Mae, seamos honestos. Todos tenemos esa gaveta. Sí, esa misma. La gaveta del cementerio de chunches electrónicos. Ahí conviven en un enredo de cables el celular que ya no carga, la tablet con la pantalla quebrada y ese reproductor de MP3 que da hasta nostalgia ver. Diay, ¿y qué hace uno con esa vara? La mayoría de las veces, nada. Ahí se queda, acumulando polvo y culpa ambiental. El problema es que esos chereques no son basura común y corriente; están llenos de componentes que, si no se manejan bien, son un dolor de cabeza para el planeta. Y peor aún, estamos criando una generación que cambia de celular como de ropa, sin tener la más mínima idea de qué hacer con el viejo.
Pero parece que en Kölbi se pusieron las pilas y le están entrando al tema de una forma bastante creativa. Por segundo año, relanzaron su iniciativa “Reciclamóvil”, que no es un anuncio aburrido ni un panfleto que uno bota a los dos segundos. No, maes, es un videojuego. La idea es tan simple como tuanis: enseñarle a los güilas, desde pequeños, la importancia de reciclar estos aparatos. El juego, que por cierto es gratis y está en las tiendas de Android y iOS, viene todo renovado. Le metieron más color, nuevos retos y unos bichillos llamados “ecomonstruos” que, la verdad, están bastante simpáticos. Los chiquillos van pasando por mundos de bosques y ciudades ecológicas, aprendiendo sin darse cuenta.
La lógica detrás de esto es ¡qué chiva! En lugar de soltarles un discurso que les entra por un oído y les sale por el otro, los ponen a jugar. Mientras se divierten con los mentados Pixy, Blink y Zippy, van aprendiendo qué hacer con una batería vieja o por qué no se puede tirar una tablet al basurero normal. Según Paola Jiménez, la jefa comercial del ICE, la meta es sembrar esa semillita de conciencia desde ahora. Y tiene todo el sentido del mundo. A nuestra generación, con costos nos enseñaron a separar el plástico y el cartón. Imagínese empezar a hablar de reciclaje de litio y componentes electrónicos desde la escuela. Es otro nivel de educación ambiental, uno que se ajusta a la realidad de hoy, donde un niño de 8 años probablemente ya tuvo su primera tablet.
Ahora, la pregunta del millón: ¿esta vara de verdad funciona o es solo para la foto? Pues, viendo los números, parece que la iniciativa no es pura paja. El año pasado, gracias a este programa, Kölbi recogió 681 kilos de residuos de celulares. ¡Seiscientos ochenta y un kilos! Eso es un montón de baterías y circuitos que no terminaron en un río o en un botadero a cielo abierto. ¡Qué nivel de resultado! La gente simplemente llevaba sus chunches viejos a los contenedores que pusieron en sus agencias por todo el país. Y para este 2025, la cosa se pone mejor, porque anunciaron que van a meterle premios al juego. O sea, los güilas no solo van a aprender, sino que van a poder ganar varas por acumular puntos. Una jugada maestra para mantenerlos enganchados.
Al final del día, esta iniciativa de Kölbi está a cachete. Es un ejemplo perfecto de cómo una empresa grande puede hacer un brete de responsabilidad social que no se sienta forzado ni corporativo. Están usando el lenguaje que los chiquillos entienden (los videojuegos) para enseñarles algo que es fundamental para el futuro del país y del planeta. Es una solución moderna para un problema moderno. Ojalá más empresas se apuntaran a crear proyectos así de tuanis, que eduquen y entretengan al mismo tiempo. Porque, seamos francos, de nada sirve que Costa Rica tenga la fama de ser un paraíso verde si no le enseñamos a las nuevas generaciones cómo mantenerlo así.
Maes, ¿qué opinan ustedes de estas varas? ¿Creen que un juego así de verdad puede cambiarle el chip a los güilas sobre el reciclaje o es puro marketing de Kölbi? ¡Cuenten a ver!
Pero parece que en Kölbi se pusieron las pilas y le están entrando al tema de una forma bastante creativa. Por segundo año, relanzaron su iniciativa “Reciclamóvil”, que no es un anuncio aburrido ni un panfleto que uno bota a los dos segundos. No, maes, es un videojuego. La idea es tan simple como tuanis: enseñarle a los güilas, desde pequeños, la importancia de reciclar estos aparatos. El juego, que por cierto es gratis y está en las tiendas de Android y iOS, viene todo renovado. Le metieron más color, nuevos retos y unos bichillos llamados “ecomonstruos” que, la verdad, están bastante simpáticos. Los chiquillos van pasando por mundos de bosques y ciudades ecológicas, aprendiendo sin darse cuenta.
La lógica detrás de esto es ¡qué chiva! En lugar de soltarles un discurso que les entra por un oído y les sale por el otro, los ponen a jugar. Mientras se divierten con los mentados Pixy, Blink y Zippy, van aprendiendo qué hacer con una batería vieja o por qué no se puede tirar una tablet al basurero normal. Según Paola Jiménez, la jefa comercial del ICE, la meta es sembrar esa semillita de conciencia desde ahora. Y tiene todo el sentido del mundo. A nuestra generación, con costos nos enseñaron a separar el plástico y el cartón. Imagínese empezar a hablar de reciclaje de litio y componentes electrónicos desde la escuela. Es otro nivel de educación ambiental, uno que se ajusta a la realidad de hoy, donde un niño de 8 años probablemente ya tuvo su primera tablet.
Ahora, la pregunta del millón: ¿esta vara de verdad funciona o es solo para la foto? Pues, viendo los números, parece que la iniciativa no es pura paja. El año pasado, gracias a este programa, Kölbi recogió 681 kilos de residuos de celulares. ¡Seiscientos ochenta y un kilos! Eso es un montón de baterías y circuitos que no terminaron en un río o en un botadero a cielo abierto. ¡Qué nivel de resultado! La gente simplemente llevaba sus chunches viejos a los contenedores que pusieron en sus agencias por todo el país. Y para este 2025, la cosa se pone mejor, porque anunciaron que van a meterle premios al juego. O sea, los güilas no solo van a aprender, sino que van a poder ganar varas por acumular puntos. Una jugada maestra para mantenerlos enganchados.
Al final del día, esta iniciativa de Kölbi está a cachete. Es un ejemplo perfecto de cómo una empresa grande puede hacer un brete de responsabilidad social que no se sienta forzado ni corporativo. Están usando el lenguaje que los chiquillos entienden (los videojuegos) para enseñarles algo que es fundamental para el futuro del país y del planeta. Es una solución moderna para un problema moderno. Ojalá más empresas se apuntaran a crear proyectos así de tuanis, que eduquen y entretengan al mismo tiempo. Porque, seamos francos, de nada sirve que Costa Rica tenga la fama de ser un paraíso verde si no le enseñamos a las nuevas generaciones cómo mantenerlo así.
Maes, ¿qué opinan ustedes de estas varas? ¿Creen que un juego así de verdad puede cambiarle el chip a los güilas sobre el reciclaje o es puro marketing de Kölbi? ¡Cuenten a ver!