Ay, mae, qué onda con esto... Maureen Salguero, nuestra querida 'Tía', anda pasando unos días pesadísimos. Resulta que su papá, Don Miguel, se enfermó de sopetón y ahora está internado. Uno se pone melancólico pensando en cómo la vida te da sorpresas así, ¿verdad?
Según nos contó Maureen, todo empezó cuando su padre fue a una cita con el doctor para revisar una úlcera que se le había formado en la pierna. Ya saben cómo es esto de la edad, los problemas circulatorios van llegando, aunque Don Miguel siempre ha sido un señor súper independiente, casi que les sacaba arengazos a todos por su vitalidad. Él mismo decía que si le quitaban el carro, ahí se acababa todo.
Pero al salir del consultorio, bam, ¡se le bajoneó todo! Lo tuvieron que llevar corre corre al Hospital Calderón Guardia. Imagínense el susto de la familia, corriendo para ver qué pasaba. Maureen tuvo que salir disparada del trabajo para estar al pie del cañón, más de once horas pegada al lado de su padre. ¡Qué brete!
Y ni hablar de lo emocional que debió ser. Maureen nos cuenta que Don Miguel estaba consciente, platicando, pero lo mandaron a una sala de shock por sus antecedentes de cardiopatía. Los exámenes confirmaron que sí hubo daño cardíaco, troponinas altas, dicen los médicos. Ahora está en observación esperando los resultados finales, pero la cosa no pinta fácil. Pobre hombre, eso le cayó pesado.
Más allá de los medicamentos y los procedimientos médicos, Maureen enfatizó que lo que realmente le ayuda a su papá es su buena actitud. “Desde ese momento no ha dejado de temblar”, dijo conmovida. Y claro, ella también está haciendo lo posible por mantener la calma y darle ánimos, velando por él noche y día. Uno admira esa fortaleza, la verdad.
Y pa’ colmo, esto golpea duro a Maureen considerando que todavía está lidiando con la partida de su mamá, que falleció el año pasado justo en noviembre, entrando por la misma puerta del área de ambulancias. “Entrar con papi y pasar por ese cuarto me despedaza”, confesó. ¡Ay, qué sal!”, debe haber pensado. Es un duelo dentro de otro duelo, una combinación de emociones fuertes.
Lo que más impacta es la sinceridad con la que Maureen expresa su dolor y miedo. Dice que no está lista para perder a su papá, que él es su compañero, su amigo, su confidente, el amor de su vida. Son solos él y ella, viven juntos, compartiendo todo. Acostarse sin poderle decir buenas noches es una prueba durísima. Nos hace recordar que nuestros padres son nuestro refugio, nuestro soporte incondicional, y perderlos es como perder un pedazo de nosotros mismos.
En fin, esperamos que Don Miguel se recupere pronto y pueda volver a disfrutar de la vida como siempre lo ha hecho. Y Maureen, mucha fuerza pa' ti, maela. Que encuentres consuelo en estos momentos difíciles. Ahora, dime tú, ¿qué medidas tomas para cuidar a tus padres mayores y asegurarte de que tengan una buena calidad de vida, tanto física como emocional?
Según nos contó Maureen, todo empezó cuando su padre fue a una cita con el doctor para revisar una úlcera que se le había formado en la pierna. Ya saben cómo es esto de la edad, los problemas circulatorios van llegando, aunque Don Miguel siempre ha sido un señor súper independiente, casi que les sacaba arengazos a todos por su vitalidad. Él mismo decía que si le quitaban el carro, ahí se acababa todo.
Pero al salir del consultorio, bam, ¡se le bajoneó todo! Lo tuvieron que llevar corre corre al Hospital Calderón Guardia. Imagínense el susto de la familia, corriendo para ver qué pasaba. Maureen tuvo que salir disparada del trabajo para estar al pie del cañón, más de once horas pegada al lado de su padre. ¡Qué brete!
Y ni hablar de lo emocional que debió ser. Maureen nos cuenta que Don Miguel estaba consciente, platicando, pero lo mandaron a una sala de shock por sus antecedentes de cardiopatía. Los exámenes confirmaron que sí hubo daño cardíaco, troponinas altas, dicen los médicos. Ahora está en observación esperando los resultados finales, pero la cosa no pinta fácil. Pobre hombre, eso le cayó pesado.
Más allá de los medicamentos y los procedimientos médicos, Maureen enfatizó que lo que realmente le ayuda a su papá es su buena actitud. “Desde ese momento no ha dejado de temblar”, dijo conmovida. Y claro, ella también está haciendo lo posible por mantener la calma y darle ánimos, velando por él noche y día. Uno admira esa fortaleza, la verdad.
Y pa’ colmo, esto golpea duro a Maureen considerando que todavía está lidiando con la partida de su mamá, que falleció el año pasado justo en noviembre, entrando por la misma puerta del área de ambulancias. “Entrar con papi y pasar por ese cuarto me despedaza”, confesó. ¡Ay, qué sal!”, debe haber pensado. Es un duelo dentro de otro duelo, una combinación de emociones fuertes.
Lo que más impacta es la sinceridad con la que Maureen expresa su dolor y miedo. Dice que no está lista para perder a su papá, que él es su compañero, su amigo, su confidente, el amor de su vida. Son solos él y ella, viven juntos, compartiendo todo. Acostarse sin poderle decir buenas noches es una prueba durísima. Nos hace recordar que nuestros padres son nuestro refugio, nuestro soporte incondicional, y perderlos es como perder un pedazo de nosotros mismos.
En fin, esperamos que Don Miguel se recupere pronto y pueda volver a disfrutar de la vida como siempre lo ha hecho. Y Maureen, mucha fuerza pa' ti, maela. Que encuentres consuelo en estos momentos difíciles. Ahora, dime tú, ¿qué medidas tomas para cuidar a tus padres mayores y asegurarte de que tengan una buena calidad de vida, tanto física como emocional?