Diay maes, a como está la cosa en la calle, a veces una noticia como esta se siente como un respiro. La Fuerza Pública y el OIJ se pusieron las pilas y le cayeron a un montón de puntos calientes en la GAM, y el resultado fue una verdadera “venta de garage” del bajo mundo. No estamos hablando de poquitos, la vara fue en serio. Se metieron en Tirrases, Barrio Sinaí, Los Cuadros, León XIII, Purral, Granadilla y hasta San Pedro. Prácticamente un tour por los barrios donde uno sabe que el asfalto quema, y la verdad es que encontraron de todo, como en botica.
Y cuando digo de todo, no exagero. El “menú” que decomisaron parece sacado de un festival de música electrónica que se salió de control. Estamos hablando de casi 300 dosis de crack, más de 200 de mota, 120 de coca, y sigue la lista con éxtasis, cristal y hasta el famoso “tusi”. Pero lo que me deja pensando es la “creatividad” del narco de barrio, mae. ¡Decomisaron hasta 25 gomitas con THC y vaporizadores! O sea, el microtráfico ya no es solo la piedra en la esquina, ahora tiene su versión “gourmet” y tecnológica. El despiche es tal, que la oferta se adapta a cualquier tipo de cliente. Aparte de las dosis listas para la venta, también cayó un montón de marihuana en greña y pasta base, lo que confirma que ahí mismo estaban cocinando el veneno.
Pero bueno, la historia nunca termina solo con la droga. Como siempre, donde hay venta de chunches de esos, hay violencia. En la misma movida cayeron dos armas de fuego y una de esas “menos letales”, que de “menos letales” a veces no tienen nada. Súmenle a eso más de 200 mil colones en efectivo, que seguro era la platita del día. Esto es lo que realmente pone los pelos de punta: no es solo un problema de salud pública, es una guerra por territorios que se pelea con plomo. Cada dosis de esas que quitaron de la calle es, potencialmente, una vida salvada o una balacera evitada. Es un brete de hormiga el que tienen que hacer los cuerpos policiales, quitando pieza por pieza de un rompecabezas que parece infinito.
Claro, sale el comandante Víctor Fernández, subdirector de la Fuerza Pública de San José, a dar los detalles y uno tiene que aplaudir el trabajo. Los maes se la juegan en lugares donde la ley a veces parece un concepto abstracto. El discurso oficial, como siempre, es que son “estrategias de contención” y que van a seguir dándole sin descanso. Y sí, es su brete y lo están haciendo. Nadie les quita el mérito. Pero aquí es donde nos tenemos que poner serios y pensar más allá del decomiso. ¿Cuántas veces hemos escuchado la misma historia? Limpian una esquina y a la semana siguiente ya hay otro búnker operando, quizás con más maña y más violencia que el anterior.
Al final del día, esta “limpieza” se siente bien, pero deja un sabor amargo. Es como secar el piso con el tubo roto todavía echando agua. Es necesario, urgente, pero no soluciona el problema de fondo. La raíz del microtráfico es mucho más profunda: falta de oportunidades, educación, pobreza y una descomposición social que no se arregla con operativos, por más grandes que sean. Celebramos que haya menos porquerías en la calle hoy, pero la fábrica sigue produciendo. Así que les dejo la pregunta a ustedes, que son una gente que le da cabeza a la vara: más allá del aplauso a la Fuerza Pública, ¿creen que estos operativos realmente le mueven el piso al narco o es solo quitarle las pulgas al perro por un rato?
Y cuando digo de todo, no exagero. El “menú” que decomisaron parece sacado de un festival de música electrónica que se salió de control. Estamos hablando de casi 300 dosis de crack, más de 200 de mota, 120 de coca, y sigue la lista con éxtasis, cristal y hasta el famoso “tusi”. Pero lo que me deja pensando es la “creatividad” del narco de barrio, mae. ¡Decomisaron hasta 25 gomitas con THC y vaporizadores! O sea, el microtráfico ya no es solo la piedra en la esquina, ahora tiene su versión “gourmet” y tecnológica. El despiche es tal, que la oferta se adapta a cualquier tipo de cliente. Aparte de las dosis listas para la venta, también cayó un montón de marihuana en greña y pasta base, lo que confirma que ahí mismo estaban cocinando el veneno.
Pero bueno, la historia nunca termina solo con la droga. Como siempre, donde hay venta de chunches de esos, hay violencia. En la misma movida cayeron dos armas de fuego y una de esas “menos letales”, que de “menos letales” a veces no tienen nada. Súmenle a eso más de 200 mil colones en efectivo, que seguro era la platita del día. Esto es lo que realmente pone los pelos de punta: no es solo un problema de salud pública, es una guerra por territorios que se pelea con plomo. Cada dosis de esas que quitaron de la calle es, potencialmente, una vida salvada o una balacera evitada. Es un brete de hormiga el que tienen que hacer los cuerpos policiales, quitando pieza por pieza de un rompecabezas que parece infinito.
Claro, sale el comandante Víctor Fernández, subdirector de la Fuerza Pública de San José, a dar los detalles y uno tiene que aplaudir el trabajo. Los maes se la juegan en lugares donde la ley a veces parece un concepto abstracto. El discurso oficial, como siempre, es que son “estrategias de contención” y que van a seguir dándole sin descanso. Y sí, es su brete y lo están haciendo. Nadie les quita el mérito. Pero aquí es donde nos tenemos que poner serios y pensar más allá del decomiso. ¿Cuántas veces hemos escuchado la misma historia? Limpian una esquina y a la semana siguiente ya hay otro búnker operando, quizás con más maña y más violencia que el anterior.
Al final del día, esta “limpieza” se siente bien, pero deja un sabor amargo. Es como secar el piso con el tubo roto todavía echando agua. Es necesario, urgente, pero no soluciona el problema de fondo. La raíz del microtráfico es mucho más profunda: falta de oportunidades, educación, pobreza y una descomposición social que no se arregla con operativos, por más grandes que sean. Celebramos que haya menos porquerías en la calle hoy, pero la fábrica sigue produciendo. Así que les dejo la pregunta a ustedes, que son una gente que le da cabeza a la vara: más allá del aplauso a la Fuerza Pública, ¿creen que estos operativos realmente le mueven el piso al narco o es solo quitarle las pulgas al perro por un rato?
