Diay, maes, a veces uno lee noticias que parecen sacadas de un sketch de comedia, pero no. Esta vara es tan real como el presón de las cinco de la tarde en la General Cañas. Resulta que nuestros compas de la Fuerza Pública en San Isidro de Heredia andan, para ponerlo en buen tico, más perdidos que el chiquito de la Llorona. Desde principios de agosto se sabía que los estaban desalojando del local que usaban como delegación y, a estas alturas, la situación sigue siendo un enredo de campeonato. Esto ya no es un problema, es un despiche con todas las letras, donde la Muni y el Ministerio de Seguridad se tiran la bola como si estuvieran en una mejenga, y los que quedan en el medio son los oficiales y, por supuesto, la seguridad de todo el cantón.
La historia es un clásico del “manual de cómo no hacer las cosas”. Se venció el contrato de alquiler, no llegaron a un acuerdo y ¡paf!, para afuera. El alcalde de San Isidro, Eddie Ramírez, dice que están “corriendo” para buscarles un chante nuevo, pero aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. La Muni, en su buena fe (supongo), les ofreció un par de inmuebles. ¿El problema? Según la propia Fuerza Pública, los lugares estaban tan deteriorados que era imposible meter a los policías ahí. O sea, les ofrecieron prácticamente un cascarón. Luego, les ofrecieron un terreno para construir, pero resulta que el lote mide 1.000 metros y el Ministerio necesita 3.000. Es como que te inviten a comer y te sirvan solo la servilleta. Uno se pregunta si de verdad hay comunicación o si solo se mandan oficios para cumplir con el trámite.
Y cuando uno cree que la vara no se puede poner más extraña, sale a la luz la “solución” temporal que se inventaron. Agárrense: la idea es montarles un centro de hospedaje y alimentación en ¡San Miguel de Santo Domingo! O sea, los policías tendrían su base en otro cantón y de ahí se desplazarían a San Isidro para hacer su brete. Mae, con todo respeto, ¿qué clase de ocurrencia es esa? Es como tener la estación de bomberos en Heredia para apagar un incendio en Alajuela. La logística, el tiempo de respuesta, el gasto en combustible... todo parece indicar que alguien se está jalando una torta monumental y no se ha dado cuenta, o peor, no le importa. Es una curita para una herida que necesita cirugía mayor.
Al final, como siempre, los que terminan salados son los de a pie. Primero, los mismos oficiales, que andan en el aire, sin un lugar fijo y digno para planificar su trabajo, descansar o siquiera tomarse un café en paz. Y segundo, y más importante, los vecinos de San Isidro. Un cantón sin una delegación policial presente y funcionando a cachete es un cantón más vulnerable. La seguridad no puede ser un asunto de “mientras tanto vemos qué hacemos”. La delincuencia no espera a que se pongan de acuerdo en el papeleo, a que encuentren un lote del tamaño correcto o a que dejen de ofrecer chunches en mal estado. La ineficiencia burocrática se traduce, directamente, en un riesgo para la gente.
El alcalde dice que espera que todo “llegue a buen puerto”, una frase que en la política tica a veces significa “ojalá esto se resuelva solo”. Pero esta situación ya pasó de ser preocupante a ser un toque vergonzosa. Aquí no estamos hablando de construir un cohete espacial, estamos hablando de darle un techo a la gente que nos cuida. La pregunta que queda en el aire es densa y huele a puro trámite engavetado. Así que se las dejo picando a ustedes, foreros: ¿Esto es pura incompetencia de ambas partes, falta de presupuesto real del Ministerio, o simplemente un desinterés político que raya en lo absurdo? ¿Quién tiene que dar un manotazo en la mesa para que esto se solucione ya?
La historia es un clásico del “manual de cómo no hacer las cosas”. Se venció el contrato de alquiler, no llegaron a un acuerdo y ¡paf!, para afuera. El alcalde de San Isidro, Eddie Ramírez, dice que están “corriendo” para buscarles un chante nuevo, pero aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. La Muni, en su buena fe (supongo), les ofreció un par de inmuebles. ¿El problema? Según la propia Fuerza Pública, los lugares estaban tan deteriorados que era imposible meter a los policías ahí. O sea, les ofrecieron prácticamente un cascarón. Luego, les ofrecieron un terreno para construir, pero resulta que el lote mide 1.000 metros y el Ministerio necesita 3.000. Es como que te inviten a comer y te sirvan solo la servilleta. Uno se pregunta si de verdad hay comunicación o si solo se mandan oficios para cumplir con el trámite.
Y cuando uno cree que la vara no se puede poner más extraña, sale a la luz la “solución” temporal que se inventaron. Agárrense: la idea es montarles un centro de hospedaje y alimentación en ¡San Miguel de Santo Domingo! O sea, los policías tendrían su base en otro cantón y de ahí se desplazarían a San Isidro para hacer su brete. Mae, con todo respeto, ¿qué clase de ocurrencia es esa? Es como tener la estación de bomberos en Heredia para apagar un incendio en Alajuela. La logística, el tiempo de respuesta, el gasto en combustible... todo parece indicar que alguien se está jalando una torta monumental y no se ha dado cuenta, o peor, no le importa. Es una curita para una herida que necesita cirugía mayor.
Al final, como siempre, los que terminan salados son los de a pie. Primero, los mismos oficiales, que andan en el aire, sin un lugar fijo y digno para planificar su trabajo, descansar o siquiera tomarse un café en paz. Y segundo, y más importante, los vecinos de San Isidro. Un cantón sin una delegación policial presente y funcionando a cachete es un cantón más vulnerable. La seguridad no puede ser un asunto de “mientras tanto vemos qué hacemos”. La delincuencia no espera a que se pongan de acuerdo en el papeleo, a que encuentren un lote del tamaño correcto o a que dejen de ofrecer chunches en mal estado. La ineficiencia burocrática se traduce, directamente, en un riesgo para la gente.
El alcalde dice que espera que todo “llegue a buen puerto”, una frase que en la política tica a veces significa “ojalá esto se resuelva solo”. Pero esta situación ya pasó de ser preocupante a ser un toque vergonzosa. Aquí no estamos hablando de construir un cohete espacial, estamos hablando de darle un techo a la gente que nos cuida. La pregunta que queda en el aire es densa y huele a puro trámite engavetado. Así que se las dejo picando a ustedes, foreros: ¿Esto es pura incompetencia de ambas partes, falta de presupuesto real del Ministerio, o simplemente un desinterés político que raya en lo absurdo? ¿Quién tiene que dar un manotazo en la mesa para que esto se solucione ya?