Diay, maes, parece que la precampaña ya arrancó con todo y el PUSC no se está quedando atrás. La noticia del día es que Juan Carlos Hidalgo, el candidato rojiazul, ya tiene su ficha número dos por Alajuela, y es una cara relativamente nueva en el panorama nacional: Vanessa Ugalde, una sancarleña que viene de ser regidora. Hidalgo la presentó con bombos y platillos, hablando de su capacidad para "articular, dialogar y buscar emparejar la cancha", un discurso que suena a cachete, muy pulido, como para decir que su compromiso con su tierra natal va en serio. Y claro, es la movida lógica: poner a alguien de la Zona Norte en un puesto de elección clave siempre suma puntos en una provincia tan grande y diversa.
La vara con Ugalde es que, en el papel, se ve como una buena jugada. Es mujer, es de fuera de la GAM y tiene un historial de brete enfocado en personas con discapacidad y poblaciones vulnerables. Es el tipo de perfil que a cualquier partido le encanta para proyectar una imagen fresca, social y, sobre todo, limpia. En un partido que ha tenido que lidiar con fantasmas del pasado y un desgaste considerable, presentar una candidata así es casi de manual. Es la carta de presentación perfecta para decirle al electorado: "Vea, estamos cambiando, traemos gente nueva con buenas intenciones". Hidalgo y su equipo saben que necesitan este tipo de figuras para refrescar la marca del partido.
Pero, como siempre en la política tica, una cosa es la vitrina y otra la bodega. Mientras nos presentan a Ugalde como la gran apuesta por Alajuela y a Abril Gordienko como la cabeza por San José, es imposible no voltear a ver el resto de la lista de aspirantes a diputados que la asamblea del PUSC ya ratificó. Y es ahí donde la cosa se pone, digamos, más "tradicional". Porque junto a estas caras nuevas, aparecen apellidos y figuras que nos recuerdan que, en política, el árbol genealógico y las viejas alianzas pesan, y a veces pesan demasiado. Es un balance delicado entre renovación y "los de siempre".
Aquí es donde el rompecabezas se pone interesante y un poco denso. En esa misma lista nos topamos con nombres como el de José Paublo Céspedes, hijo del controversial exdiputado y exalcalde Wálter Céspedes. Y mae, no es por ser mala leche, pero es un apellido que trae cola. El papá no solo se vio envuelto en el despiche del caso Diamante, sino que para rematar, se jaló aquella torta inolvidable con sus declaraciones sobre tener "una indígena" para ofrecer. Que el PUSC ponga ahora al hijo en la papeleta, por más méritos propios que tenga, se siente como un riesgo calculado. Es apostar a que el electorado tiene memoria corta o que el peso del apellido Céspedes en la zona Atlántica sigue siendo más fuerte que cualquier polémica.
Entonces, la estrategia del PUSC queda expuesta. Por un lado, una operación de imagen muy bien montada con fichajes como el de Vanessa Ugalde, buscando atraer a ese votante cansado de la politiquería. Por otro, le dan campo a los herederos y a las estructuras de poder de toda la vida, como si no pudieran soltar el pasado del todo. Es una jugada a dos bandas que puede salir muy bien o terminar en un enredo monumental. La pregunta es si una cara nueva y positiva como la de Ugalde en Alajuela tiene la fuerza suficiente para hacerle contrapeso a las sombras que proyectan otros nombres en la misma papeleta.
Así que, les pregunto a ustedes, foreros: ¿Cuál creen que es la jugada real del PUSC aquí? ¿Es una renovación genuina o puro maquillaje para que los mismos de siempre sigan teniendo poder? ¿Creen que poner una figura como Ugalde es suficiente para que la gente se olvide de los apellidos y las polémicas que vienen en el mismo paquete? Los leo.
La vara con Ugalde es que, en el papel, se ve como una buena jugada. Es mujer, es de fuera de la GAM y tiene un historial de brete enfocado en personas con discapacidad y poblaciones vulnerables. Es el tipo de perfil que a cualquier partido le encanta para proyectar una imagen fresca, social y, sobre todo, limpia. En un partido que ha tenido que lidiar con fantasmas del pasado y un desgaste considerable, presentar una candidata así es casi de manual. Es la carta de presentación perfecta para decirle al electorado: "Vea, estamos cambiando, traemos gente nueva con buenas intenciones". Hidalgo y su equipo saben que necesitan este tipo de figuras para refrescar la marca del partido.
Pero, como siempre en la política tica, una cosa es la vitrina y otra la bodega. Mientras nos presentan a Ugalde como la gran apuesta por Alajuela y a Abril Gordienko como la cabeza por San José, es imposible no voltear a ver el resto de la lista de aspirantes a diputados que la asamblea del PUSC ya ratificó. Y es ahí donde la cosa se pone, digamos, más "tradicional". Porque junto a estas caras nuevas, aparecen apellidos y figuras que nos recuerdan que, en política, el árbol genealógico y las viejas alianzas pesan, y a veces pesan demasiado. Es un balance delicado entre renovación y "los de siempre".
Aquí es donde el rompecabezas se pone interesante y un poco denso. En esa misma lista nos topamos con nombres como el de José Paublo Céspedes, hijo del controversial exdiputado y exalcalde Wálter Céspedes. Y mae, no es por ser mala leche, pero es un apellido que trae cola. El papá no solo se vio envuelto en el despiche del caso Diamante, sino que para rematar, se jaló aquella torta inolvidable con sus declaraciones sobre tener "una indígena" para ofrecer. Que el PUSC ponga ahora al hijo en la papeleta, por más méritos propios que tenga, se siente como un riesgo calculado. Es apostar a que el electorado tiene memoria corta o que el peso del apellido Céspedes en la zona Atlántica sigue siendo más fuerte que cualquier polémica.
Entonces, la estrategia del PUSC queda expuesta. Por un lado, una operación de imagen muy bien montada con fichajes como el de Vanessa Ugalde, buscando atraer a ese votante cansado de la politiquería. Por otro, le dan campo a los herederos y a las estructuras de poder de toda la vida, como si no pudieran soltar el pasado del todo. Es una jugada a dos bandas que puede salir muy bien o terminar en un enredo monumental. La pregunta es si una cara nueva y positiva como la de Ugalde en Alajuela tiene la fuerza suficiente para hacerle contrapeso a las sombras que proyectan otros nombres en la misma papeleta.
Así que, les pregunto a ustedes, foreros: ¿Cuál creen que es la jugada real del PUSC aquí? ¿Es una renovación genuina o puro maquillaje para que los mismos de siempre sigan teniendo poder? ¿Creen que poner una figura como Ugalde es suficiente para que la gente se olvide de los apellidos y las polémicas que vienen en el mismo paquete? Los leo.