¡Ay, pata negra! La carretera que une San José con Limón sigue hecha un lío y los traileros están pagando el precio más alto. Después de tres larguísimos días varados en la Ruta 32, cerca del peaje de Zurquí, estos señores están desesperados por volver a casa, llevarle comida a sus familias y, bueno, simplemente poder moverse libremente. ¡Esto es un maje!
Todo empezó el lunes pasado, cuando fuertes lluvias provocaron deslizamientos de tierra en varios puntos de la ruta. El MOPT y Conavi cerraron inmediatamente la vía para garantizar la seguridad de los usuarios, medida necesaria, claro, pero que dejó a decenas de conductores y sus acompañantes varados en medio de la montaña. La situación se ha complicado con el pasar de las horas, y la incertidumbre empieza a hacer mella.
Luis Alfaro, un veterano transportista con treinta años de experiencia, nos contó cómo amaneció este jueves. "Aquí estoy desde el lunes, tipo 4:30 de la tarde... desde esa hora, desde ese día, estamos esperando la apertura", dijo con visible cansancio. Imagínate estar durmiendo en la cabina de tu tráiler durante casi tres días seguidos. Eso no es poca cosa, ¡eso te deja bien agotado! Además, piensa en las incomodidades, el frío, la falta de baños decentes y el problema de conseguir comida adecuada.
Y no es que la situación sea igual para todos. Mientras algunos conductores reciben apoyo de sus empresas con alimentación y asistencia, otros se las apañan como pueden. "Las condiciones aquí son muy difíciles... bendito sea Dios, la empresa me ha asistido con alimentación, pero no todos tienen ese beneficio", lamentó Alfaro, quien también denunció disparidades en la circulación de vehículos. Según él, algunos camiones sí pueden avanzar mientras que otros siguen paralizados, creando una injusticia evidente.
La camaradería entre los choferes es palpable, tratando de animarse mutuamente contando historias y compartiendo lo poco que tienen. Pero debajo de la sonrisa forzada, se percibe la preocupación y el agotamiento. Las llamadas constantes de esposas e hijos preguntando cuándo regresarán añaden otra capa de estrés a la ya complicada situación. "Mi esposa y mis hijos me llaman todos los días a preguntar cuándo vuelvo, y no sé qué decirles. Estamos aquí encerrados, ni para allá ni para acá", añadió con angustia.
Desde el MOPT informaron hace más de dieciséis horas que mantienen un monitoreo constante de la zona, pero hasta ahora no hay novedades significativas. El Conavi tampoco ha dado una fecha estimada para la reapertura de la Ruta 32, alegando que las condiciones en el terreno “no son las mejores” y que la caída continua de material dificulta cualquier avance. ¡Qué despiche! Una respuesta clara y concisa sería de gran ayuda, aunque sea para dar tranquilidad a estas personas.
En medio de la espera, los traileros tratan de sobrellevar la situación como pueden: charlando entre colegas, buscando un rincón donde bañarse en una quebrada cercana y aferrándose a la esperanza de que pronto puedan retomar su camino. Se nota el aguante, la resiliencia típica de nosotros, los ticos. Como dice el mismo Alfaro: "No debería ser así, pero toca aguantar, porque es nuestro trabajo". Aunque el brete sea duro, hay que ponerle macanas.
Esta situación pone de manifiesto la fragilidad de nuestra infraestructura vial y la necesidad urgente de invertir en soluciones a largo plazo para evitar crisis similares en el futuro. La Ruta 32 es vital para el comercio y el transporte de mercancías en el país, y su cierre impacta negativamente en toda la economía. ¿Ustedes creen que el gobierno está haciendo lo suficiente para mejorar nuestras carreteras y prevenir futuros desastres como este, o deberíamos esperar otro maje para que finalmente tomen cartas en el asunto?
Todo empezó el lunes pasado, cuando fuertes lluvias provocaron deslizamientos de tierra en varios puntos de la ruta. El MOPT y Conavi cerraron inmediatamente la vía para garantizar la seguridad de los usuarios, medida necesaria, claro, pero que dejó a decenas de conductores y sus acompañantes varados en medio de la montaña. La situación se ha complicado con el pasar de las horas, y la incertidumbre empieza a hacer mella.
Luis Alfaro, un veterano transportista con treinta años de experiencia, nos contó cómo amaneció este jueves. "Aquí estoy desde el lunes, tipo 4:30 de la tarde... desde esa hora, desde ese día, estamos esperando la apertura", dijo con visible cansancio. Imagínate estar durmiendo en la cabina de tu tráiler durante casi tres días seguidos. Eso no es poca cosa, ¡eso te deja bien agotado! Además, piensa en las incomodidades, el frío, la falta de baños decentes y el problema de conseguir comida adecuada.
Y no es que la situación sea igual para todos. Mientras algunos conductores reciben apoyo de sus empresas con alimentación y asistencia, otros se las apañan como pueden. "Las condiciones aquí son muy difíciles... bendito sea Dios, la empresa me ha asistido con alimentación, pero no todos tienen ese beneficio", lamentó Alfaro, quien también denunció disparidades en la circulación de vehículos. Según él, algunos camiones sí pueden avanzar mientras que otros siguen paralizados, creando una injusticia evidente.
La camaradería entre los choferes es palpable, tratando de animarse mutuamente contando historias y compartiendo lo poco que tienen. Pero debajo de la sonrisa forzada, se percibe la preocupación y el agotamiento. Las llamadas constantes de esposas e hijos preguntando cuándo regresarán añaden otra capa de estrés a la ya complicada situación. "Mi esposa y mis hijos me llaman todos los días a preguntar cuándo vuelvo, y no sé qué decirles. Estamos aquí encerrados, ni para allá ni para acá", añadió con angustia.
Desde el MOPT informaron hace más de dieciséis horas que mantienen un monitoreo constante de la zona, pero hasta ahora no hay novedades significativas. El Conavi tampoco ha dado una fecha estimada para la reapertura de la Ruta 32, alegando que las condiciones en el terreno “no son las mejores” y que la caída continua de material dificulta cualquier avance. ¡Qué despiche! Una respuesta clara y concisa sería de gran ayuda, aunque sea para dar tranquilidad a estas personas.
En medio de la espera, los traileros tratan de sobrellevar la situación como pueden: charlando entre colegas, buscando un rincón donde bañarse en una quebrada cercana y aferrándose a la esperanza de que pronto puedan retomar su camino. Se nota el aguante, la resiliencia típica de nosotros, los ticos. Como dice el mismo Alfaro: "No debería ser así, pero toca aguantar, porque es nuestro trabajo". Aunque el brete sea duro, hay que ponerle macanas.
Esta situación pone de manifiesto la fragilidad de nuestra infraestructura vial y la necesidad urgente de invertir en soluciones a largo plazo para evitar crisis similares en el futuro. La Ruta 32 es vital para el comercio y el transporte de mercancías en el país, y su cierre impacta negativamente en toda la economía. ¿Ustedes creen que el gobierno está haciendo lo suficiente para mejorar nuestras carreteras y prevenir futuros desastres como este, o deberíamos esperar otro maje para que finalmente tomen cartas en el asunto?
