¡Aguante, pura vida! Aquí Foro de Costa Rica con un temita que le pega duro al bolsillo y a la forma en cómo nos tratan como país. Últimamente, se ha levantado un polvorón sobre si nuestras leyes realmente trabajan pa’ nosotros, el pueblo, o si son más bien herramientas pa’ unos cuantos enchufaditos que se lucran a nuestra costa. Ya saben, la típica historia de 'los de arriba' versus 'nosotros'.
La columna de opinión de Gustavo Araya Martínez publicada hace poco en este mismo espacio, nos invita a reflexionar: ¿la ley es enemiga o aliada?
Y digo yo, diay, qué me cuentan. Si revisamos la historia, vemos que las leyes han sido utilizadas tanto para defender derechos como para reprimir libertades. En Costa Rica, hemos tenido momentos gloriosos donde las leyes garantizaban la igualdad y la justicia social, pero también periodos oscuros donde fueron instrumentos de opresión y desigualdad. Recordaremos esos tiempos de lucha por el derecho al voto femenino, o las protestas contra el fraude electoral... ¡todavía duelen!
Ahora, en pleno siglo XXI, seguimos viendo cosas que dan risa y pena a partes iguales. Leyes que favorecen a las empresas extranjeras, impuestos que aprietan a los trabajadores, regulaciones que dificultan la vida de los emprendedores… ¡una torta! Uno se pregunta si nuestros legisladores están escuchando las necesidades reales del pueblo o si están más preocupados por los intereses de sus patrocinadores.
La Dra. Sarah Cordero Pinchansky, en su artículo sobre los aranceles, dejó claro cómo estas medidas pueden afectar directamente a los pequeños productores y comerciantes. Y no es broma, mae. Un simple arancel puede significar la diferencia entre mantener abierto un negocio familiar o tener que cerrarlo y despedir empleados. Esto afecta a todos, desde la señora que vende empanadas en la esquina hasta el agricultor que produce café orgánico.
Pero no todo está perdido. Hay organizaciones sociales y movimientos ciudadanos que luchan día a día por transformar las leyes y hacerlas más justas y equitativas. Gente que se esfuerza por garantizar que todas las voces sean escuchadas y que los derechos de todos estén protegidos. Ellos entienden que la ley no es un ente abstracto, sino una herramienta que podemos moldear para construir una sociedad mejor. Eso sí, requiere de mucha valentía y perseverancia. ¡Tremendo brete!
Además, vale la pena recordar que las leyes no son estáticas. Están en constante evolución, adaptándose a los cambios sociales, económicos y políticos. Por eso, es fundamental que participemos activamente en el proceso legislativo, exigiendo transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad a nuestros representantes. No podemos quedarnos cruzados de brazos esperando que las cosas cambien solas. Tenemos que tomar las riendas de nuestro destino y luchar por lo que creemos justo.
En fin, parece que estamos en un momento crucial de nuestra historia. Tenemos la oportunidad de construir un sistema legal que realmente proteja al pueblo y promueva el desarrollo sostenible. Pero para lograrlo, necesitamos despertar conciencias, movilizar voluntades y exigir cambios profundos. Una cosa es segura: ¡no nos vamos a echar atrás!
¿Ustedes creen que las reformas legales propuestas actualmente van en la dirección correcta para proteger los derechos de los costarricenses, o siguen siendo un favor a los grupos de poder? Dejen sus opiniones aquí abajo, quiero saber qué piensan mis compas del foro!
La columna de opinión de Gustavo Araya Martínez publicada hace poco en este mismo espacio, nos invita a reflexionar: ¿la ley es enemiga o aliada?
Y digo yo, diay, qué me cuentan. Si revisamos la historia, vemos que las leyes han sido utilizadas tanto para defender derechos como para reprimir libertades. En Costa Rica, hemos tenido momentos gloriosos donde las leyes garantizaban la igualdad y la justicia social, pero también periodos oscuros donde fueron instrumentos de opresión y desigualdad. Recordaremos esos tiempos de lucha por el derecho al voto femenino, o las protestas contra el fraude electoral... ¡todavía duelen!
Ahora, en pleno siglo XXI, seguimos viendo cosas que dan risa y pena a partes iguales. Leyes que favorecen a las empresas extranjeras, impuestos que aprietan a los trabajadores, regulaciones que dificultan la vida de los emprendedores… ¡una torta! Uno se pregunta si nuestros legisladores están escuchando las necesidades reales del pueblo o si están más preocupados por los intereses de sus patrocinadores.
La Dra. Sarah Cordero Pinchansky, en su artículo sobre los aranceles, dejó claro cómo estas medidas pueden afectar directamente a los pequeños productores y comerciantes. Y no es broma, mae. Un simple arancel puede significar la diferencia entre mantener abierto un negocio familiar o tener que cerrarlo y despedir empleados. Esto afecta a todos, desde la señora que vende empanadas en la esquina hasta el agricultor que produce café orgánico.
Pero no todo está perdido. Hay organizaciones sociales y movimientos ciudadanos que luchan día a día por transformar las leyes y hacerlas más justas y equitativas. Gente que se esfuerza por garantizar que todas las voces sean escuchadas y que los derechos de todos estén protegidos. Ellos entienden que la ley no es un ente abstracto, sino una herramienta que podemos moldear para construir una sociedad mejor. Eso sí, requiere de mucha valentía y perseverancia. ¡Tremendo brete!
Además, vale la pena recordar que las leyes no son estáticas. Están en constante evolución, adaptándose a los cambios sociales, económicos y políticos. Por eso, es fundamental que participemos activamente en el proceso legislativo, exigiendo transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad a nuestros representantes. No podemos quedarnos cruzados de brazos esperando que las cosas cambien solas. Tenemos que tomar las riendas de nuestro destino y luchar por lo que creemos justo.
En fin, parece que estamos en un momento crucial de nuestra historia. Tenemos la oportunidad de construir un sistema legal que realmente proteja al pueblo y promueva el desarrollo sostenible. Pero para lograrlo, necesitamos despertar conciencias, movilizar voluntades y exigir cambios profundos. Una cosa es segura: ¡no nos vamos a echar atrás!
¿Ustedes creen que las reformas legales propuestas actualmente van en la dirección correcta para proteger los derechos de los costarricenses, o siguen siendo un favor a los grupos de poder? Dejen sus opiniones aquí abajo, quiero saber qué piensan mis compas del foro!