¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con la misma vaina, ¿verdad, compas? Fabricio Alvarado, el diputado de Nueva República, anda dando vueltas por Limón asegurándonos que los proyectos van a rodar. Parece que le salió el sol de repente, aunque la verdad es que estamos acostumbrados a escuchar promesas que luego se quedan botadas.
Esta vez, el eje de su discurso estuvo puesto en el Hospital de Guápiles y la dichosa carretera alterna que debería aliviar el tráfico infernal de la Ruta 32. Ya saben, la ruta que parece que siempre hay cola, ni hablar cuando llueve o pasa algún carro varado. Un brete pa’ los que tenemos que irnos pa’ la capital.
Según Alvarado, los planos están listos, el estudio técnico también, y solo falta que Nueva República llegue al poder para darle marcha a la cosa. Claro, porque antes nadie había pensado en esas necesidades tan básicas de la población. Uno empieza a pensar si realmente entienden cómo vivimos los ticos fuera de San José.
Y ni hablar de la carretera entre Cartago y Guápiles, la que lleva años siendo un sueño frustrado para muchos. Ese proyecto, dicen, es eterno, como la novela de Jacinta. Alvarado promete que esta vez sí, que vamos a ver esa carretera funcionando, descongestionando la Ruta 32. Ojalá, diay, ojalá, pero con toda la sal que he tragado en mi vida, prefiero no ilusionarme demasiado.
Pero lo que más me resonó de todo lo que dijo fue la frase: ‘La plata está, lo que ha faltado es voluntad política’. ¡Ay, qué razonamiento más sencillo! Como si resolver los problemas del país fuera tan fácil como decir unas cuantas palabras bonitas en un mitin. La verdad es que suena como excusa barata para justificar la ineficiencia de los gobiernos anteriores, pero bueno, ahí está él echándole la culpa a los demás.
Ahora bien, vamos a analizarlo fríamente. Todos sabemos que el Estado tiene dinero, especialmente después de los préstamos que se han sacado durante la pandemia. Pero el problema no es solo la falta de voluntad política, sino también la corrupción, la burocracia, y la falta de planificación a largo plazo. Un proyecto puede estar listo, pero si no se asegura la transparencia en la licitación, ahí se va el presupuesto al garete.
Además, hay que recordar que Alvarado ya ha ocupado cargos públicos antes, incluyendo el de vicepresidente. ¿Realmente podemos confiar en que esta vez sí cumplirá sus promesas? ¿No estaremos cayendo en la misma trampa de siempre, prometiendo el cielo pero entregando cenizas?
En fin, Fabricio Alvarado sigue pintando un panorama optimista, pero la experiencia nos enseña a tomar estas declaraciones con pinzas. Necesitamos acciones concretas, resultados tangibles, y no solo discursos vacíos. Así que, mi pregunta para ustedes, compas: ¿creen sinceramente que esta vez Alvarado tiene razón y que los proyectos realmente van a despegar, o es otra campaña llena de promesas incumplidas?
Esta vez, el eje de su discurso estuvo puesto en el Hospital de Guápiles y la dichosa carretera alterna que debería aliviar el tráfico infernal de la Ruta 32. Ya saben, la ruta que parece que siempre hay cola, ni hablar cuando llueve o pasa algún carro varado. Un brete pa’ los que tenemos que irnos pa’ la capital.
Según Alvarado, los planos están listos, el estudio técnico también, y solo falta que Nueva República llegue al poder para darle marcha a la cosa. Claro, porque antes nadie había pensado en esas necesidades tan básicas de la población. Uno empieza a pensar si realmente entienden cómo vivimos los ticos fuera de San José.
Y ni hablar de la carretera entre Cartago y Guápiles, la que lleva años siendo un sueño frustrado para muchos. Ese proyecto, dicen, es eterno, como la novela de Jacinta. Alvarado promete que esta vez sí, que vamos a ver esa carretera funcionando, descongestionando la Ruta 32. Ojalá, diay, ojalá, pero con toda la sal que he tragado en mi vida, prefiero no ilusionarme demasiado.
Pero lo que más me resonó de todo lo que dijo fue la frase: ‘La plata está, lo que ha faltado es voluntad política’. ¡Ay, qué razonamiento más sencillo! Como si resolver los problemas del país fuera tan fácil como decir unas cuantas palabras bonitas en un mitin. La verdad es que suena como excusa barata para justificar la ineficiencia de los gobiernos anteriores, pero bueno, ahí está él echándole la culpa a los demás.
Ahora bien, vamos a analizarlo fríamente. Todos sabemos que el Estado tiene dinero, especialmente después de los préstamos que se han sacado durante la pandemia. Pero el problema no es solo la falta de voluntad política, sino también la corrupción, la burocracia, y la falta de planificación a largo plazo. Un proyecto puede estar listo, pero si no se asegura la transparencia en la licitación, ahí se va el presupuesto al garete.
Además, hay que recordar que Alvarado ya ha ocupado cargos públicos antes, incluyendo el de vicepresidente. ¿Realmente podemos confiar en que esta vez sí cumplirá sus promesas? ¿No estaremos cayendo en la misma trampa de siempre, prometiendo el cielo pero entregando cenizas?
En fin, Fabricio Alvarado sigue pintando un panorama optimista, pero la experiencia nos enseña a tomar estas declaraciones con pinzas. Necesitamos acciones concretas, resultados tangibles, y no solo discursos vacíos. Así que, mi pregunta para ustedes, compas: ¿creen sinceramente que esta vez Alvarado tiene razón y que los proyectos realmente van a despegar, o es otra campaña llena de promesas incumplidas?
