¡Ay, Dios mío! Esto ya va cuesta abajo, diay. La política municipal en Costa Rica parece que se ha vuelto más peleona que gallo de pelea en feria. Esta semana vivimos dos escenas dignas de novela, con empujones, reclamos y hasta recesos urgentes en los Consejos Municipales de Alajuela y Montes de Oca. Se nota que la tensión está a flor de piel, y los asuntos administrativos parecen pretextos para descargar frustraciones acumuladas.
Todo comenzó en Alajuela, donde la sesión del Concejo Municipal casi deriva en una reyita de campeonato entre el presidente Francisco Sánchez y el regidor Marvin Venegas. Según testigos, la bronca empezó porque Venegas le reprochó a Sánchez el lento avance de ciertos proyectos. La cosa se puso caliente rápido, con acusaciones cruzadas y cánticos de orden, quedando todo grabado para que vean cómo se armó el quite. ¡Imagínate la escena!
El video, que circuló como agua en río crecido en la página de Facebook de la Municipalidad de Alajuela, muestra a Venegas levantándose de su silla para encarar al presidente. Sánchez no se quedó atrás, lanzando unas cuantas pullas sobre presuntos intereses turbios relacionados con negocios. Directamente le preguntó a Venegas si estaba buscando sacar provecho personal con el uso de calles públicas. ¡Qué carga! Las emociones estaban muy altas, y el ambiente se volvió irrespetuoso al instante.
Para separar a los regidores exaltados, tuvo que intervenir un grupito de personas presentes en la sala. Se escuchaban gritos y reclamos por doquier. En medio del caos, se apreciaba la figura del alcalde Roberto Thompson observando la situación, aunque aparentemente sin poder hacer mucho para calmar los ánimos. Después de varios minutos de altercado, Sánchez decidió declarar un receso, pero finalmente la sesión tuvo que suspenderse. Una pena, porque así no se pueden resolver los problemas del pueblo.
Pero la cosa no acabó ahí. En Montes de Oca, otro episodio similar se vivió entre el síndico Alexis Picado y el regidor suplente Mario Ruiz Salas. Este último intentaba consultar al presidente del cuerpo de regidores, Enrique Sibaja, sobre un dictamen de un proyecto, pero recibió una advertencia por supuesto incumplimiento de algún trámite previo. ¡Qué despiche! Sibaja le exigió a Ruiz que bajara el tono y que se rigiera por el Código Municipal.
Las cosas escalaron rápidamente cuando Sibaja amenazó con levantar la sesión si Ruiz volvía a interrumpir. Dijo textualmente que la próxima vez que se inmiscuyera sin permiso, asumiría la responsabilidad de sus actos. El presidente del Consejo Municipal luego suspendió la sesión, alegando una supuesta “agresión de dos regidores”. Y para complicar aún más las cosas, Picado también ocupa el cargo de síndico del distrito de Mercedes en el cantón, añadiendo otra capa de complejidad al asunto.
Estos incidentes nos hacen preguntarnos: ¿Es esto lo que queremos de nuestros representantes? ¿Discusiones y peleas en lugar de soluciones? Parece que algunos concejales han perdido el rumbo y se olvidan de que están ahí para servir a la comunidad, no para protagonizar cirugías dramáticas. Uno esperaría mayor madurez y respeto en estos espacios, pero parece que la pasión por el poder a veces nubla el juicio.
Definitivamente, estas situaciones reflejan una crisis de civismo y ética en la política local. Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que estos comportamientos son indicativos de un problema más profundo en nuestra democracia, o simplemente casos aislados de malos modales? ¿Debería haber sanciones más severas para los funcionarios públicos que faltan al respeto a sus colegas y a la ciudadanía?
Todo comenzó en Alajuela, donde la sesión del Concejo Municipal casi deriva en una reyita de campeonato entre el presidente Francisco Sánchez y el regidor Marvin Venegas. Según testigos, la bronca empezó porque Venegas le reprochó a Sánchez el lento avance de ciertos proyectos. La cosa se puso caliente rápido, con acusaciones cruzadas y cánticos de orden, quedando todo grabado para que vean cómo se armó el quite. ¡Imagínate la escena!
El video, que circuló como agua en río crecido en la página de Facebook de la Municipalidad de Alajuela, muestra a Venegas levantándose de su silla para encarar al presidente. Sánchez no se quedó atrás, lanzando unas cuantas pullas sobre presuntos intereses turbios relacionados con negocios. Directamente le preguntó a Venegas si estaba buscando sacar provecho personal con el uso de calles públicas. ¡Qué carga! Las emociones estaban muy altas, y el ambiente se volvió irrespetuoso al instante.
Para separar a los regidores exaltados, tuvo que intervenir un grupito de personas presentes en la sala. Se escuchaban gritos y reclamos por doquier. En medio del caos, se apreciaba la figura del alcalde Roberto Thompson observando la situación, aunque aparentemente sin poder hacer mucho para calmar los ánimos. Después de varios minutos de altercado, Sánchez decidió declarar un receso, pero finalmente la sesión tuvo que suspenderse. Una pena, porque así no se pueden resolver los problemas del pueblo.
Pero la cosa no acabó ahí. En Montes de Oca, otro episodio similar se vivió entre el síndico Alexis Picado y el regidor suplente Mario Ruiz Salas. Este último intentaba consultar al presidente del cuerpo de regidores, Enrique Sibaja, sobre un dictamen de un proyecto, pero recibió una advertencia por supuesto incumplimiento de algún trámite previo. ¡Qué despiche! Sibaja le exigió a Ruiz que bajara el tono y que se rigiera por el Código Municipal.
Las cosas escalaron rápidamente cuando Sibaja amenazó con levantar la sesión si Ruiz volvía a interrumpir. Dijo textualmente que la próxima vez que se inmiscuyera sin permiso, asumiría la responsabilidad de sus actos. El presidente del Consejo Municipal luego suspendió la sesión, alegando una supuesta “agresión de dos regidores”. Y para complicar aún más las cosas, Picado también ocupa el cargo de síndico del distrito de Mercedes en el cantón, añadiendo otra capa de complejidad al asunto.
Estos incidentes nos hacen preguntarnos: ¿Es esto lo que queremos de nuestros representantes? ¿Discusiones y peleas en lugar de soluciones? Parece que algunos concejales han perdido el rumbo y se olvidan de que están ahí para servir a la comunidad, no para protagonizar cirugías dramáticas. Uno esperaría mayor madurez y respeto en estos espacios, pero parece que la pasión por el poder a veces nubla el juicio.
Definitivamente, estas situaciones reflejan una crisis de civismo y ética en la política local. Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que estos comportamientos son indicativos de un problema más profundo en nuestra democracia, o simplemente casos aislados de malos modales? ¿Debería haber sanciones más severas para los funcionarios públicos que faltan al respeto a sus colegas y a la ciudadanía?
