¡Ay, Dios mío! Esto sí que nos golpeó duro. Las lluvias de estos días han dejado un reguero de problemas, y ahora toca suspender clases en 34 escuelas del Pacífico. Imagínate el fiaco que están pasando los maestros, los alumnos y las familias… ¡Un verdadero galimatías!
Según el Ministerio de Educación Pública (MEP), la decisión se tomó porque las autoridades determinaron que las condiciones eran demasiado peligrosas para seguir con las actividades escolares. No es broma, la alerta roja de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) nos puso contra la pared, alertándonos sobre la saturación de los suelos y el riesgo de deslizamientos. Hay que ponerle sentido común, ¿verdad?
Las escuelas afectadas están repartidas en las direcciones regionales de Puntarenas y Occidente. En Occidente, 25 instituciones del Circuito 3 amanecieron cerradas, incluyendo escuelas rurales como Bajo San Antonio, Quebradilla y Monseñor Juan Vicente Solís. Al otro lado, en Puntarenas, fueron nueve los centros educativos que tuvieron que bajar las cortinas: desde la Escuela Río Landia hasta el Jardín de Niños de Fray Casiano. ¡Un montón de nenes sin colegio por estos días!
Ahora, pa’ que se hagan una idea, hablamos de escuelas con historias detrás, de maestros que dan el alma día tras día y de padres de familia preocupados por qué va a pasar con el calendario escolar. La Escuela Bajo Matamoros, por ejemplo, siempre ha sido un pilar fundamental en esa comunidad. Verla cerrada así da un poquito de tristeza, ¿no creen?
El MEP no anda jugando y está coordinándose con la CNE, el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) y los comités municipales para estar al tanto de la evolución de la situación. Dicen que van monitoreando las condiciones climáticas y cómo está funcionando el acceso a las comunidades. Pero bueno, eso ya lo saben, trámites y papeleo… ¡Eso nunca falta!
Y ojo, que la CNE mantiene la alerta naranja en casi todo el país, salvo en la vertiente del Caribe. Con razón, todos estamos aguzándole el oído a los pronósticos del clima. Por si acaso, claro. Ya hemos pasado por cosas peores, pero esto nos recuerda que Mamá Naturaleza siempre tiene la última palabra.
Pero escuchen bien, esto no es solo un problema de infraestructura y calendarios escolares. Hablamos también de la seguridad de nuestros niños y adultos mayores. Son miles de personas afectadas, muchas de ellas refugiadas en albergues temporales porque sus casas no son seguras. La preocupación está a flor de piel, y con razón. Según reportan, todavía hay cerca de 450 personas en albergues y tres carreteras permanecen cerradas, complicando aún más la situación. ¡Menudo brete!
La verdad, esta situación nos obliga a reflexionar: ¿Cómo podemos mejorar nuestra preparación ante este tipo de fenómenos naturales recurrentes? ¿Estamos invirtiendo lo suficiente en sistemas de alerta temprana, drenaje y educación para la población? Me pregunto, compas, ¿qué medidas urgentes deberían tomarse para proteger a nuestras comunidades y evitar que situaciones como esta se repitan con tanta frecuencia? ¡Den su opinión en el foro!
Según el Ministerio de Educación Pública (MEP), la decisión se tomó porque las autoridades determinaron que las condiciones eran demasiado peligrosas para seguir con las actividades escolares. No es broma, la alerta roja de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) nos puso contra la pared, alertándonos sobre la saturación de los suelos y el riesgo de deslizamientos. Hay que ponerle sentido común, ¿verdad?
Las escuelas afectadas están repartidas en las direcciones regionales de Puntarenas y Occidente. En Occidente, 25 instituciones del Circuito 3 amanecieron cerradas, incluyendo escuelas rurales como Bajo San Antonio, Quebradilla y Monseñor Juan Vicente Solís. Al otro lado, en Puntarenas, fueron nueve los centros educativos que tuvieron que bajar las cortinas: desde la Escuela Río Landia hasta el Jardín de Niños de Fray Casiano. ¡Un montón de nenes sin colegio por estos días!
Ahora, pa’ que se hagan una idea, hablamos de escuelas con historias detrás, de maestros que dan el alma día tras día y de padres de familia preocupados por qué va a pasar con el calendario escolar. La Escuela Bajo Matamoros, por ejemplo, siempre ha sido un pilar fundamental en esa comunidad. Verla cerrada así da un poquito de tristeza, ¿no creen?
El MEP no anda jugando y está coordinándose con la CNE, el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) y los comités municipales para estar al tanto de la evolución de la situación. Dicen que van monitoreando las condiciones climáticas y cómo está funcionando el acceso a las comunidades. Pero bueno, eso ya lo saben, trámites y papeleo… ¡Eso nunca falta!
Y ojo, que la CNE mantiene la alerta naranja en casi todo el país, salvo en la vertiente del Caribe. Con razón, todos estamos aguzándole el oído a los pronósticos del clima. Por si acaso, claro. Ya hemos pasado por cosas peores, pero esto nos recuerda que Mamá Naturaleza siempre tiene la última palabra.
Pero escuchen bien, esto no es solo un problema de infraestructura y calendarios escolares. Hablamos también de la seguridad de nuestros niños y adultos mayores. Son miles de personas afectadas, muchas de ellas refugiadas en albergues temporales porque sus casas no son seguras. La preocupación está a flor de piel, y con razón. Según reportan, todavía hay cerca de 450 personas en albergues y tres carreteras permanecen cerradas, complicando aún más la situación. ¡Menudo brete!
La verdad, esta situación nos obliga a reflexionar: ¿Cómo podemos mejorar nuestra preparación ante este tipo de fenómenos naturales recurrentes? ¿Estamos invirtiendo lo suficiente en sistemas de alerta temprana, drenaje y educación para la población? Me pregunto, compas, ¿qué medidas urgentes deberían tomarse para proteger a nuestras comunidades y evitar que situaciones como esta se repitan con tanta frecuencia? ¡Den su opinión en el foro!