¡Ay, Dios mío! Se armó un relajo en la Asamblea, ¿eh? Parece que ahora quieren meterle bala a la delincuencia organizada con una reforma que está sacudiendo a medio país. La idea es sencilla, pero espinosa: castigar a quien forma parte de una banda, aunque no haya cometido ningún delito específico. ¿Se imaginan eso?
La Ley contra el Crimen Organizado quiere darle una mano más potente al Ministerio Público y a los tribunales. Hasta ahora, para echarle la pata adelante a alguien que anda con gente rara, la Fiscalía tenía que probar que estaba involucrado en un robo, un asalto, o alguna otra cosita turbia. Con este nuevo proyecto, basta con estar en la agrupación para meterlo en problemas. Vamos, ¡pura letra muerta!
Los diputados dicen que esto va a ayudar a desmantelar las estructuras del hampa, porque así pueden ir agarrando a los peces gorditos... digo, a los que andan en los escalones inferiores, los que hacen el trabajo sucio. Porque, honestamente, los jefazos siempre escapan por las ramas. Pero muchos se preguntan si esto no es demasiado amplio, si no está violando derechos humanos… diay, qué brete.
Es que piénsese, ¿qué pasa si usted trabaja en un bar y conoce a un tipo que resulta ser miembro de una banda? ¿Lo va a evitar como si tuviera peste bubónica? ¿Va a dejar de saludarlo porque puede meterse en problemas? Esto podría afectar incluso a personas que ni siquiera saben que sus compas están metidos en cosas turbias. Qué sal, ¿verdad?
Claro, nadie quiere que la delincuencia siga creciendo como champiñones después de la lluvia. Tenemos que hacer algo, ¿eh? La inseguridad nos tiene a todos más nerviosos que gato enredado. Pero meter preso a la gente solo por andar con malas compañías me parece que estamos yéndonos de listo. Podríamos terminar encarcelando a inocentes, pura torta.
El debate en el Congreso está candentísimo, con algunos diputados diciendo “¡esto es lo que necesitamos!” y otros gritando “¡espérense un momento!”. Hay preocupación por cómo se definirán exactamente las “estructuras criminales”, para que no se pretexto para acusar a cualquiera. Uno nunca sabe quién te puede estar vigilando, ¿no?
Además, hay quienes señalan que esta reforma podría ser utilizada para perseguir a activistas sociales o defensores de derechos humanos, simplemente porque se reúnen con personas consideradas “sospechosas” por el gobierno. ¡Eso sería un golpe durísimo a la democracia! Sería como volver al tiempo de la picana y la censura, diay.
En fin, el asunto está en manos de nuestros representantes, y esperamos que tomen una decisión sensata, pensando en el bienestar de todos los costarricenses. Pero me pregunto, ¿realmente creen que encarcelar a personas solo por asociación, sin pruebas de un delito cometido, es la solución adecuada para combatir el crimen organizado en Costa Rica? ¿O deberíamos enfocarnos en mejorar la educación, crear oportunidades laborales y fortalecer nuestras instituciones?
La Ley contra el Crimen Organizado quiere darle una mano más potente al Ministerio Público y a los tribunales. Hasta ahora, para echarle la pata adelante a alguien que anda con gente rara, la Fiscalía tenía que probar que estaba involucrado en un robo, un asalto, o alguna otra cosita turbia. Con este nuevo proyecto, basta con estar en la agrupación para meterlo en problemas. Vamos, ¡pura letra muerta!
Los diputados dicen que esto va a ayudar a desmantelar las estructuras del hampa, porque así pueden ir agarrando a los peces gorditos... digo, a los que andan en los escalones inferiores, los que hacen el trabajo sucio. Porque, honestamente, los jefazos siempre escapan por las ramas. Pero muchos se preguntan si esto no es demasiado amplio, si no está violando derechos humanos… diay, qué brete.
Es que piénsese, ¿qué pasa si usted trabaja en un bar y conoce a un tipo que resulta ser miembro de una banda? ¿Lo va a evitar como si tuviera peste bubónica? ¿Va a dejar de saludarlo porque puede meterse en problemas? Esto podría afectar incluso a personas que ni siquiera saben que sus compas están metidos en cosas turbias. Qué sal, ¿verdad?
Claro, nadie quiere que la delincuencia siga creciendo como champiñones después de la lluvia. Tenemos que hacer algo, ¿eh? La inseguridad nos tiene a todos más nerviosos que gato enredado. Pero meter preso a la gente solo por andar con malas compañías me parece que estamos yéndonos de listo. Podríamos terminar encarcelando a inocentes, pura torta.
El debate en el Congreso está candentísimo, con algunos diputados diciendo “¡esto es lo que necesitamos!” y otros gritando “¡espérense un momento!”. Hay preocupación por cómo se definirán exactamente las “estructuras criminales”, para que no se pretexto para acusar a cualquiera. Uno nunca sabe quién te puede estar vigilando, ¿no?
Además, hay quienes señalan que esta reforma podría ser utilizada para perseguir a activistas sociales o defensores de derechos humanos, simplemente porque se reúnen con personas consideradas “sospechosas” por el gobierno. ¡Eso sería un golpe durísimo a la democracia! Sería como volver al tiempo de la picana y la censura, diay.
En fin, el asunto está en manos de nuestros representantes, y esperamos que tomen una decisión sensata, pensando en el bienestar de todos los costarricenses. Pero me pregunto, ¿realmente creen que encarcelar a personas solo por asociación, sin pruebas de un delito cometido, es la solución adecuada para combatir el crimen organizado en Costa Rica? ¿O deberíamos enfocarnos en mejorar la educación, crear oportunidades laborales y fortalecer nuestras instituciones?