Mae, seamos honestos. A todos nos cuadra la idea de encontrar ese chunche que andábamos buscando a mitad de precio. Esa sensación de victoria cuando uno sale de un outlet con una bolsa en la mano, sintiendo que le ganó al sistema. Pero, ¿y si les digo que en muchos casos el sistema nos está ganando a nosotros, y con trampa? Resulta que una fiscalización reciente del MEIC, en combo con el Ministerio de Salud y Hacienda, destapó el tremendo despiche que tienen montado un montón de estos locales en el país. Y la verdad, la cosa está para sentarse a llorar.
El informe es un rosario de faltas. De 23 comercios inspeccionados, 22 –o sea, un increíble 96%– estaban haciendo lo que les daba la gana. El punto que más calienta, y con razón, es el de las garantías. Por ley, aquí en Costa Rica cualquier producto nuevo tiene que tener, como mínimo, 30 días hábiles de garantía. Es el piso, lo básico. Pero aquí es donde estos comercios se jalan una torta de campeonato. Un 63% ofrecía menos tiempo o, peor aún, se lavaban las manos con el clásico letrerito de "no se ofrece garantía". O sea, mae, usted compra algo y si se le jode al día siguiente, ¡salado! Se quedó con el chereque malo y con cara de idiota. El MEIC les mandó 22 advertencias y más del 60% ni se dignó a contestar. Una falta de respeto total.
Pero si la vara de la garantía ya es un dolor, lo que encontró el Ministerio de Salud es de película de terror. Aquí es donde el plan de ahorrarse una plata se va al traste y se convierte en un riesgo directo. Decomisaron más de 3.500 productos sin registro sanitario. No hablamos de tres camisetas mal etiquetadas, hablamos de alimentos, medicamentos, cosméticos y hasta 556 unidades de EQUIPO BIOMÉDICO. ¡Diay! ¿Se imaginan la magnitud del peligro? La teoría más fuerte es que muchos de estos chunches son desechos de otros países, basura que allá no pueden vender y que aquí algún "juega vivo" manipula para revenderla como si fuera nueva. Su "gran oferta" podría ser, literalmente, la basura de otro.
Todo este enredo nos deja con una pregunta incómoda: ¿en qué momento normalizamos que nos vieran la cara así? Esto va más allá de un par de empresarios pasados de listos. Refleja una cultura donde parece que vale más la astucia para evadir la ley que el brete honesto de hacer las cosas bien. Y aunque el MEIC y Salud hacen su parte con estas inspecciones, la verdad es que no pueden estar en cada esquina del país todo el tiempo. Las multas pueden llegar a los ¢18 millones, que suena a un montón de plata, pero para algunos de estos negocios, quizás es solo un costo operativo más dentro de su modelo de negocio basado en el engaño.
Al final, la primera línea de defensa somos nosotros, los consumidores. La próxima vez que veamos un ofertón que parece demasiado bueno para ser verdad, quizás deberíamos dudar un poquito. Preguntar por la garantía de forma explícita, revisar que el etiquetado esté en español y, si algo huele mal, simplemente dar media vuelta. Y si ya es tarde y siente que lo estafaron, no se quede callado. Para eso está la línea 800-Consumo y la web del MEIC. Porque si no denunciamos, el despiche va a seguir y los únicos que perdemos somos nosotros. La pregunta del millón para el foro es: ¿Les ha pasado? ¿Se han sentido estafados en un outlet de estos? Cuenten sus historias, porque fijo más de uno tiene una anécdota de terror que compartir.
El informe es un rosario de faltas. De 23 comercios inspeccionados, 22 –o sea, un increíble 96%– estaban haciendo lo que les daba la gana. El punto que más calienta, y con razón, es el de las garantías. Por ley, aquí en Costa Rica cualquier producto nuevo tiene que tener, como mínimo, 30 días hábiles de garantía. Es el piso, lo básico. Pero aquí es donde estos comercios se jalan una torta de campeonato. Un 63% ofrecía menos tiempo o, peor aún, se lavaban las manos con el clásico letrerito de "no se ofrece garantía". O sea, mae, usted compra algo y si se le jode al día siguiente, ¡salado! Se quedó con el chereque malo y con cara de idiota. El MEIC les mandó 22 advertencias y más del 60% ni se dignó a contestar. Una falta de respeto total.
Pero si la vara de la garantía ya es un dolor, lo que encontró el Ministerio de Salud es de película de terror. Aquí es donde el plan de ahorrarse una plata se va al traste y se convierte en un riesgo directo. Decomisaron más de 3.500 productos sin registro sanitario. No hablamos de tres camisetas mal etiquetadas, hablamos de alimentos, medicamentos, cosméticos y hasta 556 unidades de EQUIPO BIOMÉDICO. ¡Diay! ¿Se imaginan la magnitud del peligro? La teoría más fuerte es que muchos de estos chunches son desechos de otros países, basura que allá no pueden vender y que aquí algún "juega vivo" manipula para revenderla como si fuera nueva. Su "gran oferta" podría ser, literalmente, la basura de otro.
Todo este enredo nos deja con una pregunta incómoda: ¿en qué momento normalizamos que nos vieran la cara así? Esto va más allá de un par de empresarios pasados de listos. Refleja una cultura donde parece que vale más la astucia para evadir la ley que el brete honesto de hacer las cosas bien. Y aunque el MEIC y Salud hacen su parte con estas inspecciones, la verdad es que no pueden estar en cada esquina del país todo el tiempo. Las multas pueden llegar a los ¢18 millones, que suena a un montón de plata, pero para algunos de estos negocios, quizás es solo un costo operativo más dentro de su modelo de negocio basado en el engaño.
Al final, la primera línea de defensa somos nosotros, los consumidores. La próxima vez que veamos un ofertón que parece demasiado bueno para ser verdad, quizás deberíamos dudar un poquito. Preguntar por la garantía de forma explícita, revisar que el etiquetado esté en español y, si algo huele mal, simplemente dar media vuelta. Y si ya es tarde y siente que lo estafaron, no se quede callado. Para eso está la línea 800-Consumo y la web del MEIC. Porque si no denunciamos, el despiche va a seguir y los únicos que perdemos somos nosotros. La pregunta del millón para el foro es: ¿Les ha pasado? ¿Se han sentido estafados en un outlet de estos? Cuenten sus historias, porque fijo más de uno tiene una anécdota de terror que compartir.