Foro, hablemos de esa sensación familiar, ese ‘déjà vu’ que nos da cada vez que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y su famoso sistema informático ERP-SAP protagonizan los titulares. ¡Qué torta! Cuando uno piensa que la novela ya no puede tener más giros, nos anuncian que están pensando seriamente en echarle otros ₡250 millones al hueco. Sí, leyó bien. Doscientos cincuenta millones de colones más para "estabilizar" un chunche que, a estas alturas, parece más inestable que la conexión a internet en medio aguacero.
Diay, el asunto es que la vara no es tan sencilla como firmar un cheque y cruzar los dedos. Aquí es donde la cosa se pone buena, casi como de comedia legal. Resulta que, según la Dirección Jurídica de la misma Caja, ya estiraron el contrato hasta donde la ley se los permitía. Imagínense la escena: ya han hecho CINCO adendas (extensiones) al contrato original. Con eso, ya llevaron el aumento del costo a un 19,99 % y el plazo a un 20 %. ¡Le sacaron hasta el último decimal posible! La Ley de Contratación Pública es clarísima: hasta ahí llegan los simples mortales. Querer meterle seis meses más y otros $500 mil dólares (los ₡250 melones) es, legalmente, pasarse de la raya.
Claro, toda regla tiene su "letra pequeña". La ley permite un aumento de hasta el 50 % en casos "excepcionales" que no se pudieron prever. Y aquí es donde uno, como ciudadano de a pie, levanta la ceja. La pregunta del millón, mae, es: ¿qué tiene de "excepcional" o "imprevisible" que un sistema que ha dado problemas desde el día uno… siga dando problemas? ¿Acaso no es esa la única característica previsible que ha tenido este proyecto? Pretender que los fallos constantes son una sorpresa es, con todo respeto, un insulto a la inteligencia. Es como sorprenderse de que el pan se ponga duro si uno lo deja afuera por tres días. Es el resultado esperado de una cadena de malas decisiones.
Y mientras en las altas esferas se discute si este despilfarro califica como "excepcional", la realidad en la calle es otra. Esos ₡250 millones no son solo un número en un expediente. Significan EBAIS que necesitan mejoras, listas de espera que no bajan, equipo médico que urge renovar y especialistas que hacen falta. Todo ese brete que se saca a puro corazón y esfuerzo del personal de la Caja podría tener un respiro con esa plata. Duele ver cómo cientos de millones de colones, que salen de la bolsa de todos nosotros, corren el riesgo de irse al traste en un sistema que no termina de cuajar, en lugar de invertirse donde la necesidad grita.
Al final del día, esto va más allá de un sistema informático. Se trata de responsabilidad, de gestión de fondos públicos y de honestidad. No se puede seguir tapando un hueco con más y más plata, esperando un milagro. A veces, la decisión más valiente y responsable es admitir el fracaso, aprender la lección y cambiar de rumbo. Por eso, les lanzo la pregunta a ustedes, la gente inteligente de este foro: **¿Creen que la Caja debería seguir metiéndole plata a este proyecto, aferrándose a la esperanza? ¿O ya es hora de cortar por lo sano, aceptar que se jalaron una torta monumental y buscar una solución real, aunque duela asumirlo?** Los leo.
Diay, el asunto es que la vara no es tan sencilla como firmar un cheque y cruzar los dedos. Aquí es donde la cosa se pone buena, casi como de comedia legal. Resulta que, según la Dirección Jurídica de la misma Caja, ya estiraron el contrato hasta donde la ley se los permitía. Imagínense la escena: ya han hecho CINCO adendas (extensiones) al contrato original. Con eso, ya llevaron el aumento del costo a un 19,99 % y el plazo a un 20 %. ¡Le sacaron hasta el último decimal posible! La Ley de Contratación Pública es clarísima: hasta ahí llegan los simples mortales. Querer meterle seis meses más y otros $500 mil dólares (los ₡250 melones) es, legalmente, pasarse de la raya.
Claro, toda regla tiene su "letra pequeña". La ley permite un aumento de hasta el 50 % en casos "excepcionales" que no se pudieron prever. Y aquí es donde uno, como ciudadano de a pie, levanta la ceja. La pregunta del millón, mae, es: ¿qué tiene de "excepcional" o "imprevisible" que un sistema que ha dado problemas desde el día uno… siga dando problemas? ¿Acaso no es esa la única característica previsible que ha tenido este proyecto? Pretender que los fallos constantes son una sorpresa es, con todo respeto, un insulto a la inteligencia. Es como sorprenderse de que el pan se ponga duro si uno lo deja afuera por tres días. Es el resultado esperado de una cadena de malas decisiones.
Y mientras en las altas esferas se discute si este despilfarro califica como "excepcional", la realidad en la calle es otra. Esos ₡250 millones no son solo un número en un expediente. Significan EBAIS que necesitan mejoras, listas de espera que no bajan, equipo médico que urge renovar y especialistas que hacen falta. Todo ese brete que se saca a puro corazón y esfuerzo del personal de la Caja podría tener un respiro con esa plata. Duele ver cómo cientos de millones de colones, que salen de la bolsa de todos nosotros, corren el riesgo de irse al traste en un sistema que no termina de cuajar, en lugar de invertirse donde la necesidad grita.
Al final del día, esto va más allá de un sistema informático. Se trata de responsabilidad, de gestión de fondos públicos y de honestidad. No se puede seguir tapando un hueco con más y más plata, esperando un milagro. A veces, la decisión más valiente y responsable es admitir el fracaso, aprender la lección y cambiar de rumbo. Por eso, les lanzo la pregunta a ustedes, la gente inteligente de este foro: **¿Creen que la Caja debería seguir metiéndole plata a este proyecto, aferrándose a la esperanza? ¿O ya es hora de cortar por lo sano, aceptar que se jalaron una torta monumental y buscar una solución real, aunque duela asumirlo?** Los leo.