Maes, ¿estaban almorzando tranquilos, pensando en el brete de la tarde o en la presa para volver a casa? Pues bueno, parece que el Volcán Poás tenía otros planes para animar el martes. Justo a mediodía, cuando uno está en lo mejor del casado, el coloso decidió pegarse una sacudida y mandarnos un saludo de 500 metros de altura. ¡Medio kilómetro de columna para arriba! Una vara que, seamos honestos, impone un respeto increíble.
Según el reporte de la gente carga del Ovsicori, que son los que de verdad saben de este chunche, la erupción fue a las 12:30 p.m. en punto. Y no era cualquier humito, ¿ah? La pluma venía bien cargada con ceniza, lo que le daba ese color gris tan particular, mezclada con el montón de vapor de agua y gases magmáticos. Básicamente, el Poás se aclaró la garganta y nos recordó quién manda por aquí. El viento, como siempre haciendo de las suyas, se encargó de llevarse el recuerdito para el oeste. Por ahora no se reporta caída de ceniza, pero démosle tiempo al tiempo.
Diay, y la pregunta del millón es: ¿por qué tanto alboroto? La explicación de los expertos es que el volcán no está para juegos. El mae tiene un flujo de calor, vapor y gases magmáticos constante y bastante potente. Piénsenlo como una olla de presión natural que de vez en cuando necesita liberar un poco de fuerza para no explotar. Por eso, estas 'tosiditas' con cantidades moderadas de ceniza son, hasta cierto punto, parte del show habitual del Poás. No es para entrar en pánico, pero sí para estar atentos y no agarrar para la cima sin revisar las noticias primero.
Claro, aquí es donde la vara se pone interesante para el resto de nosotros. Una cosa es verlo en una foto tuanis y otra muy distinta es vivir por la zona. Me imagino a más de un agricultor o a la gente de turismo pensando: '¡Salado! Otra vez a ver qué pasa'. Porque si algo nos ha enseñado el Poás es que él dicta las reglas del juego. Uno planea ir a ver la laguna, llevar a la familia, y ¡zas!, el volcán amanece con ganas de ser el protagonista. Por ahora la cosa está tranquila, pero ya sabemos cómo es la historia: hoy es un aviso, mañana puede ser el carro cubierto de esa arenilla gris que no se quita con nada.
Al final, esto es un recordatorio de que vivimos en un país geológicamente hiperactivo, una tierra que se mueve y respira. Es un espectáculo de la naturaleza que asusta un poco pero que también fascina. ¡Qué nivel de poder! Ver esa columna gris recortada contra el cielo azul es algo que nos define como ticos, esa convivencia entre la belleza y el peligro. Es nuestro vecino ruidoso y temperamental, y aunque a veces nos saque un susto, no lo cambiaríamos por nada. Ahora la pregunta es para ustedes, maes.
¿Alguno vive o trabaja por la zona de Poás, Fraijanes o alrededores? ¿Vieron o escucharon algo a mediodía? ¿Les ha llegado ya el polvito de la ceniza? ¡Cuenten a ver qué tal la vara por allá!
Según el reporte de la gente carga del Ovsicori, que son los que de verdad saben de este chunche, la erupción fue a las 12:30 p.m. en punto. Y no era cualquier humito, ¿ah? La pluma venía bien cargada con ceniza, lo que le daba ese color gris tan particular, mezclada con el montón de vapor de agua y gases magmáticos. Básicamente, el Poás se aclaró la garganta y nos recordó quién manda por aquí. El viento, como siempre haciendo de las suyas, se encargó de llevarse el recuerdito para el oeste. Por ahora no se reporta caída de ceniza, pero démosle tiempo al tiempo.
Diay, y la pregunta del millón es: ¿por qué tanto alboroto? La explicación de los expertos es que el volcán no está para juegos. El mae tiene un flujo de calor, vapor y gases magmáticos constante y bastante potente. Piénsenlo como una olla de presión natural que de vez en cuando necesita liberar un poco de fuerza para no explotar. Por eso, estas 'tosiditas' con cantidades moderadas de ceniza son, hasta cierto punto, parte del show habitual del Poás. No es para entrar en pánico, pero sí para estar atentos y no agarrar para la cima sin revisar las noticias primero.
Claro, aquí es donde la vara se pone interesante para el resto de nosotros. Una cosa es verlo en una foto tuanis y otra muy distinta es vivir por la zona. Me imagino a más de un agricultor o a la gente de turismo pensando: '¡Salado! Otra vez a ver qué pasa'. Porque si algo nos ha enseñado el Poás es que él dicta las reglas del juego. Uno planea ir a ver la laguna, llevar a la familia, y ¡zas!, el volcán amanece con ganas de ser el protagonista. Por ahora la cosa está tranquila, pero ya sabemos cómo es la historia: hoy es un aviso, mañana puede ser el carro cubierto de esa arenilla gris que no se quita con nada.
Al final, esto es un recordatorio de que vivimos en un país geológicamente hiperactivo, una tierra que se mueve y respira. Es un espectáculo de la naturaleza que asusta un poco pero que también fascina. ¡Qué nivel de poder! Ver esa columna gris recortada contra el cielo azul es algo que nos define como ticos, esa convivencia entre la belleza y el peligro. Es nuestro vecino ruidoso y temperamental, y aunque a veces nos saque un susto, no lo cambiaríamos por nada. Ahora la pregunta es para ustedes, maes.
¿Alguno vive o trabaja por la zona de Poás, Fraijanes o alrededores? ¿Vieron o escucharon algo a mediodía? ¿Les ha llegado ya el polvito de la ceniza? ¡Cuenten a ver qué tal la vara por allá!