Maes, agárrense porque la carrera presidencial del 2026, que ni siquiera ha empezado oficialmente, ya se puso buena. Cuando uno creía que la vara iba a ser un "todos contra el oficialismo", resulta que el pleito más sabroso se está cocinando adentro de la misma casa. Laura Fernández, la candidata de Pueblo Soberano, le acaba de soltar una bomba atómica a su excompañera de gabinete y ahora rival, Natalia Díaz, de Unidos Podemos. Y no, no fue un desacuerdo de políticas públicas ni una diferencia de opinión sutil. Fue un derechazo directo a la mandíbula: dijo, con todas las letras, que Díaz “representaría un peligro para Costa Rica”. ¡Qué torta!
La escena del crimen fue el programa "El Octavo Mandamiento", donde Fernández, sin pelos en la lengua, desmenuzó su relación con Díaz. Y aquí es donde el culebrón se pone bueno. Empezó con el clásico “Natalia es buenísima gente, yo le tengo mucho aprecio”, que es la antesala universal para un “pero…” que va a doler. Y dolió. Según Fernández, el problema de Díaz es simple y letal en política: no toma decisiones. “Yo veo en ella a alguien que le costaba mucho resolver cosas. O sea, no tomaba decisiones, y al gobierno hay que llegar a tomar decisiones”, sentenció. Básicamente, la acusó de ser un cuello de botella con patas.
Diay, uno pensaría que después de tanto brete juntas en el gabinete de Chaves, algún tipo de pacto de no agresión existiría. ¡Pues no! Cualquier idea de un frente unido para darle “continuidad al proyecto” se fue al traste con estas declaraciones. Lo que más llama la atención es la brutal honestidad del ataque. Fernández no se anduvo por las ramas; está intentando construir su propia imagen de líder decisiva y, para eso, necesita pintar a su principal competidora por el mismo electorado como todo lo contrario. Es una jugada riesgosa, de esas que o te consagran o te entierran.
Para los que no se acuerdan del chisme completo, esta historia tiene su contexto. Natalia Díaz fue Ministra de la Presidencia, el puesto de máxima confianza del Presi. Pero salió, y ¿adivinen quién la relevó? Exacto, Laura Fernández. Así que cuando ella dice que a Díaz le costaba resolver, no lo dice como una espectadora más; lo dice como la persona que heredó su escritorio y, supuestamente, el despiche de temas pendientes. Este detalle le da un filo particular a la crítica, la hace sentir menos como un ataque y más como un “yo estuve ahí, yo vi lo que pasaba”.
Ahora, la pregunta del millón es qué hace el votante que simpatizaba con el chavismo con este pleito. Tenían dos opciones que, en teoría, representaban la misma línea. Pero ahora una de ellas está diciendo que la otra es un peligro público por su indecisión. ¡Vaya despiche! Fernández está apostando a que el electorado valore más la mano dura y la capacidad de ejecución que la diplomacia o el “ser buena gente”. Está dinamitando el puente entre ambas candidaturas y obligando a la gente a escoger un bando de forma prematura.
Al final, esta movida nos deja un panorama fascinante. Se acabó el disimulo, se acabaron los abrazos para la foto. Esto es política en su estado más puro y salvaje. Fernández se la jugó con una crítica directa al carácter y no a las propuestas, que es algo que en Costa Rica pega profundo. Queda por ver si Natalia Díaz responde, si ignora el ataque o si saca sus propios trapitos al sol. Una cosa es segura: la precampaña ya se puso más interesante que la última temporada de cualquier serie de Netflix.
Y ahora les pregunto a ustedes, maes: Más allá del novelón político, ¿qué pesa más a la hora de elegir a un presidente? ¿La capacidad de "tomar decisiones" a cualquier costo, como sugiere Fernández, o un estilo más conciliador, aunque algunos lo vean como indeciso? ¿Fue un golpe bajo innecesario o una advertencia que el electorado debería tomarse en serio? Los leo.
La escena del crimen fue el programa "El Octavo Mandamiento", donde Fernández, sin pelos en la lengua, desmenuzó su relación con Díaz. Y aquí es donde el culebrón se pone bueno. Empezó con el clásico “Natalia es buenísima gente, yo le tengo mucho aprecio”, que es la antesala universal para un “pero…” que va a doler. Y dolió. Según Fernández, el problema de Díaz es simple y letal en política: no toma decisiones. “Yo veo en ella a alguien que le costaba mucho resolver cosas. O sea, no tomaba decisiones, y al gobierno hay que llegar a tomar decisiones”, sentenció. Básicamente, la acusó de ser un cuello de botella con patas.
Diay, uno pensaría que después de tanto brete juntas en el gabinete de Chaves, algún tipo de pacto de no agresión existiría. ¡Pues no! Cualquier idea de un frente unido para darle “continuidad al proyecto” se fue al traste con estas declaraciones. Lo que más llama la atención es la brutal honestidad del ataque. Fernández no se anduvo por las ramas; está intentando construir su propia imagen de líder decisiva y, para eso, necesita pintar a su principal competidora por el mismo electorado como todo lo contrario. Es una jugada riesgosa, de esas que o te consagran o te entierran.
Para los que no se acuerdan del chisme completo, esta historia tiene su contexto. Natalia Díaz fue Ministra de la Presidencia, el puesto de máxima confianza del Presi. Pero salió, y ¿adivinen quién la relevó? Exacto, Laura Fernández. Así que cuando ella dice que a Díaz le costaba resolver, no lo dice como una espectadora más; lo dice como la persona que heredó su escritorio y, supuestamente, el despiche de temas pendientes. Este detalle le da un filo particular a la crítica, la hace sentir menos como un ataque y más como un “yo estuve ahí, yo vi lo que pasaba”.
Ahora, la pregunta del millón es qué hace el votante que simpatizaba con el chavismo con este pleito. Tenían dos opciones que, en teoría, representaban la misma línea. Pero ahora una de ellas está diciendo que la otra es un peligro público por su indecisión. ¡Vaya despiche! Fernández está apostando a que el electorado valore más la mano dura y la capacidad de ejecución que la diplomacia o el “ser buena gente”. Está dinamitando el puente entre ambas candidaturas y obligando a la gente a escoger un bando de forma prematura.
Al final, esta movida nos deja un panorama fascinante. Se acabó el disimulo, se acabaron los abrazos para la foto. Esto es política en su estado más puro y salvaje. Fernández se la jugó con una crítica directa al carácter y no a las propuestas, que es algo que en Costa Rica pega profundo. Queda por ver si Natalia Díaz responde, si ignora el ataque o si saca sus propios trapitos al sol. Una cosa es segura: la precampaña ya se puso más interesante que la última temporada de cualquier serie de Netflix.
Y ahora les pregunto a ustedes, maes: Más allá del novelón político, ¿qué pesa más a la hora de elegir a un presidente? ¿La capacidad de "tomar decisiones" a cualquier costo, como sugiere Fernández, o un estilo más conciliador, aunque algunos lo vean como indeciso? ¿Fue un golpe bajo innecesario o una advertencia que el electorado debería tomarse en serio? Los leo.