Diay maes, ¿ya vieron la última vara que anda sonando (y nunca mejor dicho) en las profundidades de internet? Resulta que el Ministerio de Salud acaba de jalarle el aire a un chunche llamado Otoryx, y vieran el despiche. Se vende como la solución mágica para recuperar la audición, pero la realidad es que tiene más banderas rojas que un discurso de político en campaña. Así que pónganse cómodos, porque esta historia es el ejemplo perfecto de por qué no hay que creerle a todo lo que sale en un anuncio de Facebook.
La promesa es de película: unas simples tabletitas que, según sus vendedores, te "restauran la audición". ¡Como si fuera magia! Y claro, para que el cuento suene más creíble, le meten un combo de ingredientes que a cualquiera le parecerían inofensivos: que eucalipto, que tomillo, romero, el famoso Ginkgo biloba y un puño de vitaminas A, E y C. El empaque perfecto para que uno diga: "¡diay, es natural, qué podría salir mal?". Lo venden principalmente en páginas web y redes sociales, con esa típica estética de "producto revolucionario que las grandes farmacéuticas no quieren que conozcas". Un clásico.
Pero aquí es donde la cosa se pone fea y el plan se va al traste. El Ministerio de Salud lo dejó clarísimo: Otoryx no tiene registro sanitario en Costa Rica. Cero. Nulo. Nada. Y, ¿qué significa eso en buen tico? Que nadie, absolutamente nadie con conocimiento de causa, ha revisado si ese chunche sirve para algo, si es seguro, o si en lugar de romero trae, no sé, aserrín con pintura verde. No se sabe de dónde viene, cómo lo fabrican, ni en qué condiciones lo guardan. Comprarlo y consumirlo es, literalmente, jalarse una torta monumental con su propia salud.
Y la vara no termina ahí, porque no es solo que podrías estar botando la plata. El verdadero riesgo es que te podrías estar metiendo cualquier cosa al cuerpo. El Ministerio advierte que estos productos sin control pueden estar contaminados, tener dosis incorrectas que te hagan un despiche con otras medicinas que sí estás tomando, o simplemente causarte una reacción alérgica de la nada. Es una ruleta rusa. Y para los vivos que lo andan vendiendo, que sepan que el chiste les puede salir caro: la Ley General de Salud prohíbe esta vara y los puede clavar con multas, el cierre del chante y hasta broncas penales. ¡Qué sal por ellos, pero más por quien caiga en la trampa!
Entonces, maes, la moraleja de la historia es sencilla: no todo lo que brilla en un anuncio de Instagram es oro. Antes de comprar cualquier suplemento, especialmente uno que promete milagros que ni la ciencia ha logrado, hagan el brete de investigar. Verifiquen en la página del Ministerio de Salud si el producto tiene registro sanitario (no dura ni cinco minutos). Desconfíen de esos eslóganes de "100% natural, cero químicos" que usan para venderle a uno hasta piedras pintadas. La salud no es un juego y, por querer arreglar una cosa, podemos terminar descuajeringando otra. Hay que estar muy avispados.
Ahora les pregunto a ustedes, ¿se han topado con anuncios de este Otoryx o de otras varas parecidas? ¿Qué es lo más raro o sospechoso que les han intentado vender por redes sociales?
La promesa es de película: unas simples tabletitas que, según sus vendedores, te "restauran la audición". ¡Como si fuera magia! Y claro, para que el cuento suene más creíble, le meten un combo de ingredientes que a cualquiera le parecerían inofensivos: que eucalipto, que tomillo, romero, el famoso Ginkgo biloba y un puño de vitaminas A, E y C. El empaque perfecto para que uno diga: "¡diay, es natural, qué podría salir mal?". Lo venden principalmente en páginas web y redes sociales, con esa típica estética de "producto revolucionario que las grandes farmacéuticas no quieren que conozcas". Un clásico.
Pero aquí es donde la cosa se pone fea y el plan se va al traste. El Ministerio de Salud lo dejó clarísimo: Otoryx no tiene registro sanitario en Costa Rica. Cero. Nulo. Nada. Y, ¿qué significa eso en buen tico? Que nadie, absolutamente nadie con conocimiento de causa, ha revisado si ese chunche sirve para algo, si es seguro, o si en lugar de romero trae, no sé, aserrín con pintura verde. No se sabe de dónde viene, cómo lo fabrican, ni en qué condiciones lo guardan. Comprarlo y consumirlo es, literalmente, jalarse una torta monumental con su propia salud.
Y la vara no termina ahí, porque no es solo que podrías estar botando la plata. El verdadero riesgo es que te podrías estar metiendo cualquier cosa al cuerpo. El Ministerio advierte que estos productos sin control pueden estar contaminados, tener dosis incorrectas que te hagan un despiche con otras medicinas que sí estás tomando, o simplemente causarte una reacción alérgica de la nada. Es una ruleta rusa. Y para los vivos que lo andan vendiendo, que sepan que el chiste les puede salir caro: la Ley General de Salud prohíbe esta vara y los puede clavar con multas, el cierre del chante y hasta broncas penales. ¡Qué sal por ellos, pero más por quien caiga en la trampa!
Entonces, maes, la moraleja de la historia es sencilla: no todo lo que brilla en un anuncio de Instagram es oro. Antes de comprar cualquier suplemento, especialmente uno que promete milagros que ni la ciencia ha logrado, hagan el brete de investigar. Verifiquen en la página del Ministerio de Salud si el producto tiene registro sanitario (no dura ni cinco minutos). Desconfíen de esos eslóganes de "100% natural, cero químicos" que usan para venderle a uno hasta piedras pintadas. La salud no es un juego y, por querer arreglar una cosa, podemos terminar descuajeringando otra. Hay que estar muy avispados.
Ahora les pregunto a ustedes, ¿se han topado con anuncios de este Otoryx o de otras varas parecidas? ¿Qué es lo más raro o sospechoso que les han intentado vender por redes sociales?
