Maes, pónganse cómodos porque el cierre del juicio por el supuesto tráfico de influencias de Celso Gamboa, Berenice Smith y Johnny Araya se puso como una buena serie de Netflix. Uno pensaría que ya ha visto de todo en la política y la justicia tica, pero siempre hay espacio para más. El abogado de Smith, Francisco Dall’Anese, se mandó con una conclusión que dejó a más de uno con el ojo cuadrado: básicamente, dijo que la Fiscalía tuvo que haberse conseguido un DeLorean o una “máquina del tiempo” para que su acusación tuviera el más mínimo sentido. ¡Así como lo leen!
La vara, según el experimentado abogado, es que el caso contra su clienta es un puro despiche de fechas y testimonios. Sostiene que dos testigos clave contaron en el juicio una historia que, papeles en mano, supuestamente ocurrió semanas *después* de las fechas que ellos juraron recordar. Diay, o los testigos tienen un don para ver el futuro o, como dice la defensa, aquí hay algo que huele muy mal. Dall’Anese fue tajante: la acusación es un rompecabezas al que le faltan las piezas más importantes. No describe la “influencia”, no señala un acto ilegal concreto y, para rematar, no prueba la famosa “ventaja indebida”. En resumen, para la defensa, todo se ha sostenido sobre un castillo de naipes de “contradicciones y falsedades calculadas”.
Y si pensaban que el pleito era solo con los testigos, se equivocan. Dall’Anese repartió palo parejo y le llovió durísimo tanto a la Procuraduría como al Ministerio Público. Al primero lo acusó de montarse una acción civil para cobrar un “daño social” sin tener cómo probarlo, usando un peritaje que calificó de “arbitrario y sin rigor técnico”. Lo más tuanis del argumento es que señaló cómo el monto del supuesto daño iba creciendo “según el número de acusados”. ¡Casi como pedir una pizza y que te cobren más por cada persona que la va a ver! Y al Ministerio Público le tiró por lo que considera una soberana torta: pedir la absolutoria y, al mismo tiempo, dejar que la Procuraduría siguiera adelante con el caso, algo que tildó de “mala fe”.
Pero el clímax de esta novela judicial llegó con la teoría del “proceso fabricado”. Según la defensa, todo este brete judicial no nació de una investigación seria, sino de una publicación de prensa cocinada con información que la propia Fiscalía ya tenía guardada. ¿El objetivo? Afectar políticamente a Gamboa antes de unas elecciones municipales y, de paso, llevarse en banda a Smith y a Araya. Hasta el propio Celso Gamboa, en sus últimas palabras, soltó una frase cargada de ironía, preguntándose si a cierta gente en el país le conviene más que él no sea extraditado y se quede aquí enredado en estos asuntos. Una jugada maestra de victimización o una verdad incómoda, dependiendo del lado de la acera en que uno se pare.
Al final, la cosa quedó así: la defensa pide que se absuelva a Berenice Smith “por certeza”, no por duda, y que la acción civil de la Procuraduría se vaya al traste, con todo y costas. Este miércoles se lee la sentencia y se sabrá si la “máquina del tiempo” de la Fiscalía funcionó o si a los jueces les pareció, más bien, un chunche sin baterías. La pregunta queda en el aire, maes: ¿Ustedes qué creen? ¿Estamos ante un despiche monumental y un caso mal planteado por la Fiscalía, o es simplemente una estrategia de defensa brillante y puro show mediático de Dall’Anese para salvar a su clienta? ¡Abran debate!
La vara, según el experimentado abogado, es que el caso contra su clienta es un puro despiche de fechas y testimonios. Sostiene que dos testigos clave contaron en el juicio una historia que, papeles en mano, supuestamente ocurrió semanas *después* de las fechas que ellos juraron recordar. Diay, o los testigos tienen un don para ver el futuro o, como dice la defensa, aquí hay algo que huele muy mal. Dall’Anese fue tajante: la acusación es un rompecabezas al que le faltan las piezas más importantes. No describe la “influencia”, no señala un acto ilegal concreto y, para rematar, no prueba la famosa “ventaja indebida”. En resumen, para la defensa, todo se ha sostenido sobre un castillo de naipes de “contradicciones y falsedades calculadas”.
Y si pensaban que el pleito era solo con los testigos, se equivocan. Dall’Anese repartió palo parejo y le llovió durísimo tanto a la Procuraduría como al Ministerio Público. Al primero lo acusó de montarse una acción civil para cobrar un “daño social” sin tener cómo probarlo, usando un peritaje que calificó de “arbitrario y sin rigor técnico”. Lo más tuanis del argumento es que señaló cómo el monto del supuesto daño iba creciendo “según el número de acusados”. ¡Casi como pedir una pizza y que te cobren más por cada persona que la va a ver! Y al Ministerio Público le tiró por lo que considera una soberana torta: pedir la absolutoria y, al mismo tiempo, dejar que la Procuraduría siguiera adelante con el caso, algo que tildó de “mala fe”.
Pero el clímax de esta novela judicial llegó con la teoría del “proceso fabricado”. Según la defensa, todo este brete judicial no nació de una investigación seria, sino de una publicación de prensa cocinada con información que la propia Fiscalía ya tenía guardada. ¿El objetivo? Afectar políticamente a Gamboa antes de unas elecciones municipales y, de paso, llevarse en banda a Smith y a Araya. Hasta el propio Celso Gamboa, en sus últimas palabras, soltó una frase cargada de ironía, preguntándose si a cierta gente en el país le conviene más que él no sea extraditado y se quede aquí enredado en estos asuntos. Una jugada maestra de victimización o una verdad incómoda, dependiendo del lado de la acera en que uno se pare.
Al final, la cosa quedó así: la defensa pide que se absuelva a Berenice Smith “por certeza”, no por duda, y que la acción civil de la Procuraduría se vaya al traste, con todo y costas. Este miércoles se lee la sentencia y se sabrá si la “máquina del tiempo” de la Fiscalía funcionó o si a los jueces les pareció, más bien, un chunche sin baterías. La pregunta queda en el aire, maes: ¿Ustedes qué creen? ¿Estamos ante un despiche monumental y un caso mal planteado por la Fiscalía, o es simplemente una estrategia de defensa brillante y puro show mediático de Dall’Anese para salvar a su clienta? ¡Abran debate!