labios, la edad avanzada y tener un sistema inmunitario débil también influyen. Una higiene bucal descuidada también facilita que el cáncer se esconda y crezca sin que te des cuenta. ¡Mantén tu boca limpia, porfa!
Así que ya saben, la prevención es la onda. Dejen el cigarrillo, moderen el licor, vacúnense contra el VPH, protéjanse del sol y visiten al dentista al menos dos veces al año, ¡sin excusas! Este cáncer es prevenible y tratable si actuamos a tiempo. Ahora dime, ¿ustedes regularmente revisan su boca en casa y le prestan atención a cualquier cambio? ¿Creen que deberíamos hacer campañas más fuertes para concienciar a la población sobre esto?
Según dicen los doctores, alrededor del 85% de los casos se descubren cuando ya está avanzado, ¡qué despache! Eso quiere decir que estamos perdiendo valiosísimas oportunidades de tratarlo a tiempo y darle al paciente una chance real de superarlo. En lugares como Chile, representa un porcentaje considerable de los casos de cáncer, así que no nos hagamos ilusiones, esto nos concierne a todos.
El doctor Felipe Cáceres Villanueva me explicó – y vaya que lo entendí – que la clave está en la detección temprana. Si pillas la vaina ahí cerquita, las posibilidades de sobrevivir son altísimas, ¡más del 80%! Pero si la dejas avanzar, eso baja drásticamente, rondando apenas el 50%. ¡Qué carga! Esa diferencia es abismal y nos hace pensar qué tanto estamos dejando pasar.
Y lo peor es que, al principio, este cáncer casi no da señales. Unas manchitas, unas llagas que tardan en curar, dificultad para tragar… uno tiende a minimizarlo, a pensar que es “la edad”, o “algo pasajero”. Ahí es donde metemos la pata, maes. No hay que hacerle caso a la vaguería, ¡aguante!
Pero ojo, no todo está perdido. Hay algunas alertas a las que sí debemos prestar atención. Si te aparece una úlcera en la boca que no sana después de dos semanas, si notas manchas blancas o rojas raras, si tienes problemas para mover la lengua o tragar, ¡corre al dentista! No le des más vueltas, busca ayuda profesional. La lengua y el piso de la boca son los sitios más frecuentes, pero también revisa los labios, las encías y el paladar.
Y hablando de profesionales, aquí entra en juego un chunche importantísimo: ¡el odontólogo! Él es la primera línea de defensa, el que te puede echar una mano antes de que la cosa se complique. Cada visita regular al dentista es una oportunidad de oro para que revise tu boca, identifique cualquier lesión sospechosa y te derive a un especialista si es necesario. ¡No lo subestimes, mae!
Ahora, hablemos de los factores de riesgo, porque tampoco es bronca de andar desprevenido. Lo más peligroso, como ya sabrán, es combinar el cigarrillo con el alcohol. ¡Qué torta! Ese combo multiplica el riesgo de forma exponencial. Además, el virus del papiloma humano (VPH), la exposición al sol en los labios, la edad avanzada y tener un sistema inmunitario débil también influyen. Una higiene bucal descuidada también facilita que el cáncer se esconda y crezca sin que te des cuenta. ¡Mantén tu boca limpia, porfa!
Así que ya saben, la prevención es la onda. Dejen el cigarrillo, moderen el licor, vacúnense contra el VPH, protéjanse del sol y visiten al dentista al menos dos veces al año, ¡sin excusas! Este cáncer es prevenible y tratable si actuamos a tiempo. Ahora dime, ¿ustedes regularmente revisan su boca en casa y le prestan atención a cualquier cambio? ¿Creen que deberíamos hacer campañas más fuertes para concienciar a la población sobre esto?