Bueno, pues llegó el día. Don Rodrigo Chaves Robles, después de cuatro años de gobierno que han dividido al país como pocas veces hemos visto, se despide del cargo de presidente. Y vaya que se fue con la misma cantaleta de siempre, defendiendo sus decisiones hasta el final y culpando a otros de cualquier problema que haya surgido durante su administración. ¡Qué torta!
Recordemos cómo llegó Chaves al poder: prometiendo mano dura contra la corrupción, modernizando la administración pública y sacando al país de la crisis económica. Muchos le dieron una oportunidad, cansados de la política tradicional y buscando un cambio radical. Pero la realidad es que, aunque hubo algunos avances puntuales –como la reforma tributaria–, muchos de esos anuncios quedaron en el aire, flotando como globos perdidos en el cielo.
Y ni hablar de la polarización. Con cada decisión, parecía que abría otra herida en la sociedad costarricense. Sus constantes ataques a la prensa, a los sindicatos, a la justicia… todo eso creó un ambiente de tensión constante que nos hizo vivir unos años bastante pesados, diay. Las redes sociales explotaban con críticas feroces por un lado y defensores acérrimos por el otro. ¡Un brete constante!
Uno de los temas más controversiales fue, sin duda, la gestión de la Caja Costarricense de Seguro Social. Desde el principio, Chaves llegó con la idea de revolucionarla, pero muchas de sus propuestas generaron más incertidumbre que soluciones reales. Se jaló una torta con varias iniciativas que terminaron generando protestas y debates interminables, dejando a miles de asegurados preocupados por el futuro de su salud.
Además, no podemos ignorar la relación tensa con los sindicatos. Desde el inicio, el choque entre el gobierno y los representantes de los trabajadores fue evidente. Las negociaciones laborales se estancaron en varios sectores, generando conflictos y afectando la productividad del país. Fue una vara difícil de manejar, y parece que nunca encontraron un punto medio, a pesar de todos los esfuerzos.
Otro aspecto que dejó sabor a poco fue la lucha contra la corrupción. Aunque se iniciaron algunas investigaciones, pocos casos llegaron a buen término y la percepción de impunidad sigue siendo alta. La promesa de transparencia y rendición de cuentas quedó, en muchos sentidos, diluida en un mar de tecnicismos y procesos burocráticos. Qué pena, porque era una de las promesas más importantes que había hecho desde el principio.
Pero no todo fue negativo. Su estilo directo y sin tapujos conectó con un sector importante de la población, especialmente con aquellos que se sentían desencantados con la política tradicional. Logró movilizar a sus seguidores y plantear temas que antes estaban relegados al olvido. Ese ímpetu, aunque a menudo controversial, hay que reconocerlo, tuvo cierta energía.
En fin, el legado de Chaves es complejo y contradictorio. Algunos lo verán como un líder valiente que intentó transformar el país, mientras que otros lo criticarán por haber profundizado la polarización y dejar problemas sin resolver. Ahora, con un nuevo gobierno asumiendo el mando, la gran pregunta es: ¿Será posible sanar las heridas abiertas y construir un futuro más próspero para Costa Rica? ¿Creen que vamos a superar este período de división y retomar el camino hacia una mayor unidad y progreso?
Recordemos cómo llegó Chaves al poder: prometiendo mano dura contra la corrupción, modernizando la administración pública y sacando al país de la crisis económica. Muchos le dieron una oportunidad, cansados de la política tradicional y buscando un cambio radical. Pero la realidad es que, aunque hubo algunos avances puntuales –como la reforma tributaria–, muchos de esos anuncios quedaron en el aire, flotando como globos perdidos en el cielo.
Y ni hablar de la polarización. Con cada decisión, parecía que abría otra herida en la sociedad costarricense. Sus constantes ataques a la prensa, a los sindicatos, a la justicia… todo eso creó un ambiente de tensión constante que nos hizo vivir unos años bastante pesados, diay. Las redes sociales explotaban con críticas feroces por un lado y defensores acérrimos por el otro. ¡Un brete constante!
Uno de los temas más controversiales fue, sin duda, la gestión de la Caja Costarricense de Seguro Social. Desde el principio, Chaves llegó con la idea de revolucionarla, pero muchas de sus propuestas generaron más incertidumbre que soluciones reales. Se jaló una torta con varias iniciativas que terminaron generando protestas y debates interminables, dejando a miles de asegurados preocupados por el futuro de su salud.
Además, no podemos ignorar la relación tensa con los sindicatos. Desde el inicio, el choque entre el gobierno y los representantes de los trabajadores fue evidente. Las negociaciones laborales se estancaron en varios sectores, generando conflictos y afectando la productividad del país. Fue una vara difícil de manejar, y parece que nunca encontraron un punto medio, a pesar de todos los esfuerzos.
Otro aspecto que dejó sabor a poco fue la lucha contra la corrupción. Aunque se iniciaron algunas investigaciones, pocos casos llegaron a buen término y la percepción de impunidad sigue siendo alta. La promesa de transparencia y rendición de cuentas quedó, en muchos sentidos, diluida en un mar de tecnicismos y procesos burocráticos. Qué pena, porque era una de las promesas más importantes que había hecho desde el principio.
Pero no todo fue negativo. Su estilo directo y sin tapujos conectó con un sector importante de la población, especialmente con aquellos que se sentían desencantados con la política tradicional. Logró movilizar a sus seguidores y plantear temas que antes estaban relegados al olvido. Ese ímpetu, aunque a menudo controversial, hay que reconocerlo, tuvo cierta energía.
En fin, el legado de Chaves es complejo y contradictorio. Algunos lo verán como un líder valiente que intentó transformar el país, mientras que otros lo criticarán por haber profundizado la polarización y dejar problemas sin resolver. Ahora, con un nuevo gobierno asumiendo el mando, la gran pregunta es: ¿Será posible sanar las heridas abiertas y construir un futuro más próspero para Costa Rica? ¿Creen que vamos a superar este período de división y retomar el camino hacia una mayor unidad y progreso?
