¡Ay, mándale! Que ya estamos en clima navideño, pura vida. Este jueves, el Hospital Nacional de Niños explotó de alegría con el encendido del tradicional arbolito. Desde las 6:00 p. m. brilló la decoración, un verdadero espectáculo que le levantó el ánimo a pacientes, familias y a todos los que nos dimos el clavado de estar ahí.
Desde tempranísimo, antes de que siquiera llegara el relajo de la hora, ya había ambiente gracias a los grupos Hospisonrisas y Maromero, esos mae que siempre le ponen el sabor a las cosas. Tenían preparados juegos, música y toda la onda para ir calentando motores y animando a los peñitas esperando ver el momento cumbre. Poco a poco, conforme pasaban los minutos y la expectativa se iba creciendo, más gente se fue juntando alrededor del hospital, buscando un buen lugar para capturar la magia del momento. Se notaba que a pesar de todo, la navidad sigue siendo un brete para muchos, un poquito de esperanza en medio de la rutina.
Como es tradición, cuando el reloj dio las seis, el locutor empezó con el conteo regresivo: ¡Diez!, ¡nueve!, ¡ocho!... Y así hasta llegar al cero. Al instante, el arbolito se iluminó con mil quinientos colores, generando gritos de emoción y aplausos. Los niños, tanto los que estaban adentro del hospital recibiendo tratamiento como los que andaban paseando con sus padres, quedaron boquiabiertos. ¡Qué chiva el árbol este año!
Este año, la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) se fajó a instalar 15,000 luces en el árbol, una verdadera hazaña. Imagínate la carga de trabajo que eso conlleva, ¡pero valió la pena! El resultado fue espectacular, un verdadero despliegue de iluminación que puso a brillar a todo el entorno. De hecho, varios vecinos comentaban que podían verlo desde sus casas, una señal de que el espíritu navideño ya se siente en cada rincón del país.
Más allá del brillo y la euforia, hay que reconocer que este evento significa mucho para muchas familias. Para los niños que están pasando por momentos difíciles en el hospital, ver el arbolito encenderse es un rayito de sol, una muestra de que aún hay belleza y esperanza en el mundo. Y para sus padres, es un respiro, una oportunidad de crear recuerdos especiales que atesorarán para siempre. Todos sabemos que pasar navidad en un hospital no es fácil, pero estos gestos hacen que la experiencia sea un poquito más llevadera.
Además, el encendido del arbolito simboliza la unión y la solidaridad de la comunidad costarricense. Empresas, organizaciones y voluntarios se dieron cita para hacer posible este evento, demostrando que cuando trabajamos juntos podemos lograr cosas increíbles. Es una clara muestra de que, a pesar de los desafíos económicos y sociales que enfrentamos, todavía conservamos un corazón grande y solidario, y que estamos dispuestos a tender una mano a quien lo necesita, especialmente a nuestros niños.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Algunos críticos señalan que se deberían destinar esos recursos a mejorar la infraestructura del hospital y a contratar más personal médico, argumentando que la salud de los niños debería ser la prioridad número uno. Aunque es cierto que el hospital necesita mejoras urgentes, también es importante reconocer el valor emocional y psicológico que tiene este tipo de eventos para los pacientes y sus familias. Es un equilibrio difícil de encontrar, y seguramente generará mucha conversación en los próximos días. Y hablando de eso, qué les parece si vemos cómo se integra esto a las otras tradiciones navideñas que tenemos nosotros, los ticos?
Bueno, pues ya ven, el ambiente navideño está que arde. Pero dígame ustede, ¿cree que la inversión en estas actividades festivas es proporcional a las necesidades reales del Hospital Nacional de Niños, o se podría canalizar esos fondos de manera más efectiva para mejorar la atención médica de los pacientes? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
Desde tempranísimo, antes de que siquiera llegara el relajo de la hora, ya había ambiente gracias a los grupos Hospisonrisas y Maromero, esos mae que siempre le ponen el sabor a las cosas. Tenían preparados juegos, música y toda la onda para ir calentando motores y animando a los peñitas esperando ver el momento cumbre. Poco a poco, conforme pasaban los minutos y la expectativa se iba creciendo, más gente se fue juntando alrededor del hospital, buscando un buen lugar para capturar la magia del momento. Se notaba que a pesar de todo, la navidad sigue siendo un brete para muchos, un poquito de esperanza en medio de la rutina.
Como es tradición, cuando el reloj dio las seis, el locutor empezó con el conteo regresivo: ¡Diez!, ¡nueve!, ¡ocho!... Y así hasta llegar al cero. Al instante, el arbolito se iluminó con mil quinientos colores, generando gritos de emoción y aplausos. Los niños, tanto los que estaban adentro del hospital recibiendo tratamiento como los que andaban paseando con sus padres, quedaron boquiabiertos. ¡Qué chiva el árbol este año!
Este año, la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) se fajó a instalar 15,000 luces en el árbol, una verdadera hazaña. Imagínate la carga de trabajo que eso conlleva, ¡pero valió la pena! El resultado fue espectacular, un verdadero despliegue de iluminación que puso a brillar a todo el entorno. De hecho, varios vecinos comentaban que podían verlo desde sus casas, una señal de que el espíritu navideño ya se siente en cada rincón del país.
Más allá del brillo y la euforia, hay que reconocer que este evento significa mucho para muchas familias. Para los niños que están pasando por momentos difíciles en el hospital, ver el arbolito encenderse es un rayito de sol, una muestra de que aún hay belleza y esperanza en el mundo. Y para sus padres, es un respiro, una oportunidad de crear recuerdos especiales que atesorarán para siempre. Todos sabemos que pasar navidad en un hospital no es fácil, pero estos gestos hacen que la experiencia sea un poquito más llevadera.
Además, el encendido del arbolito simboliza la unión y la solidaridad de la comunidad costarricense. Empresas, organizaciones y voluntarios se dieron cita para hacer posible este evento, demostrando que cuando trabajamos juntos podemos lograr cosas increíbles. Es una clara muestra de que, a pesar de los desafíos económicos y sociales que enfrentamos, todavía conservamos un corazón grande y solidario, y que estamos dispuestos a tender una mano a quien lo necesita, especialmente a nuestros niños.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Algunos críticos señalan que se deberían destinar esos recursos a mejorar la infraestructura del hospital y a contratar más personal médico, argumentando que la salud de los niños debería ser la prioridad número uno. Aunque es cierto que el hospital necesita mejoras urgentes, también es importante reconocer el valor emocional y psicológico que tiene este tipo de eventos para los pacientes y sus familias. Es un equilibrio difícil de encontrar, y seguramente generará mucha conversación en los próximos días. Y hablando de eso, qué les parece si vemos cómo se integra esto a las otras tradiciones navideñas que tenemos nosotros, los ticos?
Bueno, pues ya ven, el ambiente navideño está que arde. Pero dígame ustede, ¿cree que la inversión en estas actividades festivas es proporcional a las necesidades reales del Hospital Nacional de Niños, o se podría canalizar esos fondos de manera más efectiva para mejorar la atención médica de los pacientes? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!