Seamos honestos, maes. A veces la política tica parece un guion de Netflix que ya todos vimos, pero que insisten en volver a producir. Y el último capítulo, o más bien, el tráiler de la próxima temporada, nos lo acaba de tirar Laura Fernández. La candidata del partido de gobierno, Pueblo Soberano, soltó sin anestesia que, si llega a la silla de Zapote, le guardaría el campito de Ministro de la Presidencia a su actual jefe, Rodrigo Chaves. ¡Qué torta! Porque aquí la vara no es si Chaves es buen o mal asesor, sino el elefante blanco en media sala: la inmunidad.
La jugada es tan sutil como un martillazo en un dedo. La vara es así de simple: el 8 de mayo de 2026, cuando don Rodrigo entregue la banda presidencial, también entrega su fuero de improcedibilidad. O sea, queda como cualquier hijo de vecino frente a la justicia. Pero, ¡magia! Si su sucesora y actual subalterna lo nombra ministro, ese fuero se le renueva automáticamente. Es como tener una suscripción premium a la inmunidad. Fernández lo dijo con todas las letras, que sí lo ha pensado y que sería un asesor cercano. Un asesor con un blindaje legal que ya muchos quisieran.
Y claro, el *timing* es todo en esta vida. Estas declaraciones no caen del cielo. Se dan justo un día después de que el propio Chaves confirmara que no va a renunciar para buscar una diputación, lo que significa que se aferra a su inmunidad actual hasta el último segundo. Y, para ponerle más picante al gallo, esto pasa mientras en el Congreso ya se armó la famosa comisión que va a decidir si le levantan el fuero por el caso BCIE. Diay, si uno ata cabos, el panorama se pinta solo. No es una estrategia, es un manual de supervivencia política a cielo abierto.
Aquí es donde el asunto se pone más denso y deja un sinsabor. Más allá de los colores políticos, la jugada envía un mensaje peligrosísimo: que los puestos en el gabinete pueden convertirse en salvavidas legales. Que la lealtad política puede comprar un paraguas contra la justicia. Esto erosiona la confianza en las instituciones y nos hace preguntar si la ley es realmente pareja para todos. La idea de que "nadie está por encima de la ley", uno de los pilares de nuestra democracia, parece que se nos puede ir al traste si estas movidas se normalizan. Es convertir un cargo de altísima responsabilidad en un simple escudo.
Mientras tanto, en la Asamblea Legislativa, tres diputados tienen una papeleta que quema. Andrea Álvarez del PLN, Rocío Alfaro del Frente Amplio y, ojo al dato, Daniel Vargas del oficialismo, tienen 20 días para analizar el expediente y recomendar si le quitan el fuero a Chaves. Es un piso resbaloso, especialmente para el diputado Vargas, que tendrá que decidir sobre el futuro judicial del líder de su fracción política. La presión es enorme y lo que decidan sentará un precedente de cara a esta posible "continuidad con inmunidad" que propone el chavismo.
Al final, esta no es una discusión sobre si Chaves y Fernández trabajan "súper fácil" juntos. Es sobre la salud de nuestra República. Se trata de si vamos a permitir que la arquitectura del Estado se use para construir refugios personales en lugar de fortalecer el bien común. El "brete" de un ministro es servir al país, no servir de escudo para un expresidente, por más cercano que sea. La cancha está rayada y la bola está rodando, y lo que está en juego es mucho más que un simple puesto en un ministerio.
Ahora les paso la bola a ustedes, maes del foro: ¿Qué opinan de esta movida? ¿Es una jugada política válida dentro de las reglas del juego o un portillo descarado para la impunidad a la carta? ¿Se vale usar un ministerio como paraguas legal?
La jugada es tan sutil como un martillazo en un dedo. La vara es así de simple: el 8 de mayo de 2026, cuando don Rodrigo entregue la banda presidencial, también entrega su fuero de improcedibilidad. O sea, queda como cualquier hijo de vecino frente a la justicia. Pero, ¡magia! Si su sucesora y actual subalterna lo nombra ministro, ese fuero se le renueva automáticamente. Es como tener una suscripción premium a la inmunidad. Fernández lo dijo con todas las letras, que sí lo ha pensado y que sería un asesor cercano. Un asesor con un blindaje legal que ya muchos quisieran.
Y claro, el *timing* es todo en esta vida. Estas declaraciones no caen del cielo. Se dan justo un día después de que el propio Chaves confirmara que no va a renunciar para buscar una diputación, lo que significa que se aferra a su inmunidad actual hasta el último segundo. Y, para ponerle más picante al gallo, esto pasa mientras en el Congreso ya se armó la famosa comisión que va a decidir si le levantan el fuero por el caso BCIE. Diay, si uno ata cabos, el panorama se pinta solo. No es una estrategia, es un manual de supervivencia política a cielo abierto.
Aquí es donde el asunto se pone más denso y deja un sinsabor. Más allá de los colores políticos, la jugada envía un mensaje peligrosísimo: que los puestos en el gabinete pueden convertirse en salvavidas legales. Que la lealtad política puede comprar un paraguas contra la justicia. Esto erosiona la confianza en las instituciones y nos hace preguntar si la ley es realmente pareja para todos. La idea de que "nadie está por encima de la ley", uno de los pilares de nuestra democracia, parece que se nos puede ir al traste si estas movidas se normalizan. Es convertir un cargo de altísima responsabilidad en un simple escudo.
Mientras tanto, en la Asamblea Legislativa, tres diputados tienen una papeleta que quema. Andrea Álvarez del PLN, Rocío Alfaro del Frente Amplio y, ojo al dato, Daniel Vargas del oficialismo, tienen 20 días para analizar el expediente y recomendar si le quitan el fuero a Chaves. Es un piso resbaloso, especialmente para el diputado Vargas, que tendrá que decidir sobre el futuro judicial del líder de su fracción política. La presión es enorme y lo que decidan sentará un precedente de cara a esta posible "continuidad con inmunidad" que propone el chavismo.
Al final, esta no es una discusión sobre si Chaves y Fernández trabajan "súper fácil" juntos. Es sobre la salud de nuestra República. Se trata de si vamos a permitir que la arquitectura del Estado se use para construir refugios personales en lugar de fortalecer el bien común. El "brete" de un ministro es servir al país, no servir de escudo para un expresidente, por más cercano que sea. La cancha está rayada y la bola está rodando, y lo que está en juego es mucho más que un simple puesto en un ministerio.
Ahora les paso la bola a ustedes, maes del foro: ¿Qué opinan de esta movida? ¿Es una jugada política válida dentro de las reglas del juego o un portillo descarado para la impunidad a la carta? ¿Se vale usar un ministerio como paraguas legal?