Seamos honestos, maes. ¿Quién no ha tenido esa conversación mental a las 2 de la mañana, calculando si vale la pena llamar a la policía por el karaoke del vecino que suena como si estuvieran sacrificando un chancho? O peor aún, el taller que decide probar motores a las 6 a.m. un sábado. La contaminación sonora en este país es un despiche monumental, una de esas varas que todos sufrimos en silencio (irónicamente) porque denunciar es un proceso más lento que una procesión en la platina. Uno llama, le dicen que eso es con el Ministerio de Salud, llena un formulario que parece un testamento y para cuando alguien llega, la fiesta ya se acabó y el mecánico se fue a tomar café.
Pues bueno, parece que los diputados en la Comisión de Ambiente se cansaron del cuento y están cocinando una reforma a la Ley General de Salud que, en papel, suena bastante tuanis. La idea es dejar de tratar el ruido como un problema de segunda y empezar a verlo como lo que es: un tema de salud pública. La propuesta no se anda por las ramas: contempla multas económicas que van subiendo de nivel si el local o la persona es reincidente, y puede llegar hasta la cancelación del permiso de funcionamiento. ¡Imagínense! Un bar que se la pasa reventando tímpanos podría, de verdad, quedarse sin su patente. Se acabaría el juego de pagar una multa de chiste y seguir en las mismas.
Pero aquí viene la parte que de verdad podría cambiar el juego, la joya de la corona: quieren meter a la Fuerza Pública de lleno en el brete de atender las denuncias. Esto es clave. Significa que en lugar de iniciar un peregrinaje burocrático, uno podría llamar y que una patrulla llegue a medir los decibeles y a poner orden en tiempo real. Se acabaría la excusa de "eso no nos toca a nosotros". La idea de que la respuesta sea inmediata y no un proceso que dura meses suena, sinceramente, a cachete. Sería pasar de un sistema que parece diseñado para que uno se rinda a uno que de verdad podría ofrecer un alivio rápido a las comunidades bombardeadas por el ruido constante.
Además, la propuesta tiene un cierre de ciclo bastante inteligente. ¿Qué pasa con la plata que se recaude de todas esas multas? No se va a un saco sin fondo del gobierno. El proyecto de ley dice que esa plata se tiene que reinvertir directamente en programas para mitigar el ruido, sobre todo en las zonas más afectadas. O sea, el mismo bar que contamina, con su multa, estaría financiando barreras anti-ruido o campañas de concientización en su propia comunidad. Y es que esto es serio; los expertos no paran de decirlo. La bulla excesiva no es solo una molestia, nos está enfermando. Aumenta el riesgo de infartos, genera una ansiedad terrible, no nos deja dormir bien y hasta baja la productividad en el brete. Es un enemigo silencioso que nos está pasando una factura carísima en salud física y mental.
Ahora, la pregunta del millón. Sabemos cómo funciona la cosa en la Asamblea: a veces las mejores ideas se quedan engavetadas o les meten tantos cambios que terminan siendo un chiste. La propuesta es buena, tiene lógica y ataca el problema de raíz. Pero, ¿pasará el filtro político? ¿Tendrá el apoyo necesario para convertirse en ley o es solo una buena intención que se va a ir al traste? Mae, yo quiero ser optimista, pero la experiencia nos ha hecho cínicos. ¿Ustedes qué dicen? ¿Creen que esta vez sí se logre ponerle un alto al escándalo o es pura paja para la galería? ¡Los leo en los comentarios!
Pues bueno, parece que los diputados en la Comisión de Ambiente se cansaron del cuento y están cocinando una reforma a la Ley General de Salud que, en papel, suena bastante tuanis. La idea es dejar de tratar el ruido como un problema de segunda y empezar a verlo como lo que es: un tema de salud pública. La propuesta no se anda por las ramas: contempla multas económicas que van subiendo de nivel si el local o la persona es reincidente, y puede llegar hasta la cancelación del permiso de funcionamiento. ¡Imagínense! Un bar que se la pasa reventando tímpanos podría, de verdad, quedarse sin su patente. Se acabaría el juego de pagar una multa de chiste y seguir en las mismas.
Pero aquí viene la parte que de verdad podría cambiar el juego, la joya de la corona: quieren meter a la Fuerza Pública de lleno en el brete de atender las denuncias. Esto es clave. Significa que en lugar de iniciar un peregrinaje burocrático, uno podría llamar y que una patrulla llegue a medir los decibeles y a poner orden en tiempo real. Se acabaría la excusa de "eso no nos toca a nosotros". La idea de que la respuesta sea inmediata y no un proceso que dura meses suena, sinceramente, a cachete. Sería pasar de un sistema que parece diseñado para que uno se rinda a uno que de verdad podría ofrecer un alivio rápido a las comunidades bombardeadas por el ruido constante.
Además, la propuesta tiene un cierre de ciclo bastante inteligente. ¿Qué pasa con la plata que se recaude de todas esas multas? No se va a un saco sin fondo del gobierno. El proyecto de ley dice que esa plata se tiene que reinvertir directamente en programas para mitigar el ruido, sobre todo en las zonas más afectadas. O sea, el mismo bar que contamina, con su multa, estaría financiando barreras anti-ruido o campañas de concientización en su propia comunidad. Y es que esto es serio; los expertos no paran de decirlo. La bulla excesiva no es solo una molestia, nos está enfermando. Aumenta el riesgo de infartos, genera una ansiedad terrible, no nos deja dormir bien y hasta baja la productividad en el brete. Es un enemigo silencioso que nos está pasando una factura carísima en salud física y mental.
Ahora, la pregunta del millón. Sabemos cómo funciona la cosa en la Asamblea: a veces las mejores ideas se quedan engavetadas o les meten tantos cambios que terminan siendo un chiste. La propuesta es buena, tiene lógica y ataca el problema de raíz. Pero, ¿pasará el filtro político? ¿Tendrá el apoyo necesario para convertirse en ley o es solo una buena intención que se va a ir al traste? Mae, yo quiero ser optimista, pero la experiencia nos ha hecho cínicos. ¿Ustedes qué dicen? ¿Creen que esta vez sí se logre ponerle un alto al escándalo o es pura paja para la galería? ¡Los leo en los comentarios!