¡Ay, Dios mío! Parece que la novela de doña Isabel Núñez, la señora que andaba haciendo retiros para unos timadores disfrazados de funcionarios municipales, todavía no ha terminado. El Juzgado Penal de La Unión le dio luz verde para seguir en la cárcel tres meses más mientras avanzan las investigaciones. ¡Un brete esto!
La movida empezó hace buen tiempo, allá por agosto del año pasado, cuando un grupo de maes se hizo pasar por empleados del ayuntamiento, llamando a la gente y ofreciéndoles ayuda con trámites de propiedades – declarar bienes, exoneraciones, todo eso, diay. Qué carga esos vivos.
Con la labia bien afinada, estos sujetos convencieron a nueve personas para que ingresaran sus datos bancarios en un sitio web falso. Ahí, como buenos hackers, robaron toda la información y empezaron a hacer transferencias hasta dejar a las víctimas con las manos vacías. Unos ¢15 millones se fueron directito al bolsillo de esos ladrones, ¡qué sal!
Y ahí entra doña Isabel, quien, según la Fiscalía, era la encargada de ir a los cajeros automáticos a retirar el efectivo. Una verdadera cómplice, vamos. El OIJ decomisó pruebas durante un allanamiento en su casa, en La Unión de Tres Ríos. No quedó ni un chunche escondido.
Lo que me da qué pensar es cómo alguien puede caer en semejante trampa. Supuestamente, los farsantes eran muy convincentes, usando nombres y sellos falsos para parecer oficiales. La confianza, parece ser, es un arma de doble filo. Hay que estar más ojo avizor que nunca, mae.
Este caso nos recuerda que los timos están a la orden del día y que nadie está libre de ser víctima. Muchos de nuestros vecinos, especialmente aquellos de edad avanzada, son blancos fáciles para este tipo de estafas. ¡Qué torta la delincuencia moderna!
Ahora, la pregunta es: ¿Cómo podemos proteger mejor a nuestros seres queridos de estas situaciones? ¿Es suficiente con poner alertas en redes sociales o necesitamos campañas más agresivas de concientización? Además, ¿cuánto tiempo tardarán las autoridades en recuperar el dinero perdido por las víctimas?
En fin, un caso que nos deja varios interrogantes abiertos. A ver si pronto vemos justicia y si las víctimas pueden recuperar lo que les quitaron estos vivos. Pero, sinceramente, con la lentitud del sistema judicial, no me hago muchas ilusiones. ¿Ustedes qué piensan? ¿Creen que doña Isabel debería recibir una pena mayor, considerando su participación en este esquema?
La movida empezó hace buen tiempo, allá por agosto del año pasado, cuando un grupo de maes se hizo pasar por empleados del ayuntamiento, llamando a la gente y ofreciéndoles ayuda con trámites de propiedades – declarar bienes, exoneraciones, todo eso, diay. Qué carga esos vivos.
Con la labia bien afinada, estos sujetos convencieron a nueve personas para que ingresaran sus datos bancarios en un sitio web falso. Ahí, como buenos hackers, robaron toda la información y empezaron a hacer transferencias hasta dejar a las víctimas con las manos vacías. Unos ¢15 millones se fueron directito al bolsillo de esos ladrones, ¡qué sal!
Y ahí entra doña Isabel, quien, según la Fiscalía, era la encargada de ir a los cajeros automáticos a retirar el efectivo. Una verdadera cómplice, vamos. El OIJ decomisó pruebas durante un allanamiento en su casa, en La Unión de Tres Ríos. No quedó ni un chunche escondido.
Lo que me da qué pensar es cómo alguien puede caer en semejante trampa. Supuestamente, los farsantes eran muy convincentes, usando nombres y sellos falsos para parecer oficiales. La confianza, parece ser, es un arma de doble filo. Hay que estar más ojo avizor que nunca, mae.
Este caso nos recuerda que los timos están a la orden del día y que nadie está libre de ser víctima. Muchos de nuestros vecinos, especialmente aquellos de edad avanzada, son blancos fáciles para este tipo de estafas. ¡Qué torta la delincuencia moderna!
Ahora, la pregunta es: ¿Cómo podemos proteger mejor a nuestros seres queridos de estas situaciones? ¿Es suficiente con poner alertas en redes sociales o necesitamos campañas más agresivas de concientización? Además, ¿cuánto tiempo tardarán las autoridades en recuperar el dinero perdido por las víctimas?
En fin, un caso que nos deja varios interrogantes abiertos. A ver si pronto vemos justicia y si las víctimas pueden recuperar lo que les quitaron estos vivos. Pero, sinceramente, con la lentitud del sistema judicial, no me hago muchas ilusiones. ¿Ustedes qué piensan? ¿Creen que doña Isabel debería recibir una pena mayor, considerando su participación en este esquema?