Maes, agarren silla porque la noticia que soltó el Estado de la Educación no es para tomarla con un cafecito. Es para sentarse a llorar o a pegar cuatro gritos. El décimo informe lo dejó clarísimo: estamos frente a un despiche monumental. La vara es que el país está graduando chiquillos con título de bachiller, pero con un nivel de lectura y matemáticas de un güila de tercer o cuarto grado de escuela. Sí, leyó bien. Jóvenes de 17 o 18 años que resuelven problemas como si tuvieran 10. ¡Qué torta más gigante!
Diay, ¿y cómo llegamos a este hueco? Según los investigadores, el problema es una bola de nieve que arranca desde la primaria y nadie la detiene. Resulta que el cuerpo docente, con todo el respeto que se merecen por el brete que hacen, tiene serias debilidades. Muchos no manejan bien las etapas del proceso de lectura y los programas de estudio del MEP son un saludo a la bandera. Se quedan en lo básico y nunca llegan a enseñar varas cruciales como hacer inferencias o tener lectura crítica. En mate, la cosa es igual o peor: se usan métodos de enseñanza que no son los que el mismo MEP recomienda. Básicamente, se nos quedó pegado el casete en 1995.
Y para que no digan que es puro cuento, ahí están las benditas pruebas PISA para darnos en la cara. De 81 países, quedamos en el puesto 60. Estamos en el furgón de cola, mae. Y la distancia con los países de la OCDE es un abismo: estamos hasta dos años y medio por detrás en mate. ¡Dos años y medio! Es el equivalente a que un estudiante de aquí y uno de un país desarrollado empiecen el cole al mismo tiempo, y cuando el de allá se gradúa, al nuestro todavía le falta más de sétimo y octavo para alcanzarlo. Así de grave. La vara es que todo el plan se fue al traste y, en lugar de mejorar, desde el 2009 venimos en picada.
La UCR, para no quedarse atrás, le puso la cereza al pastel con su examen de diagnóstico de mate (DIMA), donde los resultados son para el olvido, con promedios que ni a 4 llegan en una escala de 10. Lo que el informe grita entre líneas es que esto ya no es un bache, es una pérdida sostenida de aprendizaje que va a reventarnos en la cara como sociedad. Estamos fabricando una generación que no va a poder competir, que no va a poder innovar y que, peor aún, no va a poder resolver los problemas complejos que se le vienen al país. El llamado a la acción es para ayer, pero aquí seguimos, como si nada.
El informe propone una receta que ya nos sabemos de memoria: capacitar profes, mejorar los programas, darles recursos y ponerse una meta seria para mejorar en las próximas pruebas PISA. Suena muy lógico, casi de cajón. Pero la pregunta del millón sigue en el aire y quema. Más allá de lo que dice el papel y los expertos, ¿ustedes dónde creen que está el verdadero clavo del asunto? ¿Es pura culpa del MEP? ¿Son los educadores? ¿Es en la casa, que ya no se le da pelota al estudio? ¿O es que como país ya nos acostumbramos a la mediocridad? Cuenten, que el foro está abierto.
Diay, ¿y cómo llegamos a este hueco? Según los investigadores, el problema es una bola de nieve que arranca desde la primaria y nadie la detiene. Resulta que el cuerpo docente, con todo el respeto que se merecen por el brete que hacen, tiene serias debilidades. Muchos no manejan bien las etapas del proceso de lectura y los programas de estudio del MEP son un saludo a la bandera. Se quedan en lo básico y nunca llegan a enseñar varas cruciales como hacer inferencias o tener lectura crítica. En mate, la cosa es igual o peor: se usan métodos de enseñanza que no son los que el mismo MEP recomienda. Básicamente, se nos quedó pegado el casete en 1995.
Y para que no digan que es puro cuento, ahí están las benditas pruebas PISA para darnos en la cara. De 81 países, quedamos en el puesto 60. Estamos en el furgón de cola, mae. Y la distancia con los países de la OCDE es un abismo: estamos hasta dos años y medio por detrás en mate. ¡Dos años y medio! Es el equivalente a que un estudiante de aquí y uno de un país desarrollado empiecen el cole al mismo tiempo, y cuando el de allá se gradúa, al nuestro todavía le falta más de sétimo y octavo para alcanzarlo. Así de grave. La vara es que todo el plan se fue al traste y, en lugar de mejorar, desde el 2009 venimos en picada.
La UCR, para no quedarse atrás, le puso la cereza al pastel con su examen de diagnóstico de mate (DIMA), donde los resultados son para el olvido, con promedios que ni a 4 llegan en una escala de 10. Lo que el informe grita entre líneas es que esto ya no es un bache, es una pérdida sostenida de aprendizaje que va a reventarnos en la cara como sociedad. Estamos fabricando una generación que no va a poder competir, que no va a poder innovar y que, peor aún, no va a poder resolver los problemas complejos que se le vienen al país. El llamado a la acción es para ayer, pero aquí seguimos, como si nada.
El informe propone una receta que ya nos sabemos de memoria: capacitar profes, mejorar los programas, darles recursos y ponerse una meta seria para mejorar en las próximas pruebas PISA. Suena muy lógico, casi de cajón. Pero la pregunta del millón sigue en el aire y quema. Más allá de lo que dice el papel y los expertos, ¿ustedes dónde creen que está el verdadero clavo del asunto? ¿Es pura culpa del MEP? ¿Son los educadores? ¿Es en la casa, que ya no se le da pelota al estudio? ¿O es que como país ya nos acostumbramos a la mediocridad? Cuenten, que el foro está abierto.