Diay, maes, seamos brutalmente honestos por un segundo. ¿Cuántos de nosotros no tenemos un compa, un primo o hasta uno mismo, con un cartón del INA guardado en una gaveta, acumulando polvo junto a las facturas viejas? La promesa siempre fue la misma: saque este cursito y consigue un buen brete. Pero la realidad, muchas veces, es otra. Y parece que Natalia Díaz, la candidata de Unidos Podemos, se dio cuenta de que esa vara ya no está funcionando y se mandó con una propuesta para darle una sacudida completa a la institución.
La candidata no se anduvo por las ramas y le puso el dedo en la llaga al problema de fondo. Hoy, conseguir gente capacitada para puestos específicos es un dolor de cabeza para las empresas. Tenemos un montón de gente buscando brete y, al mismo tiempo, un montón de empresas que no encuentran a quién contratar. Es el mundo al revés. Según Díaz, el INA se quedó pegado en el tiempo, ofreciendo programas que, en la práctica, no le abren la puerta a nadie. Su frase fue lapidaria: “Un curso del INA tiene que abrir una puerta: a un empleo, a un emprendimiento o a un futuro. Si no, no sirve”. Y la verdad, es difícil no estar de acuerdo. Que el principal instituto de formación técnica del país no esté alineado con lo que el mercado pide es, sinceramente, una torta.
Entonces, ¿cuál es el plan? La propuesta de Unidos Podemos se enfoca en algo que suena a puro sentido común: dejar de pulsearla solos y empezar a hablar de verdad con el sector privado. La idea es crear programas que realmente respondan a la demanda en áreas estratégicas. Pensemos en programación, mantenimiento de equipo industrial, hotelería bilingüe de alto nivel… o sea, los bretes que sí están pagando bien y donde hay campo. Además, metió en el saco un tema clave: las famosas “habilidades blandas”. Porque de nada sirve ser un genio técnico si no sabés trabajar en equipo, comunicarte o resolver un problema sin que te dé un ataque de pánico. Es darle más pelota a la creatividad y la resiliencia, varas que son cruciales en cualquier trabajo hoy en día.
Pero aquí es donde la cosa se pone más picante. Díaz destapó que el INA tiene un superávit de $350 millones. ¡Trescientos cincuenta millones de dólares! Es una cantidad de plata absurda para una institución que, según la crítica, no está cumpliendo su principal objetivo. Mientras miles de jóvenes andan viendo a ver qué hacen con su vida, el INA está sentado sobre una montaña de dinero. La propuesta de la candidata es usar esa plata para modernizar la institución de verdad: crear aulas móviles para llegar a zonas rurales, montar programas virtuales de calidad y diseñar carreras pensadas para competir no solo en Chepe, sino a nivel global. Básicamente, dejar de calentar la plata y ponerla a trabajar donde se necesita.
Al final, el remate de la candidata resume todo el asunto: “La educación técnica debe ser un trampolín hacia el futuro y no una fábrica de frustraciones”. Es un llamado de atención directo y sin excusas. La discusión queda abierta y es más que necesaria. El INA es un chunche demasiado importante para el desarrollo del país como para dejarlo funcionando a media máquina o, peor aún, produciendo profesionales para un mercado laboral que ya no existe. Ahora, la pregunta del millón, maes: ¿Creen que una sacudida así es lo que realmente ocupa el INA o es pura hablada de político en campaña? ¿Ustedes qué le cambiarían? ¡Los leo en los comentarios!
La candidata no se anduvo por las ramas y le puso el dedo en la llaga al problema de fondo. Hoy, conseguir gente capacitada para puestos específicos es un dolor de cabeza para las empresas. Tenemos un montón de gente buscando brete y, al mismo tiempo, un montón de empresas que no encuentran a quién contratar. Es el mundo al revés. Según Díaz, el INA se quedó pegado en el tiempo, ofreciendo programas que, en la práctica, no le abren la puerta a nadie. Su frase fue lapidaria: “Un curso del INA tiene que abrir una puerta: a un empleo, a un emprendimiento o a un futuro. Si no, no sirve”. Y la verdad, es difícil no estar de acuerdo. Que el principal instituto de formación técnica del país no esté alineado con lo que el mercado pide es, sinceramente, una torta.
Entonces, ¿cuál es el plan? La propuesta de Unidos Podemos se enfoca en algo que suena a puro sentido común: dejar de pulsearla solos y empezar a hablar de verdad con el sector privado. La idea es crear programas que realmente respondan a la demanda en áreas estratégicas. Pensemos en programación, mantenimiento de equipo industrial, hotelería bilingüe de alto nivel… o sea, los bretes que sí están pagando bien y donde hay campo. Además, metió en el saco un tema clave: las famosas “habilidades blandas”. Porque de nada sirve ser un genio técnico si no sabés trabajar en equipo, comunicarte o resolver un problema sin que te dé un ataque de pánico. Es darle más pelota a la creatividad y la resiliencia, varas que son cruciales en cualquier trabajo hoy en día.
Pero aquí es donde la cosa se pone más picante. Díaz destapó que el INA tiene un superávit de $350 millones. ¡Trescientos cincuenta millones de dólares! Es una cantidad de plata absurda para una institución que, según la crítica, no está cumpliendo su principal objetivo. Mientras miles de jóvenes andan viendo a ver qué hacen con su vida, el INA está sentado sobre una montaña de dinero. La propuesta de la candidata es usar esa plata para modernizar la institución de verdad: crear aulas móviles para llegar a zonas rurales, montar programas virtuales de calidad y diseñar carreras pensadas para competir no solo en Chepe, sino a nivel global. Básicamente, dejar de calentar la plata y ponerla a trabajar donde se necesita.
Al final, el remate de la candidata resume todo el asunto: “La educación técnica debe ser un trampolín hacia el futuro y no una fábrica de frustraciones”. Es un llamado de atención directo y sin excusas. La discusión queda abierta y es más que necesaria. El INA es un chunche demasiado importante para el desarrollo del país como para dejarlo funcionando a media máquina o, peor aún, produciendo profesionales para un mercado laboral que ya no existe. Ahora, la pregunta del millón, maes: ¿Creen que una sacudida así es lo que realmente ocupa el INA o es pura hablada de político en campaña? ¿Ustedes qué le cambiarían? ¡Los leo en los comentarios!